≛ dιez

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dιecιnυeve de novιeмвre, doѕ мιl dιecιnυeve





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ESA MAÑANA, Chris despierta con una enorme sonrisa en sus labios y se fascina completamente por la manera tan relajada en que ve a Ana dormir entre sus brazos.

Ella descansa su rostro contra su torso y sus brazos, uno rodeando su cintura y uno debidamente plantado debajo de su remera de dormir, no tienen ni la más mínima intención de dejar al actor ir.

Él recuerda el beso del día anterior y como eso los había llevado a una interminable situación donde sus caricias, besos e intenso deseo por el otro habían sido los únicos protagonistas y quizás era la más grande estupidez que ha sentido en su vida, pero estaba perdiendo la cabeza por la hermosa neoyorquina, de manera tan rápida y desconcertante.

Con sumo cuidado, el actor puede dejar el agradable espacio, dejando a su querida invitada aun descansar junto a Dodger, quien al parecer se encuentra aún muy perezoso a esa hora de la mañana para mover siquiera la cola.

Camina fuera de la habitación aun con dichosa sonrisa colgando de sus labios y pensando en lo agradable que sería tenerlos a ambos de esa misma manera cada día al despertar.

—Buenos días, querida madre.— el saludo de su hijo le toma por sorpresa, notando el entusiasmo que trae encima de manera inevitable.

Chris se acerca a ella y la rodea entre sus brazos, presionándola entre ellos con medida fuerza antes de depositar un beso cariñoso contra la regordeta mejilla de su madre, mientras ella le saluda con una alegría, la cual, sin duda, él ha aumentado.

—¿Cómo has dormido?— pregunta Lisa, con su mirada azul marcando cada movimiento de Chris al alejarse. —¡Muy bien!— su sonrisa y aquella expresión de completa complacencia en su rostro lo dejaba más que claro.

—Veo que así ha sido.— susurra su madre, poniéndose de pie inmediatamente para ofrecerle a su hijo el café que ha preparado, el cual, por supuesto, él no duda ni un segundo en aceptar.

El olor del líquido tostado de pronto inunda la habitación y las fosas nasales del hombre, quien lo desea con más ganas que hace un segundo.

—Entonces...— se escucha de los labios de la mujer, al tiempo que ambos ven el líquido caer dentro del tazón. —¿Dónde van las cosas con Ana?— inquiere ella y los ojos azules de su hijo, junto con una adorable sonrisa, le hacen frente.

LA CHICA   ▪︎   CEVANS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora