Severus Snape no lo podía creer.Estaba totalmente anonadado, única palabra que había encontrado, más o menos, acertada para describir lo que estaba sintiendo en ese mismo momento. Tantos años creyendo algo que no era, pensando que Potter sólo era un mimado, amante de la fama que se había ganado por no hacer nada más que estar en la presencia del Señor Oscuro y sobrevivir a la maldición asesina, sin siquiera levantar un dedo. Lo había despreciado por cuatro años por ver en él al arrogante de James… sólo para que ahora descubriera que nada era lo que pensó, nada era lo que parecía.
Harry Potter había vivido desde los dos años de edad metido en un pequeño armario bajo las escaleras, con hambre, sucio, herido, ¿cómo nadie lo había notado? ¿No se suponía que debían estar vigilándolo, viendo que estuviera bien? Era el maldito Niño Que Vivió, alguien debería haber estado checando su bienestar. Pero, aunque no lo fuera, al menos por ser un niño mágico, debían haber prestado atención, o por ser un niño simplemente…
Todo se había hecho tremendamente mal. Y él… él no había sido mejor, atormentando al niño por creerlo un mimado, la viva imagen de su padre, cuando el chico no pasaba de ser una simple bolsa de huesos mal cuidada que a simple vista se notaba lo pequeño y delgado que era. Lo descuidado que estaba.
Todos tenían un poco de culpa en esta situación. Todos, sin excepción. Pero no lo dejaría así, no ahora que sabía la verdad. Que Potter le había mostrado la verdad.
Debía admitir que había sido extraña la manera en que comenzó todo, en que descubrió todo, Severus nunca hubiera creído que el regreso del señor Tenebroso afectaría de esa manera su vida.
A ver, sí sabía que lo afectaría personalmente, debía volver a convertirse en un espía para ambos bandos, sin que a ninguno de sus “Maestros” le importara realmente su seguridad o bienestar, siempre que le pasaran información importante del otro lado. Pero lo que no creyó fue que lo afectaría de esa manera, acercándolo a Harry Potter de todas las personas.
Pero así fue.
Era el día siguiente de que Potter saliera del laberinto, en el Torneo de los Tres Magos, diciendo que Lord Voldemort había vuelto; Severus regresaba de un encuentro con el resucitado señor Oscuro, y no había sido, lo que se dice, un reencuentro feliz, tanto que de hecho hasta estaba seguro que ni siquiera castigar al chico o bajarle puntos por estar en los lindes del Bosque Prohibido (cosa que estaba estrictamente prohibido) le alegraría el día.
Pero entonces vio algo en la actitud del chico, quizás su manera de moverse o que estuviera solo… Quizás que le recordaba a él mismo cuando, hacía muchos años, se dio cuenta que no podría recuperar la amistad de Lily, y que definitivamente ahora se encontraba completamente solo, sin que nada valiera la pena en su vida. Severus no lo podía asegurar exactamente si se lo preguntaban, pero lo que sea que hubiera visto en Potter en ese momento lo hizo acercarse a él.
Lo que más le llamó la atención, más incluso que no sentir el menor deseo de ocupar su mordaz lengua contra él o que el chico Potter parecía estar en la misma situación, fue la mirada tan vacía que le dio.
Un niño de catorce años no debería tener una mirada así. El hijo de Lily y James Potter no debería tener una mirada así. No si era el bendito Niño que Vivió, el ganador del Torneo de los Tres Magos, el que nuevamente salió con vida en un enfrentamiento con el Señor Oscuro. No, esa mirada no debía acompañar a un campeón que debería de estar regodeándose de todas sus victorias, rememorando cada una de ella, aunque sea en privado por la muerte de un estudiante.
Pensó en un primer momento que el chico se justificaría por encontrarse ahí, solo, pese al grave riesgo que pudiera llegar a sufrir en esos tipos, pero no, permaneció en silencio. Potter no apartó los ojos de él en ningún momento desde que se vieron, tanto que parecía como si le estuviera intentando decir algo sumamente importante con la mirada. No había siquiera un atisbo de desafío tras aquellos lentes. Ni siquiera parpadeó cuando el hombre se metió en su cabeza, vagando entre sus recuerdos tan a flor de piel, como tampoco mostró signo alguno cuando salió, la expresión turbada y boqueando como si fuera un pez fuera del agua…
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NADA ES LO QUE PARECE
FanfictionSí, realmente Harry agradecía a la vida aquel encuentro con Severus Snape.