Capítulo 12

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Los días en Irlanda habían pasado volando y agradecía por esos momentos, los necesitaba. Necesitaba el reencuentro de mi familia, lástima que mis hermanas no estuvieron presente para crear nuevos recuerdos y atesorarlos. Se daría en otra ocasión.

Mi estancia allí se resumía en duelos de prácticas con Liam, en lecciones con Amadelia sobre el reinado y tardes con Christopher interpretando obras de Shakespeare. La actuación no era lo mío. Y no se me puede olvidar mencionar las noches escuchando a mi tía recitar las palabras de mi papá escritas en papel. Dormía más segura y tranquila pensando en su yo de joven disfrutando su juventud. Aunque Valery no pensara lo mismo ya que estaba ausente y no podía dormir conmigo, de seguro y dormía con Charlotte; no, miento, ella no soportaba compartir cama así que probablemente durmiera con Alicia.

Al momento de irme me aseguré de llevarme el segundo diario, el primero ya lo había acabado y quedó en manos indicadas. Por mi me quedaría toda la vida en Irlanda pero Inglaterra ya me estaba reclamando, irónico, como si mi presencia hiciera alguna diferencia. El viaje había sido muy rápido como para prepararme mentalmente de lo que me esperaba. Mi cuerpo dolía por el entrenamiento físico sin descanso, me gané algunos moretones en la mano por mis tendones ya cansados de soportar el peso de la espada, sin embargo lo disfrutaba, tan masoquista y retorcido se escuchara.

Me trasladaron al palacio y algo no me daba buena espina, empezando que me habían dejado en la puerta trasera. Entré y no me molesté en saludar a los sirvientes, algunos se acercaron a mí a preguntarme donde había estado o si me encontraba bien y les respondí sinceramente. No todos tenían la confianza de dirigirse directamente a mí pero me gustaba que los pocos que la tenían se sintieran seguros conmigo. Lo apreciaba.

Rubén apareció a mi lado para guiarme a mi alcoba, traté de seguirlo pero sus piernas largas daban pasos más grandes y más si iba tan apresurado. Pregunté cuál era la razón de su estado y solo me dio su silencio por respuesta. Llegué a mi habitación y se encontraban dos mucamas esperándome.

—Ya viene aseada, arréglenla lo más rápido que puedan. —dijo Rubén cerrando la puerta.

Las mucamas me despojaron de mis prendas e iniciaron a vestirme. El corsé tenía las mismas medidas que la última vez pero ya no me apretaba tanto. Genial Amelia bajaste de peso, por lo menos ya no sentiría que no podría respirar con esa cosa puesta. Me vistieron de la manera más veloz posible, tanto que no pude alcanzar en cambiar la cadena colgada en mi pecho. Luego de arreglar mi imagen terminé en la entrada de la sala de juntas en una línea con mis hermanas.

— ¿Recordaste que tenías familia aquí? — reprochó Charlotte al final de la línea.

— ¡Amel, volviste! Por favor no me dejes sola de nuevo con la gruñona de Charlotte. —exclamó Valery abrazándome a lo que Rose nos silenció con un gesto. Le di un pequeño toque en su nariz con mi dedo y me conduje hasta el lugar de Evangeline.

La halé por su cintura y le enseñé el libro que había tomado de la biblioteca de Liam. Ella abrió sus ojos con sorpresa por la portada.

— ¿Lo tenías tú?

—No, lo encontré en unos de los rincones de la biblioteca de Liam. Pensé que ya era hora de estrenar tu regalo de navidad de hace seis años. —Evangeline me rodeó en sus brazos tomándome desprevenida. Le devolví el abrazo de la misma forma. Oh, esto era nuevo. Una muestra de afecto directa por la vanidosa de mi hermana mayor.

—Me hiciste falta. —susurró en mi oído y me apretó más fuerte. No quería llorar, no era una llorona, o eso creía pero era la primera vez en años en tener una muestra de afecto de ella. Le devolví el abrazo con la misma intensidad. —Es decir, tampoco es como si te presto atención pero se sentía extraño no ver tu horrendo vestido salmón por los pasillos. —reí por lo bajo deshaciendo el abrazo.

I Choose My DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora