Capítulo 50: Entrometidos.

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Entrometidos

En los artículos no había nada fuera de lo normal, solamente los títulos amarillistas, "Edward Cullen se fue molesto de la conferencia", aunque bueno, esa fue la realidad pero no ponían el porqué de la situación.

Al fin era sábado, estaba emocionada por ver jugar a los Cullen, ya que nunca había visto a Edward jugar baseball.

A pesar de los años, Edward cada vez me sorprendía más, parecía que nunca terminaría de conocerlo. Anthony también estaba ansioso y feliz por ir al claro.

— ¡Ya quiero ir!— decía con emoción viendo a Edward, mi hijo también parecía emocionado por ver a su padre jugar.

—En unas horas iremos, paciencia— lo tomó entre sus brazos alzándolo por el aire, comenzó a reír, sonreí viéndolos enternecida por la escena.

—No quiero esperar más, quiero jugar baseball— admitió entre carcajadas, Edward lo dejó en el sofá.

—Tendrás que hacerlo, campeón— despeinó un poco su cabello, Anthony se quejó cruzándose de brazos, reí un poco mientras le daba un sorbo a mi jugo de naranja— ¿Terminaste de comer?— me preguntó tomando mi plato, asentí dejando el vaso sobre la mesa.

—Sí, me dio mucha hambre— admití, él soltó una carcajada lavando el plato, masajeé un poco mis sienes, me sentía algo extraña, no quería enfermarme de nuevo, ni ir al hospital.

—Me pude percatar, ¿te sientes mal?— sin darme cuenta, Edward ya estaba justo al lado mío con una expresión de preocupación en su rostro.

—No, no, estoy bien... sólo un dolor de cabeza. Me desacostumbré a leer tantos contratos, eso es todo— le resté importancia, pareció creerme ya que sonrió un poco besando mi frente.

—Bella, no te esfuerces tanto. Sabes que tienes que descansar, tus defensas poco a poco se van recuperando, así que tomar un descanso de vez en cuando no hace mal— acarició mi mejilla con delicadeza, cerré mis ojos, tenía razón, me estaba estresando demasiado con el trabajo, tenía mareos y dolores de cabeza insoportables desde que había vuelto a la empresa, debía de tomármelo con calma.

—Tienes razón, debo de tranquilizarme... pero ya sabes, me estreso con facilidad— torcí mi boca, puso los ojos en blanco antes de besar rápidamente mis labios.

—Lo sé, eso es tan Isabella Swan— arqueó sus cejas, lo empujé un poco, volvió a reír. Caminamos hacia la sala en donde seguía Anthony esperando con paciencia a que diera la hora para irnos al claro.

Él veía tranquilamente la televisión, o eso parecía, sus ojitos verdes miraban a Edward con impaciencia, estaba esperando a que su padre le dijera que ya había llegado la hora de irnos. Solté una pequeña carcajada.

—Cariño, ya falta menos— me acerqué a él acariciando su cabello bronce, suspiró volviendo a ver la televisión.

— ¿Cuanto es menos?— cuestionó mirándome, sonreí entrecerrando mis ojos mientras hacía como si pensara.

—Sólo falta una hora— tomé su manita, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Puedo esperar— dijo con seguridad, Edward y yo sonreímos, comenzaba a nublarse un poco, el clima parecía ser perfecto.

Cuando llegó la hora de irnos, Anthony fue el primero en salir del penthouse, no había quien lo detuviera, Edward sostenía mi mano mientras caminábamos hacia el ascensor.

— ¡Mami, papi apresúrense!— nos pidió nuestro hijo con impaciencia, reímos.

— ¿No tiene algún botón para apagarlo?— preguntó Edward sarcástico, hice una mueca mientras sonreía.

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