»39: Awake

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[capítulos extra]

La espera se hacía insoportable.

Habían pasado cuatro días desde el funeral y el entierro falso. Cuatro días pasaron desde la muerte de la familia Park.

En el poblado los rumores se esparcían cual peste, más aún las historias trágicas.
Y los relatos de la pobre anciana que en el transcurso de tres años tuvo que lidiar con la muerte de su marido, su hija, su yerno y su nieto, no tardaron en hacerse populares. Era como si estuviese maldita.

Nadie se acercaba a la cabaña... incluso los regalos para expresar sus condolencias eran depositados a unos cuantos metros de distancia.

Los únicos que la visitaban eran Jungkook, TaeHyung y aveces HoSeok, por la noche para luego irse antes del amanecer, cosa que tampoco pasó desapercibida para las otras diez personas que vivían a los alrededores: nadie los conocía, para ellos era como si hubiesen aparecido de la nada.

Y esta era la quinta noche en que los vampiros pasarían por la puerta de la, supuestamente ahora, embrujada cabaña.

Cada uno cargaba con una botella de tres litros de sangre animal y humana mezclada. Sabían que Jimin era vegetariano, pero ahora ya no quedaba alternativa.

—Nunca había visto que alguien tardara tanto en despertar —dijo TaeHyung con la vista fija al frente, al tiempo que ponía un pie delante del otro... yendo hacia la casa.

—Tenía muchas heridas internas, estaba crítico —soltó Jungkook en un tono bastante neutro—. Por eso su cuerpo tarda en regenerarse.

Y lo cierto es que siempre había algo que se perdía en esa regeneración. Nunca volvían a la vida siendo iguales que antes... había algo que se quedaba muerto.

Jungkook solo podía rogar que no fuese su risa... todo menos eso.

Cuando estuvieron frente a la puerta, TaeHyung golpeó la madera tres veces anunciando que habían llegado. Segundos más tarde Yang, vestida de negro, les invitó a pasar.

El ambiente era mucho más sombrío, más gris. La madera al natural que envolvía el lugar ya no era acogedora, sino asfixiante.

En cada rincón había una vela roja encendida: Yang pasaba sus días y noches rezando por su no difunto nieto. En cada rincón olía a muerte. Y ese aroma, característico de los cementerios, se incrementaba a medida que te acercabas a las escaleras que se dirigían hacia el ático.

—Jimin sigue en su habitación, no lo he movido de ahí —les dijo antes de desaparecer entre las sombras de la cocina, de seguro en busca de más velas.

Ambos vampiros asintieron. Sabían que ella no se había atrevido a verle la cara al cadáver latente del chico, lo más probable era que se tratara de su etapa de negación.

Subieron la escalera y abrieron la puerta con cuidado. Y, al igual que cada noche, el semblante de Jungkook se ablandó al mirar hacia la cama... pues allí yacía el cuerpo de su persona especial, era muy duro de presenciar.

Se sentó a su lado bajo la, plagada de pena, mirada del rubio. Acarició su rostro con delicadeza, ahogado en la nostalgia.

—¿Por qué lo miras así? —le preguntó a lo lejos.

El pelinegro guardó silencio por unos segundos, tratando de elegir las palabras correctas.

—Porque temo que así, medio muerto, sea la última vez que me permita verlo tan de cerca —dijo con un nudo en la garganta.

El mayor negó con la cabeza, para después chasquear la lengua y caminar hasta su lado.

—Es impresionante: en verdad te enamoraste de este humano —afirmó.

Tanofobia ☀ [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora