Felicidad

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A T A R D E C E R . E N . T O K Y O

CAP 7: Felicidad

Durante la noche del sábado, Yaku y Lev habían sido padres por primera vez.

Este acontecimiento se había adelantado algunos días según lo estimado. Y Lev se sentía muy agradecido por ello, ya que el tiempo de espera había sido mucho para él. Sin embargo en el momento que nacieron sus hijos, sintió que los minutos empezaron a correr más rápido en su vida.

El primero en aparecer había sido un gatito de color anaranjado, luego otro completamente gris, y finalmente uno que tenía el pelo anaranjado en la zona de su lomo y una gran zona de pelo blanco recorría toda su panza y llegaba hasta entre medio de sus ojos.

Yaky y Lev, que seguían en su forma de felinos, lamían el pelaje instintivamente de los recién nacidos sin descanso.

Solo se detuvieron cuando a los pocos minutos del nacimiento, escucharon una bocina un par de veces. Lev levantó sus orejas y miró hacia la puerta corrediza de la habitación. Maulló un par de veces a Yaku y caminó hasta la entrada. Se paró en dos patas y movió la puerta hacia un lado. Luego la cerró desde afuera y corrió por los pasillos rápidamente. Se detuvo al llegar a la pequeña habitación de bienvenida de la casa y se sentó a esperar pacientemente. Kenma había aparecido segundos después para entender a qué se debía esos bocinazos, le había preocupado que fuera alguna banda criminal que venía a asaltarlos, y se había armado improvisadamente con una espada de exhibición que sacó de la sala de estar.

Lev lo miró y le gruñó. Se paró al frente de él e hizo que retrocediera.

Kenma tragó saliva y bajó el arma un poco asustado. Ver a su antiguo compañero de voleibol transformado en un gato y en posición de ataque, podía ser aterrador.

—¡Levochka!— se escuchó desde el otro lado de la puerta.

Segundos después, hizo aparición la mujer que estaba afuera de la casa. Por los zapatos que llevaba en ese momento, parecía medir sobre el metro ochenta. Kenma miró desde los pies a la cabeza a esa peculiar mujer de largo cabello platinado. Ella vestía un largo abrigo de lana de color camel, una larga bufanda de color verde oliva, un gorro peludo que combinaba con su abrigo, y unas botas con tacón alto de color beige.

—¡Levochka! ¡Cuánto tiempo! — volvió a exclamar la mujer abriendo los brazos y agachándose para estar a la altura del animal.

Lev dio un par de vueltas sobre su propio eje, y luego corrió a los brazos de su hermana.

Kenma abrió un poco más los ojos al entender la situación. Habían pasado varios años desde la última vez que vio a Alisa, la hermana de Lev, por lo que no había sido tan fácil reconocerla a primera vista.

—Kenma-kun.— dijo Alisa después de darle unas suaves palmadas al lomo de su hermano. — ¡Hace tiempo que no nos vemos! Levochka me dijo que estarías aquí. Espero que mi hermano se haya comportado bien contigo. Te tiene mucho cariño desde la secundaria. — añadió poniéndose de pie y haciendo una corta reverencia.

Kozume hace unos segundos atrás había escondido el arma que traía en la mano, y manteniendo el arma detrás de su espalda, correspondió con una corta reverencia.

—Buenas tardes, Alisa-san.— saludó el joven de ojos ámbar todavía impresionado por la extravagante apariencia de la mujer.

Lev empezó a maullar y a caminar dando vueltas alrededor de su hermana.

—¿Qué te pasa Levochka? — preguntó la mujer de largo cabello platinado. —Debo buscar mis cosas, las dejé en el auto. Traje más alimentos y algunas semillas para tu huerta.— agregó mientras intentaba seguir con la mirada a su hermano que no dejaba de dar vueltas.

Atardecer en Tokyo (KuroKen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora