Ep. 8

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     Durante la cena, Draco y __________ no paraban de intercambiarse miradas, que demostraban lo divertidos que habían quedado después de aquella ocasión.
   Estaban cenando tranquilamente, cuando las puertas del Gran Comedor se abrieron de par en par mientras dejaban pasar al director del colegio, Albus Dumbledore.
   Peverell se preparó emocionalmente, ya era la hora del anuncio y no estaba nada tranquila. Harry volteó a ver su familiar haciéndole cejitas, provocando que se pusiera más nerviosa.
   Todos en el comedor guardaron silencio mientras observaban como el director se posicionaba frente al  presentador.
   —Buenas noches a todos—Saludó—En esta bonita noche, les vengo a dar un anuncio, que muchos de ustedes ya conocerán—Sonrió, volteando a ver a Peverell—Una estudiante de Gryffindor, recogió una gran demanda para la realización de un nuevo torneo llevado a cabo aquí en Hogwarts, ella les dará más detalles.
   ____________ se levantó tímidamente y caminó al frente. Se sorprendió al ver cómo todo el comedor y sus estudiantes se veía tan genial desde el ángulo en el que estaba. Suspiró profundamente y se llenó de valor.
   —Buenas noches, soy… __________ Peverell—Juntó sus manos, con timidez—de Gryffindor y hoy les vengo a dar la convocatoria para el juego que estaremos realizando pasado mañana por la noche. El juego será Captura la Bandera y para esto, se jugará en cuatro equipos con integrantes de todas las casas. Se llevará a cabo de noche para que la experiencia sea a ciegas y por ende más emocionante, quien esté interesado en inscribirse, pueden acercarse a sus jefes de casa o prefectos. Esperamos su participación.
   En todo el comedor empezaron a sonar los aplausos de todas las casas. Peverell volteó a la mesa de Slytherin, observando a Draco, quien no parecía tener todo el humor del mundo, pero le sonrió y guiñó un ojo.
   Todos en su mesa se quedaron extrañados, no sabían porque Draco se mostraba tan entusiasmado, porque, desde que llegaron en el tren, Draco nunca estuvo contento y se le veía penoso y rencoroso, pero esa noche parecía que una buena aura lo enredaba, algo que no duraría mucho.
   Todas las mesas empezaron a comentar entre ellas, ¿Quiénes jugarían? Se encontraban emocionados por probar el nuevo juego, mientras que Peverell se llenaba de halagos y apoyo al llegar a su mesa. No podía estar más agradecida y conmovida por todos sus compañeros y compañeras.
   —Será un juego increíble—Le murmuró Hermione.
   —¡Gracias!
   —Así que—Comentó Dumbledore, finalizando para poder salir del comedor—Buen provecho y a la cama.

   Peverell salió del comedor. Ya se sentía demasiado hostigada por la rueda de preguntas y muchos estudiantes encima de ella, era demasiado afecto que aguantar, además su estómago ya se sentía lleno.
   Talló sus ojos y sintió el frío en sus piernas y manos. La noche de otoño lentamente se iba convirtiendo en invierno y no tardaría en llegar la nieve.
   —Ese pequeño discurso fue el más malo que he escuchado.
   —Draco…—Chilló, molesta y le pegó un puñetazo suave al hombro—Dije lo mejor que pude—Malfoy se rió y le alzó un cupcake. __________ lo tomó y lo mordió, saboreando su textura.
   En el pasillo rodó un viento helado, que congeló las piernas de Peverell, haciendo que ella se retorciera.
   —¿Estas bien?
   —Si, es solo que olvide comprar mallas y el invierno ya se acerca, tengo mucho frío.
   —Que tonta—Se puso frente a ella, y cerró más su bata, para que pudiera cubrir sus piernas y no entrara más frío—¿Al menos compraste abrigos?
   —Si, incluso guantes.
   —Eso esta bien, al menos mantente caliente cuando duermas.
   —Que dulce, Draco, gracias—Sonrió, bajando su mirada hacia las manos del pelirrubio, que seguía cerrando su bata.
   —No estoy siendo dulce, solo te digo que te cuides.
   —Se dice de nada, malagradecido.
   Malfoy asintió con una sonrisa y allí, frente a ella.
   Ambos se miraron, creando una mágica conexión.
   Sentían algo diferente en ellos, se sentían… Como si no existieran palabras para ellos, ni el frío que había se notaba.
   Los ojos grises de Draco parecía faroles de noche, con un brillo excepcional en ellos. Se sentía tan diferente.
   —Gracias… Por salvarme en la Sala de Menesteres.
   —De nada.
   Una desgraciada mentira los rodeaba, rasgando la felicidad y el destino de Draco. Por fin, se había dado cuenta, que estaba cometiendo un terrible error.
   Quizá el peor de todos.
   El corazón de él empezó a latir con mucha fuerza y la adrenalina le corrió por todo su cuerpo, ahora podía entender sus sentimientos hacia __________. Era solo más que una misión, pues se había apoderado de ese deseo.
   Una ímpetu se apoderó de él.
   —__________.
   —¿Uh? ¿Qué pasa?
   Draco la miró finalmente, con otra mirada a las anteriores. No estaba seguro.
   Aún no estaba seguro, únicamente solo dedico sus ojos hacia los de ella, como si fueran lo único que pudieran darle las respuestas que buscaba.
   —¿__________?—Llamó alguien. Darío vio salir a Peverell del comedor, pero no la encontraba en ningún lado.
   —¿Darí…?—Draco tapó su boca y lentamente se escondieron tras una puerta pequeña, en un cuarto reducido.
   Peverell no lo entendía, ¿Cómo es que se dejaba llevar por las acciones del chico? ¿Por qué le resultaba tan dulce la forma en que la trataba, como para pensar en no hacer nada?
   —¿___________?—Se escuchó su voz, Darío estaba justamente frente a ellos, pero pareció no encontrarlos, entonces solamente se fue, dejando escuchar el eco de sus pasos por el pasillo.
   Los estudiantes dentro del pequeño cuarto, no entendían como era que se aliviaron de que ese Hufflepuff se fuera.
   Malfoy quitó su mano lentamente.
   No tenían idea de cómo era el lugar en el que estaban, todo era pura oscuridad, olía a telas viejas y mucho polvo, y lo peor de todo es que era tan reducido, que el pecho de ambos se tocaban por cualquier movimiento y sus alientos chocaban entre sí, mezclándose como perfumes.
   —¿Dónde estamos?—Susurró la chica. Agradecía al cielo que no había ninguna luz que revelaran sus mejillas rojas.
   Pero de algo estaban seguros: uno podía escuchar el corazón alterado del otro. Exhibiendo el como se sentían.
   —No tengo idea—Contestó Draco, quien se movió incómodo provocando que chocarán de nuevo—Lo siento.
   —Mejor salgamos de aquí—Peverell buscó la manilla o cerradura de la puerta, al no sentirla se desesperó.
   —¿Qué pasa?
   —No encuentro la manilla de la puerta.
   —¿Qué? A ver, déjame buscarlo.
   ____________ se quitó y Draco se agachó para poder buscarlo, pero por más que paso la mano, no había nada. Literalmente nada.
   —Espera… Esto no es una puerta, es una pared.
   —¿Una pared? Eso es imposible, hace un minuto acabamos de entrar por una puerta—Peverell sacó su varita de su bata y se apartó un poco y susurró—Lumos.
   Todo el lugar se iluminó y pronto pudieron verse la cara, se les notaba el terror en ambos. La chica alejó la varita para poder observar mejor.
   —Mierda… Si es una pared.
   —Mira—Le dijo Draco, obligándola a mirar detrás de ella. Allí, se extendía a lo lejos un largo pasillo estrecho—¿Crees que alguien sepa sobre este lugar?
   —No lo sé, y no quiero quedarme a averiguarlo—Respondió, mirando la pared buscando alguna forma de salir.
   —No seas aguafiestas, piénsalo—Draco la tomó del hombro suavemente—Si la salida se bloqueó, tal vez es porque quiere que vayamos al fondo.
   Peverell se lo pensó dos veces, lo que decía Draco era lógico, pero a la vez pensaba que algo no podría salir bien.
   —Esta bien, vamos.
   Malfoy sonrió emocionado y también encendió su varita.
   —Quédate detrás de mí.
   —No soy indefensa.
   —Solo intento protegerte, no seas terca.
   Peverell puchereó, pero no se negó a que eso había sido demasiado tierno, así que tomó la mano del pelirrubio.
   Con la cara al frente, Draco tragó saliva, muy nervioso al sentir la mano de ___________ nuevamente.
   Ambos avanzaban rápido pero precavidos porque todo el pasillo era de roca y se sentía frío. De vez en cuando Malfoy se animaba a mirar atrás, asegurándose que Peverell siguiera bien unida a su mano.
   A los pocos minutos después, hallaron otra puerta, pero antes de entrar se detuvieron en seco.
   —¿Qué pasa Draco?
   —Quédate aquí.
   —¿Estas loco? Por supuesto que no.
   Ambos se acercaron a la puerta, Draco tomó la manilla y la giró lentamente, haciendo que ésta se abriera soltando un chirrido
   De la puerta, salió una enorme luz, una luz amarilla.
   —¿Qué? ¿Qué es?
   —Es…—Respondió Draco, estaba estupefacto.
   —Dime ya que es.
   Peverell lo empujó por accidente y ambos resbalaron dentro. Quedando totalmente anonadados por lo que veían.
   Era una enorme sala, con ventanas gigantescas que dejaban entrar mucha luz natural. El piso era de madera y sus paredes de roca. Había muebles, sofás de terciopelo, una chimenea encendida con una llama muy viva, dos grandes puertas de madera blanca que parecían estar abiertas, un enorme candelabro de diamantes y una cabeza enorme cabeza de alce colgada en una pared.
   —¡Emerico! ¡Ven! ¡Tenemos nuevos invitados!—Gritó una chillona voz femenina.
   Era una fantasma que se hallaba flotando emocionada frente a los pobres estudiantes en el suelo, paralizados del miedo.
   Era una mujer que poseía tanta belleza que resultaba escalofriante, juntaba sus manos y daba vueltas emocionada.
   —¿Qué pasa Neferet? ¿Por qué me llamas?
   —¡Mira!—Señaló la mujer, acercándose al hombre, que parecía también un hombre muy bello, como de porcelana fina—¡Están vivos!
   El hombre observó a los jóvenes quienes se paraban, limpiando sus uniformes. Tomó de la mano a su mujer y lentamente se acercaron a los recién llegados.
   —Por favor, no poseen nuestros cuerpos—Dijo Draco, lleno de pavor—Somos muy jóvenes para morir.
   La pareja de fantasmas se voltearon a ver y seguido se echaron a reír.
   —Oh no, querido—Respondió la mujer fantasmal—Nosotros no tomaríamos sus cuerpos ni aunque pudiéramos.
   —¿Quiénes son ustedes?—Cuestionó Peverell, mientras Malfoy la ayudaba a levantarse.
   —Yo soy el Conde Emerico Alvarus y ella es mi esposa, Neferet Alvarus. Bienvenidos a nuestra suite guarida secreta.
   —¿Suite guarida secreta? ¿Pero porque este lugar esta aquí? ¿Quiénes son realmente ustedes?—El pelirrubio cubrió a __________ con su cuerpo, protegiéndola.
   Emerico y Neferet se voltearon a ver, con una sombría mirada triste.
   —Es una larga historia, por favor, siéntense en nuestra sala, os lo ruego—Dijo la mujer, mostrándoles el lugar.
   Ambos chicos caminaron hasta la sala dudosamente y se sentaron en los sofás de terciopelo, mientras que los fantasmas se transformaron a una figura más colorida y real, como si estuviesen vivos y se sentaron en otro sofá.
   —Nosotros estábamos vivos, tan sólo unas décadas atrás—Empezó a contar el joven hombre fantasma—Yo era Conde y estaba orgullosamente enamorado de Neferet, que no dudamos en casarnos al poco tiempo, ambos éramos magos, grandes magos, éramos reconocidos en cualquier lugar, y nuestros nombres estaban grabados en los libros de historia. Pero un día, todo nuestro mundo se oscureció en una sola mañana, como veis, apenas son las diez y cuarenta y siete de la mañana, la hora que morimos…—Dijo mientras señalaba un reloj detenido en la pared.
   Peverell sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y sin querer apretó la mano de Draco, que seguía unida a él, éste ,sintiendo los nervios de la chica, enredó sus dos manos en la de ella, para calmarla.
   —Un mago tenebroso, nos asesinó mientras nosotros dormíamos todavía, y condenó nuestras almas a la pena eterna entre la vida y la muerte.
   —¿Y cuál es el problema?—Preguntó Draco—Hay fantasmas cómo ustedes en Hogwarts.
   Peverell le soltó un codazo que le dolió, lanzándole una mirada asesina.
   —Lo sabemos—Respondió Neferet—Pero justamente ahora no estamos en Hogwarts, estamos en Londres, décadas atrás, detenidos en el tiempo. Mi esposo y yo, sabemos que Hogwarts es una escuela de magníficos magos y brujas, por eso, pasamos años creando una puerta mágica, que pudiese ser la conexión entre nuestro único escondite y nuestra salvación.
   —¿Salvación?
   —Neferet y yo no queremos vagar como fantasmas, nosotros simplemente queremos morir y descansar en paz, como debió ser desde aquella mañana—Dijo mientras consolaba los sollozos de su mujer—Así que lanzamos un único y puro conjuro.
   —¿Y cuál es?
   —El amor—La mujer fantasma secó sus lagrimas—Que algún día, el amor encontraría nuestra puerta y vendrían a darnos el descanso eterno.
   —¿Y esperan que nosotros los salvemos? No gracias, ya estamos bastante ocupados—Draco se levantó y Peverell lo volvió a sentar.
   —¿Sois pareja?—Preguntó la dama.
   —¿¿Qué??—Dijeron ambos, mirándose a la cara.
   —¡No, para nada!—Respondió __________ con la cara totalmente roja—N-No somos pareja.
   —¡Entonces estáis enamorados uno del otro pero no lo saben!—Gritó la mujer, emocionada palmeando sus manos.
   Ambos estudiantes se quedaron callados, congelados, sin saber que responder.
   ¡¿Qué se supone que respondan?! ¡Que vergüenza!
   —¿Por qué supone eso, Señora Neferet?—Peverell se animó a hablar por los dos, con la voz temblorosa.
   —Como lo dije, solo el amor puede encontrar nuestra puerta, ustedes la encontraron, debéis tener una conexión.
   —Yo no estoy, ni estaría enamorado de ella—Confesó Draco de mala gana, mirando a otro lado.
   —¿Qué?—Dijo _________ incrédula—¡P-Pues y-yo… tampoco! ¿Quién se enamoraría de ti? Eres un engreído.
   —¡¿Disculpa?!
   Lentamente la mujer fantasma se alejó del par de estudiantes que empezaban a discutir y se acercó al oído de su marido.
   —Cariño, me tienen confundida, el conjuro se trataba sobre amor puro y divino, estos niños no parecen nada a una pareja de enamorados.
   —Tranquila, déjame a mi—Su esposo le tomó la mano con mucho cariño. Y carraspeó la garganta, llamando la atención de la chica y el pelirrubio—De cualquier forma, ¿podríais ayudarnos? Son nuestra única esperanza.
   Malfoy y Peverell se miraron en silencio, sin saber que responder.
   —Esperamos darles un tiempo, por favor, piénsenlo—El Conde tomó la mano de su esposa y volaron hacia el techo para desaparecer y dejar solos a la Gryffindor y al Slytherin.

Hechizo ~ Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora