Capítulo 59 La fuga Parte 3

4 1 1
                                    

Los preparativos habían concluido, la lluvia había cesado, y finalmente fui llevado a fuera para que pudiera ver con mis propios ojos como terminaría el asunto...

El desenlace se daría justo a uno de los extremos de la fortaleza, pues, a algunos centímetros de la pared, divise a los chicos, Raúl, Fisher y Tendou yacían atados a unos postes de madera, y frente a ellos permanecía el pelotón de fusilamiento, estos últimos, aguardaban en posición de descanso a las órdenes del mismísimo Masales, claro, era obvio que el desgraciado no iba a perderse este evento, pero, la novedad era para mí, pues, habían preparado la horca específicamente para ejecutarme.

Frente a la plataforma habían colocado algunas sillas donde estarían algunas autoridades de la ciudad, todos afines al Dominio obviamente, solo hay que mirar los patrones oscuros y rojizos de sus vestimentas para percatarse de eso, ya están en sus asientos, no se ven contentos, probablemente no les guste la idea de sentarse sobre sillas húmedas con sus vestimentas de tela, o tal vez no quieran ensuciar sus costosos zapatos con el fango presente gracias al diluvio que recientemente se había aplacado.
Camino hacia la plataforma con la cabeza agachada, ya sé que me va a doler, estoy más preocupado por lo que pueda pasarle a los chicos que de lo que vaya a ocurrirme, quiero decir, sinceramente, no creo que yo vaya a morir por "eso", pero Raúl... Una bala en el cráneo mata a cualquiera...
Inconscientemente empecé a caminar más lento de lo que a mí custodio le gustaba, un brusco empujón con la culata de
su fusil me recordó que tenía que dejar de concentrarme en mis pensamientos y enfocarme en lo que pasaba aquí y ahora.
Me cuesta caminar sobre el lodo, pero de algún modo nos las arreglamos para llegar hasta la plataforma, al momento de subir por los escalones me dio una falsa sensación de vértigo, pues el chirrido de los tablones era bastante agudo al pisarlos, tanto por la humedad como por la vejez a la que se vieron expuestos, tanto que por un momento pensé que se iban a romper.
Masales ya me esperaba en la plataforma, y la señorita Dunor junto a su equipo preparaban una cámara de video, una pantalla capaz de transmitir imágenes en blanco y negro y una antena poco más grande que una persona para transmitir el momento a todo Hoziron, pero principalmente, a Di Argo, los cables de esos trastos estaban medio enterrados en el lodo, no creo que eso sea seguro para nadie, pero tampoco creo que eso le importe a alguien a estas alturas.
Una vez en el lugar se me coloca la soga al cuello y me sitúan justo encima del mecanismo que al abrirse... Bueno, pues, digamos esta vez la gravedad no va a estar de mi lado.
Una vez le dan la señal, comienzan la transmisión en vivo y Masales, cuyo rostro aparecía en la pantalla principal, inicia con un discurso que a todas luces estaba previamente ensayado.
- ¡Ciudadanos de Hoziron! ¡Me complace anunciar que hemos asestado un duro golpe a la ya de por sí agonizante rebelión! ¡Así como también, es un placer anunciar, que la ciudad de Stourong, finalmente ha decidido negociar! ¡Las bandas mercenarias se retiraron de Albatros! ¡Y ahora, helo aquí, a uno de las figuras más emblemáticas entre los anarquistas y terroristas de nuestra nación! ¡Eitan Mactavish!
Falso, no trabaje con los rebeldes sino hasta que llegue aquí, lo cual es un poco irónico ahora que lo pienso.
- ¡Su padre fue uno de los autores encargados de propiciar la caída de Grindavael, pero la amenaza fue contenida, y si bien el precio a pagar fue alto, descabezamos a la rebelión como tal, y como un gran incendio que se propaga poco antes de extinguirse, uno a uno fuimos apagando los fuegos de la sedición! – Masales voltea a verme y viene hacia mí dispuesto a confrontarme, me abofetea en frente de todos y escupe en mi rostro con una cara de asco al mirarme a los ojos, pero está bien, puedo vivir con eso, lo que no voy a tolerar es que ensucie el nombre de mi padre, y se lo haré saber cuándo me libere de esto - En ese entonces te tuvimos piedad muchacho... No te hicimos responsable por los crímenes de tu padre, te dimos una oportunidad de vivir en paz con nosotros... ¡¿Y así es como nos pagas?! ¡¿Eh?!
Masales descarga su furia contenida contra mi cara, me agarra de los cabellos y con su otra mano abofetea hasta cansarse, incluso algunos de los presentes se compadecen de mí, lo cual me sorprende bastante la verdad.
- ¡Te hice una pregunta! ¡Slap! ¡Slap! ¡Responde! ¡Responde! – Vocifera como si realmente pudiera decirle algo, y estoy muy seguro de que si llegara a hacerlo solo sería peor.
Una vez se calma toma aire y me dice.
- ¿Cómo se declara, señor Mactavish?
Le respondí con una simple pero hiriente sonrisa, no voy a caer ante sus provocaciones.
- Sí, eso imaginé, pero no se preocupe, estará bien acompañado... ¡En el inferno!
Con una señal de su mano, ordena que la cámara deje de enfocarme y apunte hacia algo más interesante para él, me lo
temía, la imagen muestra a los chicos y al pelotón de fusilamiento, esto no puede ser bueno.
- No vale la pena mencionar a estas escorias, así como tampoco vale la pena perder el tiempo con ellos.
No espera...
- ¡Preparen armas!
Maldita sea, Raúl, Fisher y Tendou están a punto de recibir una descarga directa, Farsong dijo que actuaría cuando fuera el momento, sino es ahora...
- ¡Apunten!
Maldita sea...
Beeeeeeezzzzzzzz...
¿Mmm?
- ¿Qué diablos fue eso?
- Eh... No lo sé, señor Masales, la señal se cortó... - Le respondió Belinda, quien junto a su equipo trataban de solucionar el desperfecto de la emisora, no obstante, me llama la atención lo relajados que esos tres se ven, como si ya supieran lo que iba a pasar... Podría ser que...
- ¡Pues arréglala! ¡Arréglala antes de que...!
Y justo antes de que terminara de formular su amenaza, no sé de donde, ni como, pero alguien lanzo algunas granadas de humo por todo el lugar, los soldados ya no tenían forma de apuntar, eso sin mencionar el ataque de tos como efecto secundario, los invitados, el equipo de prensa, todos se vieron atrapados por la humareda, Masales al ver que la
situación se le salía de las manos, decidió no arriesgarse y corrió hacia la palanca del mecanismo desesperado por completar el trabajo, pero recibió un disparo a la altura del hombro poco antes de llegar, gimió un poco y se cayó de la plataforma, no murió, todavía puedo oírlo gimotear ahí abajo, en fin, supongo que eso era mucho pedir.
Es entonces cuando comienzo a oír los alaridos de rabia contenida de los reclusos que acababan de salir de los pabellones en masa, ignorando la dificultad de avanzar sobre el fango, disparando o directamente arremetiendo contra cualquier uniformado que se encontraran de frente, el motín ha comenzado.
La mayoría iba con el rostro cubierto, tanto para protegerse de la humareda como para refugiarse en el anonimato, (Ya saben, por si las cosas se van al caño), algunos consiguieron hacerse con las armas de sus antiguos custodios, fusiles con bayonetas, revólveres de servicio, espadas, sables, las típicas armas reglamentarias que encontrarías en el ejército regular, o en este caso, la policía local, pero el resto solo llevaba armas hechas por ellos mismos, tubos de cañería como si fueran garrotes, cuchillos y navajas hechos con cepillos de dientes, bombas caceras y... Alguna cosa hecha con un jabón, una liga y un segurito, en fin, cada quien se arma con lo que puede.
Al disiparse el humo puede apreciarse el resultado del caos desatado por los reclusos, el equipo de prensa y los invitados son rodeados, quieren lanzarse a por ellos, masacrarlos hasta cansarse, pero no pueden, alguien los retiene... Alguien que al parecer aún guarda algo de decencia pese a estar en este lugar.
- Parece que llegamos a tiempo, chico – Dijo Vitaly con una sonrisa de alivio, al parecer si se preocupaba por mí – ¿Te hicieron daño?
- No más del que sufrió él.
En tanto Vitaly y sus chicos me liberaban, me explicó cuál era la situación.
Si bien las cosas se habían calmado un poco en el patio de ejecución, la situación era diferente en la oficina del alcaide, un edificio de 3 pisos con una puerta doble que había cedido ante la revuelta, los guardias que lograron encerrarse allí les estaban plantando cara a las acometidas de los insurgentes, se las arreglaron para colocar una ametralladora en el pasillo principal, disparando a todo lo que ingresara por la entrada principal, algunos de sus compañeros no fueron la excepción.
Trepar por las paredes tampoco era una opción, había tiradores en la azotea disparando contra todo lo que no tuviera uniforme, y los pocos guardias que aún se defendían en el exterior estaban siendo rebasados, me explicó que era prioritario llegar hasta el último piso, donde se refugiaba el alcaide, pues en su oficina tenía la radio que le permitía comunicarse con la ciudad, con algo de suerte ya habrá pedido refuerzos, la necesitaremos para la fase 3 de nuestro plan.
- A todo esto ¿Dónde está Farsong? – Le pregunte una vez me quitaron esa maldita soga del cuello, no me había sentido tan libre en mi vida.
- Dijo que estaba terminando con la fase 1, no sé a qué se refería, pero él quería que te pasara el mensaje.
Así que están escondiendo a nuestros peces gordos ¿Eh? Tomando en cuenta que la fase 2 era iniciar el motín supongo que ahora me toca resolver el asunto de la radio. Je, supongo que esta es la señal de la que hablaba Farsong.
A lo lejos pude ver como desataban a mis compañeros de los postes, sí Raúl hubiera querido se hubiera desatado así mismo, probablemente lo hubiera hecho de no ser por ese
oportuno bombardeo de humo, una vez libres vienen hacía mí bastante (Y extrañamente, debo decir) entusiasmados.
- ¿Cuál es el plan, Eitan? – Preguntó Raúl.
Me gire hacía el edificio objetivo, había mucha acción ahí dentro, pero podemos hacerlo, sé que podemos, una vez dentro tendremos la situación bajo control, pero la cosa es acercarse, los tiradores del techo y esa ametralladora están muy bien ubicados.
- Antes de ir ¿Qué pasara con los rehenes, Vitaly?
- Los llevaremos adentro, donde no causen problemas ¿Por qué?
- ¿Podrías poner al equipo de prensa en su propia habitación? Me gustaría hablar con ellos más tarde.
- Mmm... Bien.
- Gracias ¿Tienes un arma?
Vitaly le silbó a uno de sus chicos, resultó que se trataba de Cuernos de Alce, se veía bastante nervioso, no tanto por la situación en la que se encontraba, sino por lo que cargaba en sus manos, una caja de madera con 4 pistolas RS-5, luego de que cada quien tomará una el tipo respiró tranquilo, como si le hubieran quitado un gran peso de encima.
- ¿No te gustan las armas? – Intuyó Tendou.
- No... No me gusta tenerlas cerca... No me traen buenos recuerdos... - Contestó mientras se rascaba el brazo de una forma casi errática, un tic nervioso tal vez, y dado que conozco su historia no me extrañaría.
- También necesitaras esto – Vitaly me entregó el sable de oficial que Masales siempre llevaba consigo, dejando de lado la ironía y los ornamentos que traía encima, seguía siendo un arma, y había que sacarle provecho. Para el resto les dio algunos cuchillos de cocina, algo degastados y carentes de
filo, de algo servirán – Lamento no poder ofrecerles más, pero no hemos podido ingresar a la armería, la llave debe estar en la oficina del alcaide.
- Nos encargaremos, Vitaly ¿Tú que harás?
- Asegurarme de que la situación no se descontrole con los rehenes, buena suerte.
Él y el Alce se alejaron a toda prisa, ahora depende de nosotros.
- ¿Seguros que ninguno de ustedes quiere el sable? – Quería sacarme esa duda antes de partir, no me molestaría ir solo con la pistola, si a alguien más experimentado se le da ese tipo arma pues mejor que se quede con él.
- Se te da mejor a ti, Eitan, esas cosas son muy ligeras para mí.
- El carmeliano tiene razón – Lo secundó Tendou – No me gusta meterme en el cuerpo a cuerpo a menos que sea absolutamente necesario.
- Opino igual, con una pistola estoy bien.
Bueno, sin objeciones, comprobamos la munición de nuestras armas y nos dirigimos al lugar acordado.
En medio del trayecto contemplamos mejor la destrucción ocasionada durante la revuelta, la cocina estaba ardiendo, algunos guardias bañados en fuego seguían saliendo por donde podían, se dejaban caer y rodaban por el suelo embarrado, nadie va ayudarlos, nadie va a extenderles la mano, esa es una forma miserable de morir.
Y no eran los únicos, algunos guardias eran arrojados desde las torres de vigilancia, una caída de unos 12 metros no es ningún chiste, y pesar de que el fango amortiguaba el impacto a la hora de hacer contacto con el húmedo suelo, aun podía escuchar ese crujido tan característico de los huesos al
romperse, siempre precedido por esos gritos de desesperación cuando alguien se percata de que la gravedad ya no es tu amiga antes de ser bruscamente silenciados, se me revolvió el estómago, me recordó a lo del Fuerte Díaz y a lo de Stone Know, sacudí mi cabeza e hice lo posible por no pensar en eso, pero cada grito, cada alarido, cada cuerpo que se desplomaba lentamente en el suelo me lo recordaba.
Ni bien llegamos a la entrada visualizamos mejor la situación, al parecer los ametralladores disparaban hacia afuera en ráfagas de 2 segundos o menos, los tiradores no eran capaces de dispararnos a todos a la vez, no obstante, para cuando llegamos ya había cuerpos desperdigados y despedazados por todo el lugar, principalmente en la entrada.
Nos apegamos a la pared tanto como pudimos y rodeamos la estructura, ya tenía un plan en mente, algo simple, pero inesperado para el enemigo, Fisher y Tendou se quedaron en la entrada acorde a las instrucciones, Raúl y yo nos posicionamos en la parte trasera, intercambiamos una mirada cómplice, sostuve el sable con mi mano derecha y mi pistola con la izquierda, nos reímos un poco... Y así comenzamos.
- Cuando quieras, Raúl.
Mi amigo beso su puño diestro como si estuviera bendiciéndolo y pidiéndole perdón por lo que iba a hacer. Sonrió y dijo...
- ¡Entrega especial!
Y con un impetuoso golpe de su puño, en el cual había canalizado tanta fuerza como su cuerpo le permitió, la pared cedió, un agujero enorme se formó, varios fragmentos de esta fueron expulsados violentamente hacia adelante, como la metralla dispersada por una granada al estallar, aturdiendo momentáneamente a los guardias que estaban a tan solo unos pocos metros de allí.
Ante nosotros, yacían 5 guardias, 3 de ellos operaban la ametralladora y otros 2 los apoyaban con sus rifles, probablemente estaban ahí en caso de que sus compañeros necesitaran recargar su arma, pero eso ahora de poco les serviría, expuestos, desprevenidos, totalmente indefensos, nada pudieron hacer...
El primero cayó por mi sable, un corte limpio a su cuello fue suficiente para que cayera y no volviera a levantarse, la sangre brotó de su cuello y dirigió sus manos hacía allí tratando de contener el sangrado, pero fue inútil, ya no había nada que pudiera hacer por él, la desesperación en sus ojos fue lo último que se quedó grabado en su rostro, alguien que sabía que iba a morir, y que probablemente iría directo al infierno.
Con un revés de mi diestra me deshice de otro usando el mismo método anterior, fue más de lo mismo, entonces elimine al tercero de un disparo directo al pecho, pude apreciar como una pequeña mancha de sangre se iba agrandado poco a poco en su uniforme, el pobre aún no se lo creía, no esperaba terminar así, lo cual me sorprende, después de todo es una posibilidad que siempre está presente en este oficio y si eso le añadimos corrupción, abuso de autoridad, trabajar en una prisión... Esa gente no suele vivir tanto, menos en Hoziron.
Raúl se encargó de los otros dos, el primero ya había muerto cuando entramos, un pedazo de la pared que salió volando por el impacto anterior fue a parar directamente a su cabeza, le había hundido casi toda su cara, exceptuando su mandíbula inferior, de hecho, la fuerza del golpe fue tal, que sus ojos habían salido volando de su cara, espero que al menos haya sido rápido.
El ultimó no tuvo tanta suerte, mi compañero le lanzó un golpe directo al vientre, y el pobre diablo se estrelló contra la pared, los golpes de Raúl son demoledores, el crujir de los
huesos, seguido de ese inquietante ruido que hace la carne al ser alcanzada por un golpe seco, y la sangre esparcida alrededor del cuerpo no era nada lindo de presenciar, parecía un mosquito que había sido reventado al estrellarse contra la pared.
Tendou y Fisher se sorprendieron un poco, pero no tanto como la primera vez, habíamos confirmado muchas cosas con ese simple movimiento, pero ya lo discutiríamos después, lo veía en sus ojos.
- Espera ¡¿Significa que pudiste sacarnos de aquí desde el primer día?! – Fisher protestó.
- Eh...
- ¡No me vengas con "Eh" carmeliano! – Fisher ya lo estaba sujetando del cuello de su camiseta, pero - ¡Cuidado! – Advirtió él, pues, terminó empujándonos a ambos para evitar los disparos de unos guardias que habían descendido a ver qué pasaba.
Tendou actuó de inmediato, y como si de puro instinto se tratase, apuntó su arma y liberó 2 disparos precisos que acabo con nuestros atacantes, sus cuerpos rodaron por las escaleras dejando algo de sangre en cada escalón por el que rebotaban hasta finalmente desplomarse en el suelo, Tendou se limitó a revisar los cuerpos en busca de algo de munición, no había mucho, pero compartió lo poco que tenía con nosotros, no le importó, se nota que lleva tiempo haciendo esto, trabajar como mercenario significa vivir de conflicto en conflicto, lo cual no escasea en Hoziron, ha pasado por mucho, y ha sobrevivido a cosas mucho peores de las que me pueda imaginar, pude saberlo con solo mirarlo a los ojos, cualquiera lo sabría con solo mirarlo.
Todavía se escuchaban disparos en el piso de arriba, probablemente estaban demasiado ocupados disparándole a
todo lo que se moviera en el exterior desde las ventanas, era nuestra oportunidad, así que, la tomamos.
Poniéndole fin a toda sutileza, entramos por todo lo alto, disparando contra todo aquel que intentase atacarnos, hace mucho que no usaba una pistola, así que, para asegurarme de que mis disparos fueran más precisos, tuve que acercarme demasiado a mis objetivos para que las balas no se desperdiciaran.
Avanzábamos juntos por el pasillo, Raúl y yo íbamos al frente mientras que Tendou y Fisher nos cubrían por los flancos, mi amigo y yo nos adelantábamos siempre que podíamos para entrar en el cuerpo a cuerpo, la mayoría de los guardias iba armado con un fusil de cerrojo, pero muy pocos contaban con la bayoneta reglamentaria, por lo cual, no nos costó tanto quitárnoslos de encima, los habíamos atrapados desprevenidos, algunos incluso estaban recargando, entre tanto los guardias más alejados eran abatidos por Tendou y Fisher, quienes gozaban de una mejor puntería que nosotros, estaban en su elemento, y no dejaba de sorprenderme lo eficientes que eran con las armas de fuego, me recordaban un poco Mason.
Las cosas se calmaron un poco al llegar a la oficina del alcaide, los disparos habían cesado, al menos dentro del edificio, ni siquiera pude oír a los tiradores del tejado, a lo mejor bajaron a confrontarnos y no nos dimos cuenta, como sea, nos apegamos contra la pared y movimos levemente el picaporte como si estuviésemos tratando de abrirlo, esperábamos que nos dispararan desde dentro, pero no lo hicieron, de hecho, se abrió con bastante facilidad, no tenía seguro, eso... No nos inspiró confianza.
Me decidí por entrar primero, independientemente de lo que pasara iba a salir bien parado de allí, no me gusta hacer de muro de carne, pero si soy el único que pude soportar tanto castigo físico entonces no queda de otra.
Pateé la puerta y apunte mi arma hacia lo primero que vi, y no fue otro más que el mismísimo alcaide en persona, era un viejo decrepito, bajito, calvo, pálido, algo panzón si me lo preguntan, y con bastantes cicatrices en la cara, una de ellas pasaba por lo que alguna vez fue su ojo izquierdo, en su lugar ahora solo tenía una cóncava vacía, no usaba parche para esconderlo ni ojo de vidrio para disimularlo, era como si quisiera alardear de ello, lo cual no me sorprendería nada viniendo de alguien que trabaja en la prisión, tal vez esa era su intención, intimidar al resto, imponer respeto.
Al parecer vestía un uniforme del Dominio, pero le hizo tantas modificaciones que no lo reconocí al instante, en vez de que el traje fuera negro él lo llevaba de marrón oscuro, muy oscuro, los patrones rojos se mantenían en su lugar, pero los botones, la corbata y la gorra de oficial estaban demasiado ornamentadas, tanto que destacaban por encima del uniforme.
El tipo se encontraba de pie al lado de su escritorio, fumando un cigarro de marca como si nada, leyendo unos papeles a la vez que escuchaba la estática de la radio, no se molestó ni en mirarnos, pero al menos se dignó a hablarnos sin quitarle los ojos de encima a lo que fuera que leyese.
- Entonces, finalmente se decidió a hacerlo, sin embargo, no tuvo los huevos para hacerlo en persona, y yo que pensé que ese tipo no podía caer más bajo.
- Señor alcaide – Tome la palabra, aunque no deje de apuntarle en ningún momento – Se acabó, ordené la rendición de sus hombres y...
- ¿En serio crees que eso servirá de algo? – Interrumpió él, todavía sin prestarnos atención - ¿Crees que esos animales se detendrán una vez hayamos bajado las armas? No se detendrán hasta haber esparcido nuestros sesos por todo el lugar, y no los culparía, después de todo, eso es lo que
hemos estado haciendo en este lugar... Por más de 15 años, el patio de ejecución siempre ha tenido concurrencia, y no importa a cuantos ejecuten, a cuantos traigan para dar "ejemplo", siempre hay más, siempre vienen más, rechazando el orden, enfrentándose a la autoridad, viviendo en constante anarquía.
- Ustedes provocaron eso, fue su culpa, abusaron del pueblo hasta cansarse, los usaron como quisieron, y los desecharon cuando ya no les fueron útiles ¿Qué creyeron que iba a pasar? – Respondí indignado, que la gente del Dominio se haga la desentendida o niegue sus crímenes como si nada, hace me que hierva la sangre.
- Por favor, muchacho ¿A caso ya has olvidado lo que hicimos por este país? ¿Has olvidado como era antes de que llegáramos? Un lugar inhóspito y triste donde la ley era inexistente, los crímenes estaban a la orden del día y el caos era la norma ¡Nosotros hicimos grande a este país! – Se molestó en mirarme solo para gritarme eso, luego volvió a ojear sus papeles - Pero no, la gente cree que es fácil, se niegan a entender que a veces hay que hacer sacrificios en pro de algo más grande que ellos mismos.
Probablemente se refiera a una época anterior al Dominio, no voy a negar que fuera mejor o peor a como es en la actualidad, después de todo, y por más que nos neguemos a aceptarlo, Hoziron siempre estuvo cambiando de dictador a dictador, de déspota a déspota, desgracia sobre desgracia, es muy fácil clasificar nuestra historia, tranquilamente puede medirse de régimen en régimen, muchos de ellos duraron décadas en el poder, algunos peores que otros...
Y sí me preguntan a mí, no es de extrañar si tomamos en cuenta que Hoziron fue fundado por mercenarios y bandoleros provenientes de todo el mundo, y no, eso no es algo que te enseñen en la escuela, no es como si trataran de ocultarlo ni nada por el estilo, simplemente lo omiten, basta
con leer algunos libros o preguntarle a la gente para saber más de nuestra historia, esa que nadie quiere contar, y nadie puede asegurar a ciencia cierta si evitan contarla por vergüenza, ignorancia, temor o terquedad, tal vez una mezcla de todo.
Así fue como el Dominio llegó al poder, con un golpe de estado, el régimen anterior a ellos se había ganado el descontento de la población a pulso, algunos tenían la esperanza que este horrido ciclo anárquico finalmente llegaría a su fin, pero todos sabemos cómo fue que terminó...
- Cambiar a un dictador por otro no es algo que sea digno de aplaudir, simplemente se invierten los papeles, señor alcaide... - Exprese, dejando entrever mi enojo en mis palabras.
- ¿Ah sí? – Se dirigió a mí bastante molesto, parece que lo golpeé donde le dolía, alguien que ha vivido tanto como él ha tenido que pasar por mucho - ¿Y que se suponía que debíamos hacer? ¡¿Dejar que nos pisotearan a placer?! ¡¿Quedarnos quietos a ver cómo nos despojaban de nuestras pertenencias, esclavizaban a nuestros hijos y violaban a nuestras esposas?!
- Que la víctima se convierta en verdugo es una cosa, pero que empiece a meterse con gente inocente no tiene justificación, ni por un lado ni por el otro, ustedes no son diferentes de Albarius o de Sandros.
- ¡No nos compares Sandros o con sus comunistas, muchacho! ¡Eso no te lo voy a permitir! Y Albarius... Si bien es cierto que ganó la primera guerra contra Growlion, lo cierto es que el crédito le correspondía al alto mando militar de ese entonces, por no mencionar que fue cosa suya empezar la guerra en primer lugar, no es de extrañar que sus generales fueran los primeros en conspirar contra él, ese tipo era un
incompetente que no sabía qué hacer con el poder, alguien tenía que sacarlo antes de que lo echara a perder.
- ¿Alguien como ustedes? Gran diferencia...
- No espero que lo comprendas, muchacho... – Dirige su mirada por última vez a sus papeles, luego de una ojeada rápida los deja caer en su escritorio (Los cuales no puedo leer desde aquí) y él se sienta en la silla adyacente a este – No estuviste ahí, pero eso ya no importa, no puedes sacarle información a un muerto, a menos... - Saca una jeringa grande y pesada que guardaba entre su ropa y en un rápido movimiento se la inyecta en el cuello – Que se lo preguntes en la otra vida...
Tendou y Fisher le disparan en el pecho y el alcaide cae de su silla, terminando inmóvil en el piso.
- ¿Qué fue eso? – Les pregunte a ambos.
- Nada bueno, si es lo que creo... - Contestó Tendou con un rostro que no ocultaba su preocupación.
Le apuntaban al cadáver en todo momento con sus armas, no entendí lo que pasaba... Hasta que fue demasiado tarde...
Cuando me acerque al cuerpo para comprobar sus signos vitales, vi como sus ojos se movieron hacía a mí, para cuando me di cuenta había salido disparado del edificio, un golpe me lanzó por la ventana, rompiéndola en el proceso y aterrizando en la tierra húmeda del exterior, ni siquiera pude ver lo que pasó, afortunadamente mi pistola y el sable cayeron cerca de mí, por lo que pude recogerlos rápidamente, mientras recuperaba los sentidos pude escuchar los disparos proviniendo de la oficina en donde me encontraba segundos antes, y no solo eso, escuche gruñidos y rugidos de algo grande y pesado, sea lo que fuese se movía frenéticamente por los pasillos del edificio, chocando violentamente contra las paredes, de la nada hubo un abrupto silencio, pensé lo
peor, ya me estaba preparando para volver, pero antes de dar un paso llamé a Raúl y al resto de los chicos, nadie me contestó... Y entonces...

¡BUM!

Algo salió violentamente de la estructura por la pared del último piso, arrojando escombros en el acto, y el estruendo que hizo al aterrizar a unos metros de mí provoco una onda expansiva que apartó el polvo en el acto, no parecía humano, ya no, su masa muscular se había incrementado, todo su cuerpo creció, sus extremidades ahora rebosaban de músculos que rayaban en lo grotesco y lo desproporcionado, tanto que su propia ropa se desgarró por ello, su saco no era más que un harapo que dejaba su pecho al descubierto, su otrora elegante pantalón rasgado de tal forma que ahora no eran más que pantalones cortos a punto de romperse con cualquier movimiento que diera, esta va a ser una pelea difícil...

- El Dominio nunca juega limpio ¿Verdad alcaide?Y con una voz gruesa e imponente, respondió...- Al final... Lo único que importa... Lo único que prevalece... Es la victoria... La tuya... O la de tu enemigo... Así ha sido siempre... Así es como siempre será... ¿No es así?

Mactavish

El Lamento de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora