Siempre fue sencillo estar en su compañía, las palabras salían sin problema alguno y el solo podía reír de la forma más natural posible.
No podía evitar sentirse pleno y feliz cada que sus manos se rosaban por accidente, no cuando aquella bella sonrisa de dientes perfectos y belfos rosas eran dedicados hacia su persona, tampoco cuando esos enormes ojos almendrados podían enviarlo directamente al cielo cada que lo observaban, brillantes y anhelantes ocultándose en pequeñas líneas y pestañas risadas.
Todo iba a la perfección, su corazón palpitaba calmo en su pecho y sus mejillas se teñían tenue de carmín que era casi imperceptible, todo hasta aquel tres de diciembre que, aunque no lo quisiese comenzó a cambiar las cosas.
Aquel día el viento soplaba con furia, el cielo brillante se había ocultado bajo un manto de nubes grises que solo lo hacían triste y el simplemente no podía hacer más que el vano intento de abrigarse con sus brazos descubiertos, grande fue su sorpresa cuando un toque suave sobre sus hombros lo hicieron girarse para, durante lo que fue una extensa jornada, por fin encontrarse con esos ojos mieles que tanto amaba.
—¿Qué haces? — le escuchó preguntar de forma suave, mientras que con sus dedos acariciaba la poca extensión de piel visible gracias a la anchura del cuello de su playera blanca.
Su tacto se sentía correcto, suave y con dejes de cariño, no podía negarlo, le gustaba sentir como su piel lentamente se erizaba, la zona acariciada se calentaba de a poco y, si no lo conociese bien, estaba seguro que él también disfrutaba de torturarlo de esa forma.
Su boca enmudeció y sus cuerdas parecieron cerrarse lentamente cuando un tierno e inocente abrazo le fue otorgado brindando el calor que necesitaba en ese momento mientras que la brisa fresca continuaba agitando las copas de los árboles.
—Te estaba esperando— contestó mientras sus ojos brillosos observaban cada detalle de aquel rostro de piel suave que tantas veces había acariciado.
Su rutina era algo de lo que se sentían conformes, caminatas a medio día en los días que tenían libres, películas por las noches, y en la semana se dedicaban a acompañarse en los recesos y ayudarse con los quehaceres, su amistad se había forjado durante años y creían conocer cada detalle el uno del otro.
No recibió más que un simple asentimiento durante unos segundos, hasta que aquel rostro se deformó en una mueca como si hubiese recordado algo importante. El contrario rebuscó entre sus cosas en aquel enorme bolso que solía cargar día a día, hasta que por fin encontró lo que lo tenía tan ensimismado.
—¿Hobi? — lo llamó impaciente, si algo no le gustaba era la curiosidad que lo carcomía, pero todo se acabó cuando un enorme suéter de color vino fue puesto sobre sus hombros delgados.
El varonil aroma golpeó directamente en su nariz, adentrándose por las fosas y reconfortándolo de una forma que si era sincero lo había asustado.
—Está haciendo mucho frío y tu todo descubierto.
Hoseok sonrió una vez más y a veces se preguntaba si es que sus mejillas no se sentían dormidas de tanto hacerlo, siempre tan alegre y eso inevitablemente, lo hacía demasiado feliz.
Cuando llegaron a su hogar, intentó quitar la ropa ajena de su cuerpo, más un ceño fruncido y un puchero prominente le negaron toda posibilidad "se ve hermoso en ti" había dicho como si nada, como si aquel comentario no comenzara a alterar la calma que en ese momento su cuerpo albergaba, si solo supiera lo mucho que lo amaba.
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El tiempo, según la perspectiva de Taehyung pasaba relativamente normal, entendía que ahora Hoseok no tenía tanto tiempo para él, después de todo, las clases se habían vuelto más pesadas y al no compartir grados, no lograba ayudarlo como deseaba, pero de cierta forma, su corazón se reconfortaba y su alma se animaba cuando lo veía por los pasillos de aquella aburrida institución, y una vez más no podía dejar de anhelar y elogiar aquel corazón que se formaba en esos labios que ocultaban la blanca y brillante dentadura, así se sintió hasta que un oscuro día se presentó en su vida.

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I wish i was the one (O.S)
FanfictionE incluso la simple acción de respirar se dificultaba cuando lo veía alejarse de su mano con una mirada enamorada sobre el pequeño cuerpo que sonreía gustoso. Su corazón dolió de la peor forma, creándose en él una fisura imposible de reparar. Esta h...