La mañana. La luz del día iluminaba parte de la habitación, los rayos de luz abrazaban mi piel al punto de sentir que me quemaba levemente, maldito Minho, le gustaba dejar las cortinas destapadas, yo siempre le decía que no, pero al final, hacía lo que quería.
Este día desperté más temprano de lo habitual, dormí sólo unas pocas horas, creo que sólo pude descansar dos, me sentía cansado, mi rostro lo sentía hinchado de tanto llorar, antes de dormir lloré, cuándo desperté lloré otra vez, lo hice en silencio para no incomodar a Minho, aunque creo que siempre me escuchaba y sólo lo ignoraba, probablemente pensaría que estoy llorando por alguna película, pero yo era el único que sabía porqué lo hacía.
Pronto despertarán los demás, así que debo alistarme pronto, hoy íbamos a ir a practicar y debía estar listo pronto. Levanté mi rostro para ver a Minho desde la otra cama, seguía dormido, me levanté rápido, quería lavarme toda la tristeza, por al menos unos segundos. Salí y un aire frío golpeó mi rostro, pude confirmar que todavía no se despertaban los demás.
Ya frente al espejo del baño, pude ver cuan hinchados estaban mis ojos, parecía que dos abejas me habían picado en ellos, me había a costumbrado a ver este rostro por las mañanas.
Ciertamente, no quería verme, no quería salir de la cama, quería quedarme ahí todo el día, llorar, gritar. A veces comía poco, otras comía mucho, ya no era una persona alegre, todo lo que quería hacer era llorar. Estoy perdido en mi vida y no es un bonito sentimiento.
¿Qué he hecho? Yo no quiero sentirme así. ¿Por qué a mi? Si se supone tengo todo. ¿Por qué me siento terrible conmigo mismo?
Todo lo que siento lo he escrito en un cuaderno, dicen que eso te hace sentir mejor, lo he hecho y no ha sucedido nada, sólo me hace llorar más, quisiera hablar de esto y a la vez no, es un sentimiento que te carcome por dentro, querer hablar y no poder, no tenía la cara para eso, era un cobarde. Una vez me atreví a sólo contar una parte de lo que me pasa, pero sólo me oyeron, y no quería ser oído, quería ser escuchado, pero eso no sucedía, desde esa vez no me atrevo a hablar, no quiero que tengan que cargar conmigo, no quiero ser una molestia para los chicos, más de lo que ya soy.
Quisiera que vieran tras mis ojos y yo no tener que decir una sola palabra para que me entendieran, quiero que me reconozcan, quiero que vean la otra cara que no soy, quisiera que me ayudaran a sacar esta parte de mi, pero ¿Cómo pueden hacer eso sin yo decirles nada? Aunque a veces sentía que sabían lo que pasaba y sólo lo ignoraban.
Pronto me iré de aquí, pero por el momento seguiré con vida.
Ayer estuve pensando en lo que me hace quedarme, Chan, escribo mucho de él en mi cuaderno, hace un tiempo estoy enamorado de él, sería imposible no hacerlo, él es una persona tan noble que duele, a veces podía creer que me correspondía, porque podía ver sus ojos brillando cuando me veía, así como se colocaban los míos. Chan era lo que me mantenía con cierta emoción y felicidad, porque yo me había convertido en todo lo opuesto, podría jurar a Dios que me iba a corresponder, sólo quedaba encontrar un buen momento.
Me encontraba de nuevo en mi cama, tenía en mis manos mi libreta, aquella que contenía mis pensamientos. Estaba escribiendo todo lo que se pasaba en mi mente este momento, evitaba llorar, ya se iban a despertar los chicos y no quería que me vieran llorando. Aunque a veces quería que lo hicieran, en ocasiones ya no aguantaba esto, mantenerse positivo es lo que siempre dicen, y más si no te falta nada, como a mi.
Me han dicho que no puedo estar triste porque lo tengo todo, belleza, fama, dinero, amigos, personas a las que les gusto yo y lo que hago, y eso me hacía sentir peor, no me sentía en el derecho de estar triste, cuando hay tantas personas en peor situación que yo.