Capítulo 81: Es fácil hablar.

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Ya bastante lejos de donde ocurrieron las feroces batallas, las hadas lograron escabullirse de sus enemigos y llegar hasta una cueva oculta entre la espesura del bosque. Mientras esperaban alertas la llegada de los compañeros que se quedaron atrás, Wendy trataba al viejo Chan-Lee con su magia de sanación. Natsu llegó poco después guiado por el olor, pero nadie más apareció con él.

—¿Cómo está el maestro? —preguntó uno de los hombres que los acompañaba —. ¿Se va a recuperar?

—Ya hice todo lo que estaba en mis manos. Lo demás depende de él —respondió la maga —. A pesar de su avanzada edad es alguien muy fuerte. No creo que le tome mucho recuperarse.

—¡Qué bueno!

—Están tardando demasiado —el pelirosa se mostraba extrañamente preocupado.

—No había nada que hacer —dijo Erza para calmar a su compañero —. Ellos estarán bien, ya lo verás.

—¡Diablos! Ahí vienen —indicó Natsu al ver un dragón en el aire —. ¿La cueva tiene otra salida?

—S-si —respondió el soldado nervioso —. Es una red de túneles, así que hay varias.

—¡Perfecto! —exclamó Laxus —. Hay que entrar.

—¡Alto! —dijo Gray —. ¿Qué pasará con los chicos?

—Debemos seguir, si nos atrapan tampoco seremos de ayuda —respondió el mago eléctrico.

Gray aceptó de mala gana, tomaron a los heridos y se internaron en lo profundo de la cueva. Natsu volteó una vez más a la salida, preocupado y ansioso, apretó los puños al no tener otra alternativa y siguió a sus compañeros.

En lo profundo de la tierra, apenas era perceptible un poco de luz, Sting iluminaba el frente con su magia blanca y Natsu la retaguardia. Al avanzar unos kilómetros, la iluminación de la cueva cambió por si sola. Cientos, tal vez miles de estructuras minerales llenaban de Luz fluorescente el camino.

Erza tocó una de estás estructuras con asombro, era un cristal de origen extraño, nunca antes visto por ojos humanos, de todos los colores posibles. Arriba en el techo, en las paredes, sólo un angosto camino se abría ante ellos. Entre más tiempo pasaba observando la pelirroja, más ganas tenía de hacerlo, como si el cristal estuviera llamándola.

—¡No vean demasiado tiempo los cristales! —dijo el viejo Chan-Lee recuperando la consciencia —. Si lo hacen no les gustará lo que pasa después.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Wendy.

—Si, muchas gracias. Me han salvado la vida. Estoy en deuda.

—¿A qué se refiere con no mirarlos mucho tiempo? —preguntó Erza —. Sólo son simples cristales.

—¿Eso parecen no? —dijo Chan-Lee algo sarcástico —. Aquí los llamamos cristales de la mente.

—¿Cristales de la mente? —Natsu ladeó la cabeza —. ¡Qué nombre tan raro!

—Su nombre no es lo único raro —Chan-Lee recibió un bastón y se levantó haciendo esfuerzo —. Tienen propiedades muy especiales, cuando se miran por mucho tiempo entran al subconsciente de la persona.

—¡¿Al subconsciente?! —preguntó Gray alarmado —. ¿Eso es posible?

—¡Por supuesto que lo es! —afirmó el anciano —. Más adelante hay una cámara donde los utilizamos para meditar.

—No me parece la gran cosa —dijo Natsu sosteniendo uno de los cristales en la mano.

Erza golpeó al pelirosa en la nuca para hacer que soltara el objeto, luego lo arrastró de la oreja hasta donde se encontraba el grupo.

Fairy Tail: ValhallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora