-Álex, vení a ver el fútbol- dijo mi padre, más como una orden que como una invitación, sentado en un desgastado sillón frente al televisor. Estaba, junto con mis dos hermanos, viendo un partido Boca/River.
Yo estaba junto a mi madre, ayudándole a elegir un lindo atuendo para esta noche, tenía una cena con sus compañeros del trabajo, por lo que le dije desde la habitación:
-Na, no tengo ganas, papá.
-¿Me vas a decir que estás, de nuevo, mirando ropita con tu madre?- respondió después de un rato, con un asomo de disgusto en su voz-. Que vengas a ver el fútbol, te dije.
-Y yo te dije que no tengo ganas...- rodé los ojos, consciente de que no podía verme.
Silencio.
Mamá me miraba con cierta preocupación.
Después de unos minutos de ver prendas y prendas junto a esta última, mi padre entró a la habitación.
-Te dije que fueras a ver el puto fútbol conmigo y tus hermanos -dijo entre dientes, estaba enojado.
-Y yo te respondí que no tengo ganas, ¿O acaso no entendés que no me gusta esa tontera del fútbol? ¡Me aburre! -contraataqué con un atisbo de enojo.
Después de pensar durante unos segundos y finalmente bufar, mi progenitor tomo la pabalara otra vez: -Parecés una mina- murmuró demasiado alto.
Solte una risa cansada de solo un "Já", que pareció más un suspiro de frustración.
-¡Sos un afeminado! -escupió, enojadísimo, casi gritando.
-Y vos sos un pelotudo, papá -mascullé secamente, mirándolo a los ojos y soltando cada palabra con enfado.
-¿Qué mierda dijiste?
-¡Que sos un pelotudo!- no iba a quedarme callado, y mi madre parece que no iba a hacer nada. Ella se mantenía con la vista fija en mi papá. Mis hermanos estaban en el cuadro de la puerta observando la escena.
-No te atrevas a llamarme de esa forma otra v...
-¡¿Y cuál mierda es tu puto problema si soy afeminado?!- lo interrumpí.
-Falta que ahora salgás con que te gustan los tipos...- dijo dudoso- Con tu madre no te criamos para que salieras puto...
-¿Y que carajo me importa?- la sangre me hervía.
-Te criamos para que tuvieras una esposa e hijos. Para que seas normal- siguió, haciendo énfasis en la última palabra.
Solté una risita sarcástica -¿Normal? Lamento decirte que soy gay desde hace bastante tiempo... Espero que eso siga siendo "normal" para vos, papá.
Todos en la escena me miraron con los ojos abiertos de par en par. Mis hermanos parecen desilusionados, mi padre dolido.
-Quiero que te vayas de mi casa... ahora -susurró entre dientes bastante fuerte, sus ojos estaban aguados pero bajó la vista ocultándolos.
Mi madre no habia dicho ni hecho nada.
-Bien -dije lo más secamente posible, apretando la mandíbula y los puños para no dejar salir las lágrimas que se acumulaban sobre mi párpado inferior. Pasé por al lado de papá, procurando no tocarlo ni un poquito.
Lo miré con los ojos entornados pero él volvió a desviar la vista.
Dirijí una mirada de auxilio a mis hermanos, pero éstos no se inmutaron ni una pisca. Sólo se movieron para que pudiera pasar por la puerta.
¿Enserio nadie hiso nada? Pensé que mis hermanos iban a decir algo, o a frenar la discusión; incluso esperaba que mamá nos calmara y todo terminara, relativamente, bien... ¡SON MI FAMILIA, MIERDA!
Dejé salir las lágrimas junto con un sollozo ahogado mientras abría la puerta de mi cuarto, decidido a irme de casa con lo menos posible. Entré a mi pieza y me tiré en la cama con enojo, dejándome caer con pesadez.
Después de unos minutos me levanté y recorrí toda la habitación con la mirada, buscando un morral o bolso que me sirviera para guardar todo y localizando lo que me iba a llevar.
Me desvestí quedando solo en bóxers.
Finalmente tomé una mocila negra Adidas, no era muy grande pero servía, la abrí y comencé a cargar las cosas. Saqué de un cajón tres de mis remeras favoritas, me puse una que era morada y guardé las otras dos. Tomé dos pantalones del armario, uno de jean azul y otro negro chupin; me puse éste ultimo y guardé el otro. Agarré mis zapatillas Pony azul marino acordonadas y me las puse. Tomé tambien una campera azul y me vestí con ella.
Saqué tres boxers y los guardé, agarré el perfume y el desodorante de la mesita de luz y los puse en la mochila.
Estaba decidido a irme, sea a donde sea, y no volver más. Saqué un frasco que guardaba lleno de billetes y una billetera también con dinero adentro; guardé el primero en la mochila y la segunda en el bolsillo izquiero del pantalón. Por último agarré el celular junto a su cargador y auriculares, conecté estos últimos al telefono y en mis oídos poniendo a andar el reproductor de música.
Otra lágrima salio de mis ojos. La sequé con el puño de la campera, no quería verme frágil, aunque lo fuese.
Eché un último vistazo a la habitación y cerré la mochila. Me dirijí a la puerta y la abrí, salí del cuarto y cerré despacio la entrada. Miré mi reflejo en el espejo a mi izquierda: mis ojos estaban terriblemente rojos, ni que hubiera fumado alguna cosa rara.
>Estoy cagado hasta la cabeza, me dije mentalmente mientras bajaba las escaleras directo la puerta principal.
Reí irónico, en silencio.
Tomé el pomo de la puerta para salir.
-Hijo... -me frenó mamá parada bajo el techo del living. Tenía los ojos hinchados y la voz temblorosa. Estaba preocupadamente triste. Se acercó a mi, dirijiendo su mano a mi mejilla con suavidad.
Me saque los auriculares y acerqué más mi mejilla a su mano cerrando los ojos. Ambos soltamos unas cuantas lágrimas.
-Supongo que... ¿nos vemos? -Le dije con la voz quebrada.
Aunque estuviera dolido porque mamá no hiso nada durante la discusión, no podia estar enojado con ella. Era mi ejemplo de vida, la mujer a la que más he amado.
-No es necesario -respondio en un sollozo-. Sabés que tu padre te dijo eso porque está confundido, no supo como actuar y te dij...
-Es lo mejor... -le susurré a la fémina interrumpiendola, tratando de convencerla y convercerme de que así lo era-. Es mi oportunidad de empezar mi propio camino...
Me dió un suave y cálido beso en la frente- Suerte, mi pequeñín- soltó un último sollozo. Yo sonreí tratando de tranquilizarla y salí.
Te quiero, pensé.
Con cada paso que daba me alejaba de mi familia y mi hogar, decidido a empezar de cero, fuese como fuese.
-Es lo mejor...- repetí para mí mismo.
Es lo mejor, confirmó la voz de mi consciencia.
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Lo que hacen los Hombres.
AcakDespués de una discusión con su padre, Álex decide abandonar su casa a los 16 años. Buscará hacerse de dinero para pasar las noches bajo algún techo, despertando todas las mañanas con la esperanza de alcanzar el éxito en la Industria de los Modelos...