Capítulo X

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Traté de no pensar en esa chica en toda la noche pero fue imposible no levantarme en la mañana con ese pensamiento de... la pelirroja.

Fui a la librería a trabajar como de costumbre y aún esa chica permanecía en mis pensamientos. Las primeras horas transcurrieron con tranquilidad hasta que llegó el chico necio.

La campanilla resonó apenas pisó el lugar.

—¿Por qué te fuiste ayer de la feria? —Inquirió Samuel al caminar hacia mí. Traía una gorra azul con la visera hacia atrás, una camiseta de blanca con un "Fuck matemáticas" en el centro y unos pantalones cortos.

—¿Seguro qué odias las matemáticas cómo lo dice tu camiseta? —Dirigí mi atención a la camiseta del chico.

La observó.

—No, en realidad amo las matemáticas —explicó al volver a mirarme—. No cambies el tema.

Negué con cansancio y fui a tomar mi almuerzo.

—¿Acaso tienes qué regresar a esa hora de la noche Cenicienta? Porque ya son dos noches en las que te pierdes y me dejas solo... —Preguntó al caminar en mi dirección—. Bueno solo no, la primera noche me quedé con Sydney y anoche con...

Marie...

—¡Exacto! —Exclamó Samuel ante mí pensamiento en voz alta—. Sí, ella. Es linda por cierto, me acompañó a casa porque ¡alguien se esfumó!

—Sí, sí, sí —callé. Además tenía que dejar de pensar en esa chica, estaba en mi cabeza, salía a las conversaciones como hace unos segundos.

Samuel llegó al lado del mostrador.

—Sabes, estoy comenzando a sospechar de ti —culpó Samuel con su dedo índice cerca y sus ojos azules entrecerrados.

Me hizo fruncir el ceño.

—¿Y ahora qué jodido juego te traes?

El chico señalaba y aún me miraba como si fuese culpable, su dedo subía y bajaba lentamente examinando y culpando.

—¿Te qué pasa demente? —Pregunté al verlo tan concentrado en mí.

—Estás cochino, Andrew —respondió con rapidez sonriente.

—Pero... ¿De qué hablas?

—No te hagas la víctima —culpó con rapidez que me hizo sonreír.

—¿Cuál víctima?

—Eso diría una víctima, puerco —estaba casi encima del mostrador culpándome.

No puede evitar sonreír ante el extraño chico culpándome sobre algo que ni siquiera sabía.

—No sé de qué jodida locura estás hablando. Se te cruzaron los cables —el chico no se inmutó ante mi comentario.

Me concentré en mi almuerzo que reposaba también en el mostrador.

—Tú sigue haciendo el papel de víctima, sé que en algún momento te revelarás solito, llegarás a mí diciéndolo todo. Ya verás Andrew, ya lo verás —su expresión seria me hizo sonreír y caer en risas suaves.

Me fue un poco difícil tragar la comida porque reía. Se sentía nostálgico la forma de hablar del chico, su forma de ser, su actitud, me recordaba tanto a... Dániel.

—Ya verás —añadió aún señalándome.

—¡¿De qué hablas?! —Inquirí entre risas que resonaron en la tienda.

Samuel me observó directamente a los ojos.

—De que te gusta la chica esa pelirroja... Eh... Marie. Te gusta ella. Pillin —finalizó con una mirada pícara.

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