¡A QUE TE BESO!
Por: Julieta GrahamTe vi, pero no te miré, le dije luego del changazo que se dio en medio de la plaza comercial, esa chica estaba haciendo sus compras, no es difícil de deducir después de ver sus paquetes desparramados a su alrededor, una de sus zapatillas de tacón de aguja había volado a unos metros de ella. Se encontraba roja de la vergüenza, la entiendo, siendo mujer perder el glamur en público no era nada en comparación con la lencería que al igual que su zapatilla estaba a la vista de los curiosos. En cuanto la muchacha cayó inmediatamente fui a socorrerla y vi un tercer detalle, su brazo estaba fracturado, creo que este no es su día. Ella sonrió y luego empezó a reír a carcajadas, unas lágrimas traicioneras comenzaron a salir para que al final terminara llorando. Con mucho cuidado la senté, le pedí que se tranquilizara, hizo el intento de levantar sus prendas, pero no se lo permití, primero estaba su bienestar. Saqué le teléfono y marqué al 911, se supone que es un número de emergencias, en lo que entraba la llamada, me dediqué a levantar sus compras, hice un segundo intento, marque uno, marque dos, espere en la línea... me alegra saber que no es urgente. Me quito la bufanda que mi madre me regaló en navidad e improviso un cabestrillo, le quito el calzado para que se pudiera desplazar más cómoda, los guardo en una de sus bolsas, a la hora de ayudarla para que se incorporara completamente resulta que no puede hacerlo, al parecer, se había luxado el tobillo. Sí, lo confirmo, no era su día. Tomé sus bolsas, la cargué, la llevé a mi coche y nos dirigimos al hospital que ella me indicó.
En el trayecto la miraba con el rabillo del ojo de vez en cuando, no es fea la susodicha, me pregunto si tendrá novio, no me debe importar y no le debo preguntar, nos hemos conocido en las condiciones menos idóneas y poco romántica, realmente sí la vi y también la miré, iba muy segura contoneándose hacia la salida de la plaza, y yo, a una de las tantas tiendas departamentales que la familia posee, como imán, ella me corresponde, nuestros miradas se fusionaron, como si nos conociéramos de antaño sentí el deseo de tomarla entre mis brazos y besarla, pero el destino quiso jugarnos una broma, dio un mal paso y se cayó. No sé si debo aprovecharme de las circunstancias, si esto sucedió, significa que existe la posibilidad de que la pueda ver otra vez. Empieza a quejarse, intento hacerle plática, las únicas palabras que habíamos cruzado era la dirección del hospital, después, silencio, estaba tan metida en sus pensamientos que no la quise perturbar. –"Un dólar por tus pensamientos"- La chica me ofrece una tímida sonrisa y se sonroja. No sé si piensa lo que yo estoy pensando, debe estar recapitulando lo acontecimientos. Presiento que no le soy indiferente.-"Pensaba que esto no le sucede a cualquiera, solo a mí. No lo tome a mal, pero tengo que decirle que usted tiene la culpa, su mirada es muy intensa, eso me hizo caer"- Reprimí una carcajada. –"Gracias por el cumplido señorita pecas." Ella tomó el color de un tomate maduro, sin poder evitarlo comencé a reír. –"¿Sabes? me caes bien, me agradas para esposa. A la señorita pecas se le iban a salir los ojos. Su brazo izquierdo acomodó su bolsa en el regazo, abrió el cierre, metió la mano, buscaba algo que no encontraba en ese momento de urgencia. Adelantándome a lo que pretendía hacer le dije que no era un secuestrador ni acosador, le recordé que yo tenía el volante y no nos convenía estamparnos y terminar en un hospital por su desconfianza. –"Está usted loco"- lo dijo en un susurro. –"Tiene razón, jamás había estado tan seguro en un deseo ni que mi corazón me gritara que usted es el amor de mi vida"- Ella torció una sonrisa.
-"...Candice White Andrew, veinticuatro años, docente, soltera, ¡no, como cree! No estoy embarazada, alérgica a nada, mi dirección es..."- Ella daba sus datos para su expediente clínico, titubeó para responder el siguiente dato, así que decidí intervenir, si nos íbamos a casar pues que todos se enteren de una vez: -"Terrence Graham, su prometido... sí, esperaré a que le realicen las radiografías."- Por la expresión de su rostro sorprendido de incredulidad me hace dar cuenta que ella no cree en lo que le he dicho. Me pongo de cuclillas, tomo su rostro, le doy un beso en su frente y le propongo darle otro mejor si se porta bien con el personal médico. Ya no le dio tiempo de contestarme, se quedó muda en ese instante, cuando lo iba a hacer, la enfermera tomó la silla de ruedas y se la llevó.
En lo que atendían a la señorita pecas, realicé un par de llamadas, debía justificar mi ausencia en la empresa y cancelar los compromisos del día, mi padre se enfadó, ya luego se le pasará, de ahí, fui a comprar una silla de ruedas, estoy seguro de que le va a hacer falta, pido la cuenta de la atención médica. Sonrío de medio lado, ¿se imaginan lo que estoy maquinando? Cualquier pretexto será bueno para verla otra vez y aunque no hemos platicado mucho, infiero que se va a enojar por tomarme atribuciones que no me corresponden, pero si ese es el costo de estar con ella nuevamente, lo soportaré. Anoto en la agenda del dispositivo sus datos personales, me será útil por si la dama pone resistencia a mis encantos. Un médico solicita la presencia de los familiares de la señorita White, me pide firmar una autorización para operar ya que tenía una fractura luxación de tobillo, en cuanto el brazo, nada que un yeso pudiera solucionar. Me las arreglé para que ella pasara un par de días en el hospital, tiempo suficiente para conocerla un poco más y me diera la oportunidad de conocerme también y así, no tuviera dudas de aceptar a futuro una invitación a salir. Fui de nuevo a caja, pagué y salí del hospital a comprar rosas, globos y un buen libro Shakesperiano. Estoy seguro de que eso la animará. Mi madre preocupada me llama para preguntarme en donde estoy, miro la hora, es
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A QUE TE BESO
FanfictionHistoria compartida con la autorización de su Autora...JULIETA GRAHAM Los personajes de Candy y Terry no me pertenecen, son propiedad de sus creadoras Keiko Mizuki y Yuriko Igarashi...