IV

16 5 0
                                    

La última noche me preparé para tu llegada, me puse el traje de nuestra boda, por más que intente permanecer despierto el sueño me invadió y caí rendido.

Ahora estaba en el parque, contigo, caminamos tomados de la mano, después de varios minutos te detuviste, te pegaste a mí, tu mano sujeto mi cuello, acaricio mi cabello y tu otra mano me acaricio el cachete y la mejilla, me besaste, sentí como las puertas al paraíso se abrían, pero cuando el beso termino vi tus ojos llorosos —me tengo que ir— respondiste, te diste la vuelta y trataste de avanzar, pero mi mano sujeto la tuya —¡Espera, cariño, por favor! — te diste la vuelta y yo, con la mirada perdida y los ojos llenos de lágrimas te supliqué que te quedaras, me puse de rodillas, llorando a tus pies —¡Espera, por favor, quédate... no te vallas, te necesito! — tu mirada cambio de una expresión de dolor a una mirada conmovida, con una voz quebrada y temblorosa me dijiste —cariño, no te preocupes, pronto estaremos juntos, de verdad me gustaría quedarme, pero me tengo que ir... además ya debes despertar— abrí los ojos, eran las tres de la mañana, te vi acercándote con el mismo vestido de nuestra boda, sujetabas un ramo de rosas marchitas con las dos manos —sígueme amado mío— me susurraste, saliste de la casa y yo camine a tu lado, me llevaste hacia un bosque, al principio temía que nos perdiéramos, pero el miedo se fue de solo pensar en que pronto me iría contigo, llegamos hasta un pequeño acantilado, me puse al borde del vacío de espaldas, te pusiste en frente mío —Te amo— me dijiste, acercaste tus labios hacia mi frente, después me besaste, fue un beso largo y maravilloso, en medio de aquel gesto de amor sentí como si estuviese siendo empujado al vacío y caí contigo, lo último que sentí fue mi cráneo quebrarse al impactar con una roca.

EL FANTASMA DE RAQUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora