La última vez que vio a su padre ambos hicieron lo mismo. Desde muy pequeño el niño no habla con su padre, solo se miran a los ojos como intentando decir algo, pero ni una palabra sale de sus bocas. Intentan no quedarse solos en una misma habitación, solo por el hecho de no tener que soportar esa tensión que hay entre ellos.
Un día el niño estaba en su cuarto jugando videojuegos y su padre golpeó su puerta. Instantáneamente este se dio cuenta de que algo no estaba bien. Abrió la puerta y vio a su madre con lágrimas en los ojos y a su padre con una expresión en su cara que nunca antes había visto. Lo llevaron a la cocina, se sentaron y le dijeron que su padre iba a tener una cirugía dentro de unas semanas para sacarle un tumor. En ese preciso momento el niño se dio cuenta de que el tiempo se le iba acabando cada vez más rápido.
Luego de un tiempo, llegó el día de la cirugía. El día al que ninguno de los tres quería llegar. Entraron al hospital, lo registraron y le asignaron una habitación. Habían pasado algunas horas, y una enfermera fue al cuarto a buscar al padre para prepararlo para la cirugía. Llegó la hora de despedirse. Primero la madre, lloraron durante unos minutos hasta que ya no pudieron continuar retrasando a la enfermera. El niño nunca llegó a despedirse de su padre. Pasaron horas y no sabían nada de la cirugía. La madre cada tanto iba y preguntaba, pero no le daban información. Cuando la madre estaba por preguntar de nuevo, salió el cirujano. En ese momento el niño ya no sabía qué creer, y cuando el médico abrió la boca, de ella salieron las palabras "coma indeterminado", o por lo menos eso es lo que había escuchado el niño. En ese momento su corazón se rompió en mil pedazos.
Pasó una semana y el niño no había visitado a su padre, pero decidió hacerlo. Entró a la habitación y vio a su padre totalmente dormido y quieto. El niño comenzó a hablarle al padre aun sin saber si él lo podía escuchar o no. Luego de unos ocho largos y tristes meses el padre no despertaba y decidieron desconectarlo de las máquinas, las cuales lo mantenían vivo. Ahí fue cuando el niño se dio cuenta de que había perdido el tiempo y que ya no podría decirle ni un "te quiero" a su padre. Ahora el niño, ya adulto va a visitar a su padre al cementerio todos los días y le cuenta todo lo que le pasa durante su día.