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Si alguna vez sembraste una pequeña semilla, bajo tierra, y le diste sus cuidados necesarios, agua y sol de manera adecuada, de seguro conforme el tiempo transcurría, lograste ver tu ser vivo florecer. Lo convertiste en algo.

De tal manera en que creció tu planta, YoungJo ya había llegado a su edad más deseada.

Veinte años exactos. Su vida había cambiado drásticamente. Ya no era un niño curioso, juguetón o un soñador artístico. Ahora, era un valiente príncipe, que sabía cómo defenderse ante cualquier amenaza, su padre seguía orgulloso de él.
Sin embargo, lo único que no había cambiado, era su pasión por el arte. Continuaba dibujando y pintando en secreto, en la noche. Siempre se sumergía al sótano, después de asegurarse que el rey estaba dormido.

-¿Estás listo?.

Al fin, se venía el día en que las puertas del castillo abrirían y el príncipe sería reconocido en su nación, después de veinte años de encierro, ahora sería el momento en que tendría que conocer el pueblo, y en donde ellos le verían por primera vez.

YoungJo por su parte estaba tan ansioso, que no dejaba de moverse. Parecía un niño tan contento. Como el menear de un aerosol, antes de su uso.

No era la primera vez que usaba un vestuario formal, digno de la realeza. Pues usualmente los portaba en días festivos, cumpleaños familiares, día de la nación, e incluso navidades, entre otras más celebraciones. Y esto se comenzó a hacer desde que cumplió sus 16 años de edad.

No estaba nervioso, pues de verdad le entusiasmaba mucho, la idea de salir, tenía en mente como sería el pueblo.

Subió a la carroza que era jalada por equinos blancos. Exclusivos para la realeza, mientras que las otras llevaban caballos morgan, quienes llevaban alguna guardia de seguridad, y los sirvientes, como el caso del señor Ahn.
Aquellos iban adelante y por detrás, dejando a la familia real en medio.

Las puertas se abrieron y tuvieron que esperar hasta llegar al pueblo. En el camino, YoungJo iba fascinado viendo los pinos verdes y altos que le rodeaban, jamás había visto vegetación tan bella y natural. Era increíble ante sus ojos y demasiado grandes.

Su recorrido lo sintió muy corto, gracias a todo el paisaje que había visto. Seguido de ello, las puertas al pueblo se vieron, y de inmediato se abrieron, dejando ver una gran comunidad.

No era para nada como el joven se lo imaginaba, sin embargo, le había fascinado. Era muy colorida, rústica y noble, no se podía comparar con el castillo.

Había mucha gente que le recibía, pero nadie le veía.
Las carrozas se detuvieron en el punto centro del pueblo en donde las puertas fueron abiertas y los sirvientes ayudaban a cada uno a salir.

El rey, fue el primero, la reina la segunda. Y por último aquel anhelado príncipe, en el instante que este salió, muchas mujeres (en especial chicas de su edad), comenzaban a cuchichear lo admirable que era.
Realmente cumplía con sus expectativas. Tenían a un príncipe totalmente guapo.
Las mujeres del pueblo no le quitaban la vista encima, y aunque YoungJo se sintiera raro con ello, debía mantenerse en postura y firme.

Se ubicaron frente a la iglesia del pueblo, en donde el sacerdote los esperaba.
Realizó una ceremonia, seguido de un juramento. Todos fueron invitados.

El rey se acercó junto al sacerdote y tomando la corona (de tamaño pequeño a comparación de la que el rey llevaba) juntos la colocaron sobre la cabeza de YoungJo.

-Con esto concluimos la presentación de Kim YoungJo. Su príncipe, futuro rey de nuestras tierras.-Mencionó su padre, muy orgulloso.

Dicha acción, el pueblo comenzó a hacer escándalo, celebrando y alabándolo en alto, todos totalmente contentos de conocer a su príncipe, haciendo una gran fiesta a su nombre.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora