En el jardín de una gran mansión se encontraba cierto azabache de ojos rojos sentado en medio de un rosal, el cual recordaba muy bien que le gustaba a su amado, lo había perdido hace más de 100 años, sin embargo el dolor y el amor que sentía todavía estaba latente, estaba mirando el negro cielo del infierno, recordando las sonrisas que aquel niño en muchas ocasiones le ofreció, las tontas discusiones que tenían, los buenos y malos momentos que habían tenido, en su mano tenía una de las rosas blancas que había a su alrededor, recordaba los paseos que daban entre estas tomados de la mano, riendo, e incluso los largos besos que se daban entre estas, sintió una presencia femenina entrando al jardín, giro un poco el rostro para ver a una mujer de cabello castaño y lacio, piel blanca y ojos verdes.
-Imagine que te encontraría aquí- dijo ella.
-¿Qué quieres Dabria?- pregunto el azabache con fastidio.
-Vamos, ¿no podrías ser un poco más amable conmigo?- hablo la castaña fingiendo estar dolida –no seas malo, volvamos a los viejos tiempos, aquellos en los que los dos nos divertíamos- lo último lo dijo de modo seductor.
-No empieces otra vez con eso, sabes que no pasara- estaba cansado de que siempre le estuviera diciendo lo mismo, varios siglos atrás habían tenido una relación física, pero solo había sido eso, nada más.
La mujer se acercó al azabache y se arrodillo atrás de la espalda de este intentando abrazarlo por los hombros, pero este se levantó dejándola en el suelo, sin embargo esta no se rendía, rápidamente se levantó y fue hacia él, pasando sus brazos por el cuello de Sebastián intentando besarlo, sin embargo el azabache se movió evitando el beso pero sin lograr soltarse de ella.
-Dabria lo mejor será que te detengas, no me quieres enfadar- hablo el demonio serio, ya estaba harto de la situación.
La castaña soltó un suspiro, no lograba entender cómo es que aquel mocoso seguía interponiéndose entre ella y él, pero no se rendiría, seguiría buscando el modo de estar con Sebastián, después de todo aquel niño hace mucho que había muerto, y tarde o temprano el hombre tendría que olvidarlo, o al menos eso era lo que quería creer, el azabache la separo de él y se alejó un poco de esta.
-Que te quede claro Dabria, yo no voy a volver a tener aquella relación contigo, si quieres una amistad bien, sino, puedes lárgate.
-Tranquilo, no es para que me hables así, solo…
-Nada- la interrumpió el azabache –no creas que no veo lo que intentas hacer, buscas reemplazar el lugar de Ciel y es algo que no vas a hacer nunca.
La castaña frunció levemente el ceño y se alejó un poco de él, ella no quería reemplazar al niño, quería ser mucho más de lo que fue aquel mocoso para el demonio.
-No puede ser que todavía sigas con eso, él ya está muerto y lo sabes, un demonio como tú, teniendo la posición que tienes y te rebajas a estar pensando aun en ese estúpido niño e… ¡AHG!
La castaña se encontraba sujetada del cuello por parte del azabache, quien la estaba asfixiando por decir tal cosa de su amado, sabía perfectamente que él estaba muerto, que no regresaría, sin embargo no permitiría que nadie hablara mal de él, a todo aquel que se atreviera a hacerlo solo moriría por tal atrevimiento.
La demonio aunque trataba de liberarse no lo lograba, solo hacía que el ojos carmín hiciera más fuerte el agarre, este se encontraba con el ceño fruncido y en sus ojos se podía ver una gran ira.
-No te atrevas a decir eso de nuevo, aunque dudo que lo vallas a volver a decir- dijo esto último apretando aún más fuerte, a punto de romperle el cuello –tú no tienes ningún derecho a decir nada de él, no lo tienes permitido, nunca lo conociste por lo tanto no sabes nada de él, solo…- se detuvo al escuchar que lo llamaban para un contrato.
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¿SE REPETIRÁ LA HISTORIA?
FanfictionDespués de muchos años de la muerte de su amado Ciel, Sebastián seguía haciendo contratos, los cuales no duraban mucho, ¿Qué pasara ahora que vea a la persona con la que hará un nuevo contrato?