The Omega Of My Nightmares? +18 (Park JiMin)

C A P Í T U L O: XXIV

—No creí que estuvieras despierta tan temprano.— murmuró sobre sus labios. El silencio y la mueca de la joven le confirmaron lo que ya sabía. —No dormiste ¿verdad?— le dedicó una mirada desaprobatoria, más no dijo nada.

—JiMin..- —el mencionado solo la llevó hasta su cama y se recostó en ella, palmeando el espacio libre.

—Debes estar cansada.— afirmó.

Cuando la omega se posicionó a su lado la atrajo en un abrazo cómodo y esperó pacientemente a que se durmiera, lo cual no llevó mucho. Detalló su rostro y no importaba que tan desvelada estaba o que tanto había consumido siempre se veía perfecta. Era algo irreal, incluso llegó a preguntarse si no era un ángel caído que pagaba aquí sus pecados, el pecado de ser tan bella. Sus finos y rosados labios eran la tentación pura, sumando esa voz aterciopelada que empleaba cuando quería algo, pensó que así veían Adán y Eva la manzana. Acarició sus azulados cabellos, tan suaves como la seda misma.

—eres ilegal— susurró como si del mayor de los secretos se tratara.

No tardó mucho en quedarse dormido, aunque estaba hipnotizado por la peli azul el sueño lo golpeó de manera confortante, como si allí fuera su lugar.

El recorrer suave de unos fríos dedos en su torso lo despertaron. Los dígitos delineaban cada unos de sus músculos, abrió rápidamente sus ojos cuando sintió presión en su pezón.

La carcajada resonó en toda la habitación, tan melodiosa para él y su lobo. —No finjas que estas dormido, Adonis.

—Solo intentaba disfrutar de tus caricias— justificó con voz somnolienta.

La menor se subió a horcajadas sobre su abdomen. Le dedicó una sonrisa, una que nunca había visto, era realmente hermosa, destilaba inocencia. -¿cómo puedes ser tan linda aún recién despierta?- cuestionó ronco.

—Genética Shin— contestó acariciando la mandíbula del rubio.

—¿Quiere decir que nuestros hijos se verán lindos aún en la mañana?

—así es, Adonis.— compartieron un beso que no tenía otras intenciones más que disfrutar de aquel simple contacto.

Nadie advirtió cuan doloroso iba a ser el futuro, no se pude construir un castillo en base de arena y más temprano que tarde todo su vendría abajo, como una simple casa de naipes.

—Cuéntame de tí, ¿qué hacías antes de entrar a la academia de danzas?— preguntó sirviendo un tazón de kimbimbap para cada uno.

—Valla, esa es una buena pregunta.— afirmó tomando los palillos. —Supongo que debo comenzar diciendo que SaYeon no estaba para nada contento de que usaran la voz de mando conmigo. En mi niñez lo más grandes la usaban como forma de "abuso" y hasta un día escuchó como uno de los que estaban acargo de cuidarnos la usaba para que hiciera silencio y me quedara quieta. Así que decidió mandarme a un lugar donde endurecieran mi carácter.

—¿Defensa personal?— inquirió con total curiosidad, la omega negó con una risita.

—combate en jaula.— anunció, logrando escuchar un jadeo de sorpresa. —en ese tiempo también iba YoonGi. A pesar de ser un alfa era como un dumpling, suavecito y tierno. Cuando llegue por primera vez tenia a todos gritando sobre mí, hasta los omegas. "Qué harás si rompo tus dientes" gritaban y yo solo podia llorar no sabía hacer otra cosa. Cuando me mandaban a las jaulas era lo peor, siempre perdía, en ocasiones SaYeon dentenía el combate y aunque los demás se negaban el simpre fue imponente.

—¿Y no dejaste de ir?— preguntó incrédulo.

—Nah, era demasiado cobarde como para dejarlo. Luego mejoré, si alguien me gritaba instantáneamente la invitaba a demostrar que tanto podía hacer en la jaula. A veces ganaba y a veces perdía, pero nunca dejaba de enfrentarlos por más intimidanted que sean. Las luchas contra los alfas eran las peores, ya que tenian ventajas, podían usar la voz de mando, hasta que me acostumbré a ella e hice caso omiso a su órdenes. Solia luchar con YoonGi, dentro y fuera de la jaula y siempre perdía. Competí unos años y al final me retiré al perder contra un alfa. Y me uní a la danza.— dió por finalizada su historia.