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El último mes había sido de la misma manera. El yendo a ese parque cada viernes y sábado a las seis de la tarde solo para poder ver a aquel extraño que cada vez se convertía más en un conocido.

Los días habían pasado tranquilamente, llegando ambos a su lugar de encuentro al día siguiente de que se habían encontrado por casualidad, y aunque al menor le hubiera gustado verlo también el día siguiente, Louis le había dicho que eso no sería posible por su trabajo.

Llegaban cada tarde y se sentaban en la misma banca. Generalmente el rizado era el que más hablaba, contándole sobre sus pesados días de escuela y como el único momento que disfrutaba era sus pequeñas conversaciones. El mayor escuchaba todo con completa concentración, admirando cada pequeño gesto de Harry.

Le hablaba sobre las clases o como su amigo Niall lo había hecho ir a dirección ese mismo viernes ya que se le había ocurrido comenzar a lanzar bolas de papel por todo el salón, hasta que accidentalmente una dio contra la nuca del maestro.

A este punto Louis ya conocía demasiadas cosas del rizado. Sabía que había nacido un primero de febrero y que ahora había cumplido dieciocho mientras cursaba su último año de preparatoria, también que solo vivía con su madre ya que su padre había muerto. Sabía que cada halloween al menor le entusiasmaba demasiado la idea de disfrazarse, y que incluso pensaba las ideas meses antes, aunque solo usara el disfraz para estar en su casa mientras veia películas de terror solo. También sabía que en toda su vida había estado en más de diez escuelas distintas porque lo expulsaban o tenían que cambiar por el trabajo de su madre, con quien no tenía una relación muy estrecha.

Se había podido dar cuenta de cada pequeño gesto del menor, como sus ojos brillaban al hablar de música y lo avergonzado que se sentía cada que le cantaba una pequeña frase para después decir <<se que no soy bueno>>. O como sus hoyuelos se marcaban cada que Louis hacia algún comentario sobre su aspecto y lo bien que lucía, y ese pequeño tic de tocarse la nariz cada que se sentía nervioso, como la constante necesidad de acomodar su cabello, aunque este luciera perfecto.

O de cómo el rizado había comenzado siendo demasiado tímido y parecía que media cada una de las oraciones que decía antes de pronunciarlas, lo lenta y suave que era su voz, o lo mucho que tenía aquel acento británico marcado en él. Pero lo mejor de todo era que ahora esa timidez se había ido, porque ahora podía bromear con el sin necesidad de sentirse avergonzado por temer decir alguna estupidez.

Sabía que cada día después de la escuela iba a casa de su amigo para poder estudiar algo de lo que vieron en las clases, y que también era el medio de Harry para escapar de su casa. Y que ese castaño ruidoso del que tanto hablaba parecía ser su único amigo ya que jamás había mencionado otro nombre.

También le había dicho de lo mucho que le gustaba nadar pero que muy pocas veces lo había hecho. De como la única vez que fue a la playa fue cuando tenía seis años y que ahora se arrepentía porque jamás entro al mar por miedo de que alguna clase de monstruo marino aparecía de la nada y se lo llevara, hecho que le pareció demasiado tierno a Louis, diciéndole qué tal vez algún día podrían ir juntos al mar.

Le hablo de cómo la primera vez que vio nevar temió que la nieve lo comenzara a cubrir hasta el punto de enterrarlo en el suelo, y que fue corriendo hasta los brazos de su madre, quien después lo había llevado al parque para que perdiera el miedo a la nieve, y en su lugar, comenzó a hacer grandes ángeles en el suelo al lado de muchos muñecos de nieve deformes.

Había notado lo muy puntual que era Harry, estando siempre antes de que el llegara. Y que en cuanto sus ojos se cruzaban los hoyuelos que tanto le encantaban del rizado comenzaban a aparecer sin previo aviso.

Άλυμπος (Olimpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora