Amaneció, los vecinos encontraron la puerta de la casa abierta, enseguida llego la policía, en la sala se encontraba nuestro perro muerto, maloliente, hace dos semanas que la tristeza me hizo olvidarme incluso que debía comer el perro y este pereció, mi mente estaba tan desgastada que llegue a creer que estaba vivo, lo acariciaba, lo abrazaba, sin saber que ya había muerto, escuchaba sus ladridos alegres, pero en realidad abrazaba y acariciaba su cadáver, pero ahora él está con nosotros...

Ahora estamos juntos, para siempre, somos uno mismo, somos la misma existencia, la misma eternidad, no me arrepiento de nada...

Raquel, mía, mi Raquel, amada mía, Raquel....

Te amo.

EL FANTASMA DE RAQUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora