Tercer Cambio III

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Los siguientes días hasta la incorporación de Tefi a su puesto de trabajo pasaron demasiado rápido. Ella me dijo que siempre había tenido esa sensación en vacaciones, aunque en aquella ocasión se acrecentase aún más. 

Al principio, cuando salía de la puerta de su trabajo, le embargaba el sentimiento de furor por todo lo que tenía por delante y los planes que había preparado para ello. Salidas, compras, citas médicas no importantes pero sí de revisiones rutinarias que no deberían de retrasarse demasiado, pequeños viajes y escapadas, largas horas frente al televisor totalmente picada a la serie que en ese momento se le cruzase por delante de los ojos y le hiciese tilín... Pero claro, el tiempo no es eterno y eso lo sé muy bien, así que conforme llegaba el temido momento de la reincorporación a la empresa y el final de las vacaciones, las horas parecían esfumarse entre los dedos y los días pasar como pequeños pestañeos.

Afortunadamente pudimos aprovecharlo muy bien. Salimos y desconectamos, incluso me llevó a ese restaurante vegetariano que tanto le gustaba a Miriam y que no había podido probar aún. Por cierto, una mención aparte merece el hummus de remolacha que hacen en ese lugar porque no he comido algo tan rico en mi vida. Lo cierto es que nos movimos tanto por la ciudad que aún siento mis pies doloridos de tanto andar, que aunque el metro nos quitase caminata entre punto y punto del mapa, estar de pie cansa igual o más que patearse las calles del centro esquivando gente.


De mi boca no había salido nada del final de la noche del cumpleaños de Miriam con Max comiendo churros, y por lo que parecía tampoco él había dicho nada. Voy a ser sincera como siempre, o bueno, como la mayoría de veces: no tenía ni idea de porqué lo había ocultado desde el primer momento. Estuve a punto de decirlo en varias ocasiones, que tampoco voy a omitir esto y convertirme en una mentirosa empedernida, pero no tuve el valor suficiente para hacerlo. Desde luego los líos que formo yo solita en mi cabeza son como una de esas películas enrevesadas que van hacia delante y hacia atrás en el tiempo y al final no sabes si quien estás viendo en la pantalla es la madre, la hermana o la protagonista de pequeña.

Sabía que contar aquello iba a generar en mi mejor amiga la mirada traviesa y pícara que ponía cada vez que le hablaba de algo relacionado con los chicos. Esa situación siempre hacía subir el color de mis mejillas hasta el nivel "farolillo de año nuevo chino", vamos, lo que viene siendo que me ponía como un buen y enorme tomate maduro. Si a eso le sumábamos que el chico en cuestión era su mejor amigo y compañero de trabajo... Es una tontería, lo sé, y yo ya soy lo suficientemente adulta para tratar esos temas con total normalidad, pero esto del amor siempre me hizo sentir demasiado pequeñita.

Tuve mi primer novio a los diecisiete años. Era de un pueblo cercano y se portaba genial conmigo... pero en privado, sobre todo porque evitaba exponerse en público y que le viesen a mi lado. Desde el principio me hizo creer que aquello era como un secreto íntimo entre nosotros y que vernos a escondidas era lo más bonito, arriesgado y travieso que íbamos a vivir nunca. Un juego de dos. Supongo que mi juventud, inocencia y la magnífica y maravillosa idea de ser amada por alguien y correspondida hicieron que aquella me pareciese la mejor de las ideas.

Muchas de mis compañeras de clase se reían cuando contaba que tenía novio, simplemente porque no me creían. Nunca me veían con él, no había fotos, cartas ni absolutamente nada que demostrase tal cosa. Por el contrario, Tefí sí que creía completamente en mi palabra y por ello desde el primer momento fue muy crítica con el asunto. Habló mucho conmigo intentando hacerme ver que aquello no tenía pinta de ser un juego, que no era normal, que si verdaderamente le importaba a alguien tenía que sentirse orgulloso de mí y caminar a mi lado con una enorme sonrisa que le iluminase la cara de pura felicidad, pero yo seguía creyéndome lo que mi novio, al que amaba con todo mi joven e inexperto corazón, me decía.

Soy Diferente© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora