Caída (Capítulo único)

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Siempre el mismo sabor, aquel dulce olor a canela y cítricos que desprende su piel, tersa como la seda e impoluta cual porcelana. En sus ojos joyas rubí, la maldición más antigua se desprende: obsesión, deseo, lujuria, añoranza, amor... Un compendio de sentimientos que ni el más fuerte de los hombres puede superar. 

Es el fantasma que no se puede exorcizar, aquel por el que no importa ser poseído o destruido, pues su sola figura penetra hasta en la más fuerte convicción. Es la perdición y la salvación oculta entre los ríos turbios de oro navegados en barcazas echas de viejos cristales empañados, permitiendo que desde la absoluta locura seas seducido por sus infames deseos.

 Puede llegar como fuego a las venas, desplazando todo a su paso. La sangre, mero recuerdo sobre valorado, es dejada en segundo plano en cuanto aquel tóxico y vital líquido hace su aparición. Destinado a ser cual trampa para ratón, engaña al hambriento con su premio, mientras tu alma cae en un vacío absoluto en espiral sin retorno.

No importa la presentación, solo la sensación. En su juego la cordura no es una opción, la locura, oh bella amiga, es la sabía decisión. Este es un duelo donde no existe un claro ganador. 

Cierras los zafiros que actúan como puerta al alma marchita en tu interior. No importa cuánto lo intentes, no trates de escapar. Su punzante dolor alivia tu afligido corazón despojado de tus últimos vestigios de voluntad. 

Honrarás su cuerpo cual templo divino. Su voz, dulce canto de sirena para el náufrago perdido. En su nombre susurraras plegarias que te ofrezcan sólo un minuto más de aquella plácida tortura. Solo un poco más.

Quizá la culpa o el arrepentimiento golpeen tu ser, pero ¿Qué valor tendrán cuando sus manos te llenen del máximo placer? ¿Cómo abandonar cuando el mismo destino los mantuvo unidos a través de los milenios y vidas pasadas?

Él es la lujuria y el desenfreno, tu la furia junto al exceso. No importa cómo se observe, caerás bajo el peso de tus pecados. 

La realidad distorsionada, imaginación desenfrenada, ¿Cuál será la fórmula elegida para llegar a la salida? Amargo, dulce o punzante. Es irrelevante la opción, tarde o temprano será tu perdición. 

Más, ¿Qué ha de importar? Si tú razón para luchar ha abandonado este plano terrenal. 

 Una vida vacía, existencia insípida. Eso sientes cuando la cordura ataca. 

Pero todo tiene un final...

Cual dragón durmiente te han de encontrar. Un nido repleto de restos multicolor en los que la chispa de vida se desdibujo. Agónicos llantos, lamentos atormentados de una inocencia arrancada con crueldad, ignorados serán pues ya no los oirás. 

Sin embargo ésto ya no importará pues finalmente...

- Te extrañe...

A él pudiste llegar. 

- ... Seto. 

 

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