Superheroes.

Capítulo 1: "Aiden, el chico invisible."

A los ocho años mis padres llamaron a la policía porque formé un corto-circuito en una pelea con mi hermano. Ellos pensaban que me estaban ayudando con eso,-pero más bien trataban de convencerse a ellos mismos de que realmente lo hacían-aunque ni idea tenían del infierno donde me estaban metiendo. Luego de ese día no volví a verlos. Un agente de policia me tomó por sorpresa, creyendo que yo era una "cosa" maravillosa que le había ocurrido al mundo, y decidió mandarme al otro lado de América para que unos idiotas hiciesen experimentos con mis moléculas. Al poco tiempo descubrieron que era algo que a pocas personas le pasaba, que era grandioso, y que había más personas en el mundo con ese problema-virtud.-Yo prefería llamarlo desgracia-. Cinco meses después de haber estado encerrada en ese húmedo cuartel, llegaron otros cuatro chicos con poderes distintos a los míos. Nos entrenaron a todos cómo si nos fueran a enviar a la tercera guerra mundial y nos trataban como a unos malditos exclavos. Al principio ellos me hicieron confiar, pero con el paso de los años todos nos dimos cuentan que nos utilizaban para su propio beneficio. Y como consecuencia, aquí estámos. Lo más lejos posible de ese cuartel del que tanto nos costó escapar. Cinco chicos con poderes, y entre ellos yo, la torpe Chispitas que no podía controlar todo mi poder.

"¡¿POR QUÉ NO TE CALLAS, BIANCA?! ¡ESTOY DE ESA MALDITA CANCIÓN HASTA LAS NARICES" gritó Jordan tapándose los oídos y fulminando con la mirada a una Bianca que en ningún momento paró de cantar.

"AND WE CAN'T STOP, AND WE WON'T STOP!"

A Bianca le había dado por escuchar música muy-demasiado alta y cantarla a todo pulmón, para no tener que escuchar los pensamientos de su alrededor, eso era algo que le ayudaba en el control máximo de su poder y además era el único consejo que le habían enseñado en el cuartel. Cada semana ella memorizaba una canción distinta y cuando entraba en un lugar lleno de personas la cantaba en voz baja para calmar el ajetreo de voces en su cabeza. Tener que escuchar los pensamientos de cada unos y todos de nosotros debería ser tan agotador. Pero no tanto como escuchar la versión camionera de Miley Cyrus.

Aunque a pesar de todo, ninguno de nosotros querría recoger los sesos de Bianca si su cabeza explotase, así que preferimos escucharla cantar.

O no.

"¿Podrías ayudar, Chase?" pidió 'amablemente' Jordan apretando la mandíbula. Bianca tenía la música tan alta que ni siquiera se dio cuenta que ambos chicos la fulminaban con la mirada. Chase se posicionó detrás de la cantarina.

"Claro amigo" sonrió de lado y alzó su mano, mostrando su palma abierta a la espalda de Bianca, la hizo subir hasta el punto que su cabeza tocaba el techo. Ante el hecho de ser levitada en contra de su voluntad, la rubia comenzó a chillar y dar patadas en el aire.

"¡Bajádme estúpidos!" exclamó pataleando como una posesa y abrió mucho los ojos, mirando fijamente a Jordan. "¡Yo no soy ninguna histérica, pequeño trozo de mierda! ¡Y si no me sueltan os rompo la ca-" Y segundos después, el trasero de Bianca impactó contra el suelo. "Te mato"

"¡Para qué la sueltas, estúpido?!" chilló Jordan levantándose de su sillón. "¡Corre, subnormal, corre!"

Ambos comenzaron a correr alrededor mía, en círculos, mientras que Bianca trataba de alcanzárlos. La mano de mi amiga se paseó por delante de mi cara un par de veces, hasta que logró tomar la camisa de Chase y lo empujó hacía atrás, haciéndole chocar con Jordan y que ambos cayeran al suelo.

"Te, voy, a, matar, imbécil" Bianca golpeaba el rostro de Jordan con su mano formando un pequeño puño. "La, próxíma, vez, levitas, a, tu, abuela"

Y cuando vi que se iba a dirigir al pobre Chase, supe que era mi momento de poner fin a toda esta mini pelea diaria.

"¡Ya basta, panda de gandules!" exclamé, pero nadie me hizo caso. Sentí las luces titilar y hice mi mayor esfuerzo por contenerme. "¡Estáos quietos, chicos!" Nada. Bien. "¡QUE OS ESTÉIS QUIETOS, JODER!"

Y ya no había luz.

"Ala, ya me habéis tocado las narices para el resto del día, imbéciles."

"¡ME CAGO EN TODO!" escuché los gritos desde la planta de arriba y me golpeé mentalmente la cabeza por haberme olvidado del pequeño detalle de un quinto inquilino. Vaya por Dios. La luz volvió segundos después, cuando sus pisadas en las escaleras se hicieron presentes.

Estoy muerta.

Un moreno cabreado apareció por la puerta e inmediatamente sus ojos oscuros chocaron con los míos, y su dedo índice apuntó mi pecho.

"¿Qué cojones has echo esta vez, Chispitas?" pronunció mi sobrenombre con el típico desprecio que había en su voz, pero ahora él estaba haciendo incapié en las palabras.

No era un secreto que él me odiaba, y tampoco hacía nada para que no se notase.

"Ellos no paraban, y tuve que actuar" Murmuré explicándome, o al menos, tratándolo.

"¿Cortando la maldita luz?" inquirió con la ceja alzada.

"Sabes que es lo que pasa cuando me altero"

"No eres más que un puto problema, Chispitas." tensó su mandíbula y fijó sus ojos en los míos "Debimos dejarte en el maldito cuartel, lo único que haces es hacernos perder el tiempo aguantando tus estúpidos poderes sin control"

"Nadie aquí tiene sus poderes controlados, Aiden. Por eso nos escapamos ¿Recuerdas?" Bianca soltó un suspiro.

"Todos sabemos que con ella no hay solución, es una pérdida de tiempo."

Eso había dolido, mucho. Demasiado. Yo no era la culpable de todo esto, bien que no pueda controlar mis poderes, lo sé, lo admito, no es agradable para mí estar rodeada de personas con dones y ser la única que meta la pata. Pero yo no puedo arreglar mis problemas con múisca, porque incendiaría el aparato, tampoco podría elevarme porque seguramente me chamuscaría con la luz. No podía hacer nada.

Cuando Aiden se fue, sentí la mano e la rubia acariciar mi hombro. "No le hagas caso, Sparkie. Él solamente debe de estar cabreado porque perdió su partida del GTA con el apagón, pero se le pasará." Dijo, y le sonreí a medias.

Y ese, señoras y señores era Aiden, el chico invisible. Literalmente.