45. Déjame Besarte

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El momento pasa así como las hojas caen en otoño o como rocas corriendo sobre el río. Nunca pensé lo extraño que este momento podría llegar a ser y menos con la persona enfrente mío.

—Cuentame ¿Que piensas hacer además de trabajar? — la voz de Harry se escucha como si le desesperara saber más sobre mí. Al escuchar su pregunta la analizo y pienso muy bien en que responder.

—Quiero entrar a una buena Universidad —contesto simple ya que no me quiero alargar. El solo recordar la vez que no me aceptaron en las inscripciones me hace pensar que tengo que aprender más. Y eso voy a tratar de hacer en lo que transcurra mi vida, hasta que sienta que lo lograré.

—Muy buena opción —sonríe y yo hago lo mismo, el ver su rostro y esos ojos claro me emocionan un poco.

Cada ves que pienso que una persona es odiosa, al final termina siendo agradable para mí. Yo no soy de esas persona que juzgan solo con ver la manera de actuar o vestir. Pero hay momentos donde me dejo guiar por acciones, acciones que podrían ocultar hechos tristes, hechos que no imaginamos. Por eso siempre hay que tratar de comprender a las personas. Entenderlas por que puedan que sufran por dentro. Nunca tratar de humillar por que hay veces que el karma te puede dar más duro.

—¿Por que me invitaste a comer? —digo, ya que no se ni que decir. Y cuando me gana la incomodidad, digo lo que sea.

—¿Y eso importa? —dice analizandome, tratando de encontrar algo en mi mirada.

—Creo que no pero me gustaría saber —digo ya que no me gusta que me dejen con la curiosidad y aunque en esta ocasión no la sienta, igual me gusta saber y también molestar un poco.

—Okey, la razón por la que te invité a cenar es por que creo que deberíamos llevarnos mejor. Y ya que somos acompañantes de oficina nos beneficia —dice inventando esa gran mentira por que se la razón por la cual me invito.

—Entiendo —digo riendo.

—¿Que causa risa? —me queda viendo divertido.

—No, nada —río.

Me ve expectante y sonriente, le divierte verme de esta manera, ni siquiera puede disimular de la nada queda viendo su comida y sonríe y ahora la que queda extraña soy yo. Estúpido.

—¿Que le divierte? —preguntó.

—No, nada —me contesta igual a como yo le contesté antes, con que desquitandosela. Buena jugada.

Después de que acabamos de comer, que por cierto la comida estuvo exquisita, sin duda regresaría a este lugar. Nos retiramos del lugar, nos montamos a su auto y simplemente arranca.

—¿Te gustaría ir a otro lugar? —pregunta suave. Lo volteó a ver y al principio pensé en decirle que si pero la verdad es que no tengo ganas de nada.

—Sinceramente, no me siento con ánimos —contestó lo más amable posible.

Asiente y mejor sigue el rumbo a mi apartamento. No quiero ser dura pero es que me siento cansada, sin ánimos de hacer algo, lo único que se me apetece ahorita es acostarme en mi cama y dormir unas doce horas seguidas. Bueno talvez no tantas pero por lo máximo diez.

Al llegar al lugar, quedo viendo a Harry y solo puedo ver su notable sonrisa.

—¿Qué? —preguntó.

—Nada... solo que enserio eres hermosa.

Sonrió y me bajó del auto, me despido de él y cuando me doy la vuelta siento que fui demasiado dura con él, después de que me trató muy bien. Volteo de nuevo hacia donde él y le sonrió.

El Hijo del Jeque ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora