Eran las cinco de la tarde y hacía mucho calor. En mi habitación me aburría, así que decidí salir a dar una vuelta por los pasillos solitarios del lugar, como de costumbre, no había nadie. Dentro de una semana era el cumpleaños de Brent, nunca me dijo la fecha pero, en su biografía de Facebook lo ponía. Estuve media hora vagando por el lugar, pensando en Brent. Yo, comencé a pensar que en realidad, aunque fuese raro a estas alturas, no sentía nada verdadero por él. Era el único chico que había conocido en mi vida, y sí, era perfecto, pero no lo conocía lo suficiente para eso. Supongo que Brent, en el fondo, opinaba lo mismo. Me sentía cansada, así que me senté en una silla. No tenía nada, y repito, nada, que hacer. Entonces pensé: “Voy a ducharme, creo que me ayudará.” Me levanté de esa horrible y anticuada silla, y caminé vagamente hacía mi habitación. Pero, en el camino, alguien me agarró del brazo.
-¡Ay!
Me giré, era Rose.
-Vale, tranquila, lo siento. Tienes visita.
Me quedé pensando, era… ¿sábado? En realidad, los sábados y los domingos no se podían hacer visitas. Puede que fuese Brent.
-¿Hoy es sábado? En sábado no se pueden hacer visitas.
-Lo sé, pero me han insistido mucho, no me ha quedado más remedio que hacerles caso.
No respondí, simplemente, puse mi cara de amargada, esa que pongo siempre que me dicen algo que no me gusta, y seguí a Rose.
-Vale, antes de nada, quiero que me prometas que no serás idiota y no dirás nada de lo que te puedas arrepentir.
-No prometo nada, pero lo intentaré.
Abrí la puerta y miré, eran mis padres, junto a… ¿Mi hermano? Ese chico, pequeño y rubio, ¿Era mi hermano?
-Emm… Hola.
Mi madre se levantó y me abrazó. Yo simplemente dejé que me abrazara, sin devolvérselo.
-Cariño… Ha pasado tanto tiempo…
-Ya.
-Ven, tenemos que presentarte a alguien.
Seguí a mi madre hacía la mesa y me senté, en frente se ese niño rubio como el oro.
-Mira cariño.- Dijo mi padre. –Él es Tobías, tu hermano menor.
Exacto, ese era mi hermano.
-Hola.
Dije sin ninguna clase de emoción.
-¡Hola! Tenía ganas de conocerte.
Dijo el crío, y me abrazó.
-Ya, supongo que yo también.
ESTÁS LEYENDO
El don de la luna.
Romance¿Un don o una maldición? Nunca llegué a saber de que se trataba. Viví encerrada en esa clase de manicomio la mayor parte de mi vida, y ahora, ahora he decidido explicar al mundo lo terrible que era ese lugar. Y Brent... Brent, fue realmente lo único...