『En su pecho crece una tristeza terrible, pero sus labios brillan de dulzura.
No sabrás cuando querrá huir o correr a tus brazos, si te abandonará o te pedirá que te quedes a su lado
Su mirada puede ofrecértelo todo o dejarte sin nada...
Porque solo...
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Hace un mes que el reino de la albina fue invadido, hace un mes fue atrapada por cazadores durante el caos de su pueblo, hace un mes... esperaba pacientemente la muerte hasta que, ¡fue comprada por un hombre siniestro que parece ser el papa de una mafia!
Su cuerpo se removia incómodo entre las sábanas de algodón y seda aquel collar y grilletes no le dejaban dormir, mucho menos dejar de pensar en que debía escapar de ahí si ya no quería tenerlos.
Se levantó con brusquedad de la comodidad de aquella cama que, lo menos que hacia era eso. Darle comodidad, intentó nuevamente abrir la puerta de "su habitación" descubriendo por enésima vez que seguía cerrada
Caminó en círculos por la habitación buscando alguna salida alternativa sin mucho éxito, dejándose desplomar en la alfombra de Gamuza roja miró por casualidad su reflejo en ese espejo de cuerpo completo adherido a la pared, la seda de aquel vestido que servía de pijama parecía brillar con el contraste de su piel
Lo detestaba.
Se sentía irritante tener que usar lo que ellos quisieran y no poder hacer nada al respecto. Pero sus esperanzas por escapar nunca eran escasas ardían y burbujeaban en su pecho extendiéndose por su sangre
—¿Cómo...salgo?— sus labios se apretaban contra sus dedos buscando con la mirada algo que pudiera serle útil
Sus ojos divagaron hasta dar con el espejo nuevamente sus nervios eran demasiados pero quizá podría servir... ¡todo servía si quería escapar!
—Eso es...—murmuró levantándose con rapidez acercándose al espejo
Intentó despegarlo, golpearlo varias veces pero debido a que aún seguía débil por la falta de una nutrición adecuada optó por tomar una barra de metal que servía para mover la leña de la chimenea y rompió el espejo con todas sus fuerzas
El estruendoso sonido fue suficiente para oír pasos apresurados a su cuarto, tomó rápidamente las piezas de cristal mas grandes justo en el momento que la puerta se abrió.
—¡¡Qué--!!— lanzó los cristales hacía las personas y aprovechó que estos esquivaron su ataque improvisado para salir
Los grilletes comenzaban a hacerse pesados y el collar de su cuello a ajustarse pero no quería detenerse, solo un poco más hasta dejar esa mansión. Podía oír los pasos tras de ella amenazantes y pesados
—¡Por favor!— suplicó tropezando en los últimos escalones de aquella larga escalera
La puerta hacía la salida se veía tan lejana, o quiza era el efecto de lo aturdida que estaba debido al golpe en su cabeza al caer, su garganta asfixiada por el collar que no dejaba de ajustarse intentó nuevamente jalarlo para arrancarlo de su cuello
