parte única.

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Al contrario de la creencia popular, Amy deseaba una ceremonia sencilla, pequeña y corta, porque pensaba que el día de su matrimonio sería agridulce, pero no fue así. Fue hermosa, llena de risas y amor, y a pesar que no hubo muchas personas en su gran día, estaban las correctas y por supuesto, él.

Que no hacía nada más que mirarla con esos hermosos ojos verdes que atravesaban su alma con tanta dulzura que la enternecía hasta la médula, pero ahora no podía describir lo que había en sus ojos tras separarse de un profundo beso.

—Te amo tanto— dijo él con un tono levemente ronco en su voz—, demasiado. Como nunca imaginé amar a alguien.

De verdad había algo en ella que le provocaban ganas de llorar, era un conjunto de cosas. La mano de su esposo en su nuca, enterrando suavemente sus dedos en su pelo, la manera en que su cuerpo estaba inclinado hacia ella, la manera en que la miraba, su rizos oscuros cayéndole por la frente y aquella sonrisa que la mataba lentamente desde pequeña.

—Yo también te amo, Lauz—respondió.

—Lamento que me tomara tanto tiempo verte—dijo con la voz quebrada y los ojos vidriosos—, darme cuenta de que todo lo que he necesitado este tiempo eras tú, pero te veo ahora y nunca me perdonaré lo que te hice sufrir, pero pasaré todos los días de mi vida tratando de hacerte feliz, esposa mía.

—Ya pasó, Laurie— refutó, acariciando su mejilla con su mano libre—. No hay que llorar por la leche derramada, ya pasó y estamos aquí.

Una sonrisa apareció en sus labios.

Ambos sentían esa profunda necesidad, tan arraigada en ellos como la propia piel, de tocarse, besarse hasta que se les acaba el aliento, así que, cerraron todo espacio entre sus labios y poco a poco fue profundizándose, a medida que las manos intrépidos de Laurie se movieron hasta la espalda baja de la rubia y la atrajo contra sí, y ella no pudo evitar solar un suspiro de placer.

Pero necesitaban más, más aún, porque todavía había espacio entre ellos, por lo que Amy se movió contra él y generó un roce entre sus pechos, vestidos por la camisa de dormir de la rubia y camisa blanca de Laurie—quien no se había cambiado pijama aún—, y sin embargo, no era suficiente.

Necesitaba tocarla más, así que, sus manor comenzaron a acariciarle la espalda, subiendo y bajando lentamente por su columna vertebral— evitando los costados de ella—, dejando a la rubia con la boca abierta mientras que él necesitaba recordarse ir lentamente.

Tenían todo el tiempo del mundo, no habia porque apresurar las cosas.

Amy devolvió las caricias, pasando sus manos por la espalda, especialmente por los hombros del ojiverde y estrechándolo contra sí, poco a poco comenzaron a caer sobre el colchón con ella encima de él.

Se separaron lo suficiente como para mirarse y se sonrieron.

—Te amo tanto, esposa mía—dijo Laurie, mirándola con tanta intensidad que hizo que la rubia se sonrojara con aquel apodo y su mirada—. Déjame cuidarte y amarte— pidió colocando sus manos en las mejillas de ella.

—Claro que sí, mi señor.

—¿Mi señor?—preguntó él, alzando la ceja con un ligero tono de burla en su voz.

—Bueno—contestó ella, relamiéndose los labios—, si tu me llamas esposa cada cinco minutos es justo que yo tenga un apodo para ti.

—Me parece—susurró él contra sus labios.

Luego de un par de minutos en esa posición, él volteó con cuidado a su esposa sin dejar de besarla en ningún minuto y fue bajando pausadamente sus labios hasta su cuello y clavículas.

LOVE OF MY LIFE (one-shot) | Amy & Laurie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora