𝐌𝐞 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫

𝕮𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 14

Narra _____

—¡_____ hola! –el papá de Izan me saludo tras abrir la puerta y verme parada del otro lado con una sonrisa amable.

—¡Hola, señor Marcos! –salude igual.

—¿Qué tal?. Pero pasa –abrió más la puerta para que pueda pasar al departamento –. Y con confianza dime Marcos –dijo en un tono divertido tras cerra la puerta.

—Bueno

—viniste por Izan –se adelanto en decir. Asenti–. Si, por lo que escucho se esta duchando –me explicó acercándose un poco a las habitaciones.

Apreté los labios.

—Entonces lo tendré que esperar –dije.

—No creo que tarde –se asomó a la puerta de la habitación de Izan–. Izan –lo llamo.

—¿Qué? –logre escuchar desde el interior.

—¿Ya terminas? –pregunto su papá desde su puerta.

—Si –grito Izan.

—Sal rápido, acá te espera tu amiga –y dicho eso camino hasta mi–. Mientras siéntate –amable me señaló el sofá.

—Espero y no tarde –comenté.

—Si tarda me avisas –dijo señalandome con una sonrisa–. Yo tengo una reunión urgente. A estas horas –comento con una mueca señalando el reloj que tenía en su muñeca que de seguro marcaban las ocho y tantos. Tomo unas cosas de la mesa que estaba en la sala y se dirigió hacia la puerta–. Siéntete como en tu casa

—Gracias –sonreí tímidamente.

—Nos vemos –fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta detrás suyo.

Mire a mi alrededor. No tengo aún esa confianza como para sentirme como en mi casa.

Suspire cansada al ver los minutos correr y no ver señales de Izan, saque mi celular para no aburrirme, lastima que no tenia nada que hacer en este, la hora ya marcaba las nueve y diez.

Sin ganas de seguir esperándolo me pare y camine hasta su habitación, no se escuchaba ningún ruido asi que supuse que ya salió de la ducha y se debe estar arreglando.

La puerta la tenía entre abierta, tome el pestillo y de un empujón la abri entrando de golpe con el fin de sorprenderlo.

—Izan por... –empecé a decir en voz alta pero me quedé sin habla al encontrarme con un Izan parado frente a su cama solo con los boxers puestos. Por unos segundos quede inmovil con los ojos abiertos de par en par.

Ambos quedamos así.

Reaccione y de inmediato me di la vuelta llenandome de vergüenza ¿por qué no aprendo a no tener esos impulsos?

—Uy lo siento Izan –dije acompañado de una risita penosa.

—No te escuché asomarte –dijo en un tono nervioso y agitado al buscar algo que ponerse entre toda esa ropa que estaba sobre su cama.

—No fue mi intención eh –aclaré con un tono ligeramente nervioso.

—Vale, te creo pero ¿no te enseñaron a tocar antes de entrar? –pregunto en tono divertido al escuchar una pequeña risa al terminar su pregunta.

Me aclaré la garganta y me mordi el labio agachado un poco la cabeza.

—¡Claro que si! –fingi estar indignada con su pregunta–, solo que... no pensé antes de entrar de esa forma y peor sin tocar antes –acepte con rapidez en mis palabras.

—Listo, ya puedes dar la vuelta –dijo ignorando lo que había dicho.

Esta vez siendo más precavida voltee con lentitud y respire tranquila al comprobar de que si, ya estaba con ropa. No es que me haya sido desagradable el encontrarme a mi amigo solo en ropa interior pero si fue raro y sobretodo incómodo sin olvidar lo vergonzoso.

Por otra parte debo admitir que en los escasos segundos que pude observarlo admito que puedo decir lo bien formando que tiene su abdomen, ya lo había visto en fotos pero en persona es... ¿qué hago hablando eso de mi amigo?

—Estamos tarde –fue lo primero que salió de mi boca al tenerlo de frente.

—No desayune todavía, eso otro puede esperar –contestó pasando por mi lado para cruzar la puerta.

Lo seguí rodeando los ojos.

—Pero te apuras –le advertí y llegamos a la cocina.

—Si claro –hizo un gesto y empezo a servirse su desayuno.

Miraba cada uno de sus movimientos en modo de curiosidad por saber lo que hacía, ya que no se como hizo que de un momento al otro volara todo el cereal cayendo parte de este al suelo.

—¿Qué hiciste? –le pregunte tapándome la boca para no reír.

—Nada –se agacho para levantar algunos cereales y botarlos –, esa cosa estaba con aire –trato de explicar acompañado de una risa nerviosa siguiendo con su trabajo de levantar los cereales.

—Ay Izan, te ayudo o tardaremos más –me acerqué y bajé a su altura haciendo lo mismo que él –. Recuérdame nunca más venir temprano a buscarte.

—Lo haré, así evito que me vuelvas a ver en boxers –se burlo riendo a carcajadas, levante la mirada del suelo y lo fulmine con la mirada sin que él se diera cuanta ya que tenía la mirada en su trabajo.

—Ja ja, si yo también me ahorro el verte así –me defendí ahora lanzándole una mirada desafiante que él logró captar.

—¿No crees que eres afortunada? –levanto una ceja fingiendo seriedad.

—¿Por qué? –imite su gesto.

—Muchas chicas hubieran querido verme así –me guiño un ojo y sonrio burlon.

—Yo no –dije en un tono de orgullo ante esa respuesta que era más para molestarlo– ya ves –levante un cereal y se lo lancé a la cara donde le cayó en la mejilla izquierda.

—Oh ¿quieres jugar? –me lanzon de igual forma un cereal pero logré voltear antes de que impacte en mi cara.

Y en esa altura empezamos a lanzarnos los cereales del suelo, si, como unos niños riendo, divirtiendonos.

Perdi el equilibrio al tratar de tomar un cereal del lado de Izan y si no fuera por él mi cara hubiera impactado con el suelo. Y ahí decidimos para el juego y con su ayuda nos pusimos de pie.

— Y que sea la ultima vez que se habla del tema de esta mañana –le advertí acomodando mi ropa.

—Bien, lo se habla más del tema –intento esconder una sonrisa detrás de su taza–, eso se queda entre nosotros –añadió burlón.

—Más te vale –le señale con un dedo y este sonrio negando.

—Si, si. Más bien ayúdame a desayunar –me acerco un trozo de piña y me lo metió a la boca. Sonrio cuando vio mi cara de sorpresa al notar que ya tenía la fruta en la boca.

—¡Izan! –le reclame al terminar de masticar.

Sonrio.

—¿Quieres más? –me pregunto enseñando  la fruta en un tenedor. Asenti y ambos nos terminamos la fruta picada entre risas.