En ese preciso día estabas muy ocupada haciendo papeleos "olvidados" por Dante, que resulta ser por parte de V, te había dicho que ese viejo se encargaría, pero... estamos hablando de Dante ¿No? El hombre más flojo del mundo, aparte de estar molesta, no le prestarias atención en lo más mínimo, quieres terminar con todo ello de una vez y que no se haga una pila de puros papeleos, sin olvidar de las interminables llamadas que estarían a punto de volverte loca. Dante nota que no le prestas atención, ni un poquito al menos al pasar ¿Por qué? Porque cada vez que te saluda, solo dices un hola seco y sin siquiera levantar la mirada y sonreírle. A ese hombre le gusta llamar tu atención, es más, le encanta pero que no lo hagas en ese preciso momento le molesta.
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-Veamos...-suspiras, corres la hoja frente a tu rostro y te tomas la sopresa de que Dante esta con los codos sobre el escritorio y te mira atentamente. -Hola-saluda dibujando una sonrisa. -Hola-le sonríes y vuelves a bajar la vista a las hojas que cargas, eso frustra a Dante ¡Él quiere atención ahora mismo! Y es capaz de tenerla de cualquier manera si es posible. -¿Y esto?-te lo arrebata de las manos. -Hey, devuélveme eso-te quejas observándolo. -Dame un beso-y sus labios se preparan para recibir aquel beso que no llegaría ¿Por qué? Porque no estas para juegos en ese momento. -No estoy para juegos Dante, dámelo-tiendes la mano y él de su parte dibuja un puchero en los labios. -Anda nena...-te toma de la mano con ternura. -He dicho que n... De un abrir y cerrar de ojos, Dante había cruzado de un salto el escritorio, se dejo caer en el asiento, aprovecho para jalarte y que caigas en su regazo con las piernas a los lados suyos. -Dante...-regañas con el ceño fruncido-tengo que terminar este papeleo que dejaste tirado. -Después-dice rodeando los brazos en tu cintura-ahora quiero que me prestes atención... Lo observas alzando una ceja, recuerdas que a pesar de ser un adulto, aún mantiene algunas facetas de niñato y por ello no puedes evitar reír. Lo necesitabas en ese momento, porque estuviste todo el día con la cara de piedra, peor que su gemelo. -Al fin sonríes-comentó ladeando una también-¿Sabías que te ves hermosa de esa manera?-ronroneó acercando su rostro al tuyo. Ríes nuevamente y esta vez rodeas los brazos en su cuello. -Ya tienes mi atención ¿Contento? -Mucho-responde-aún así debería castigarte aquí mismo por ignorarme todo el día. Y sabemos perfectamente a que se refiere.
