—¡Me has dado un susto de muerte! ¿No se te ha ocurrido pensar que la luz de la luna podría no ser suficiente para reconocerte? ¡He estado a esto de gritar a todo pulmón para alertar a los guardias! —susurró furiosamente.
Historia, Reina de los Muros, ayudó al más leal –y, ciertamente, el más revoltoso—de sus súbditos a entrar por la ventana de su dormitorio, mientras él recogía los ganchos del equipo de maniobras 3D que le habían permitido esquivar a los escasos policías militares que vigilaban en la noche. Pero ella aún no había terminado de echarle la bronca.
—Te has escapado del calabozo. ¿Sabes lo que pueden hacerte si te encuentran aquí?
—Espero que no se les ocurra subir al tejado, o verán un par de tejas rotas —dijo él, ignorando su preocupación. Miró hacia afuera y cerró la ventana.
Se giró hacia ella, de espaldas a la tenue luz exterior, de repente convertido en una enorme e impresionante sombra que se precipitó a sus brazos y se chocó con ella antes de lo previsto.
—No me riñas, Hisu —murmuró él mientras trataba de estrecharla entre sus brazos, y sorprendiéndose de lo difícil que era. Miró hacia abajo, apartándose para permitir el paso a algo de la luz exterior. —¡Hisu!
—Sí, vas a ser papá —dijo ella, sonriente.
Historia le oyó tragar saliva, y condujo las enormes manos de él hacia su vientre henchido de vida.
—Nadie me ha dicho nada... —murmuró él, casi en un susurro.
Ella se enojó.
—Uno. ¿Cómo se supone que tendría que escribirte a un país enemigo? Dos. ¡Habías desaparecido! ¡Dejaste a tus compañeros preguntándose si te habían capturado en Marley! Tres. Se supone que a Eren Jaeger tiene que importarle un pimiento si la reina está o no embarazada.
Eren respiró profundamente. Despacio, hincó una rodilla al suelo. Miró obsesivamente aquel vientre que albergaba a su hijo. Lo besó.
Luego, ella se dirigió a la austera mesa redonda que había en este su sencillo dormitorio de la granja, parcialmente reconvertida en orfanato por su expreso deseo. Encendió el quinqué, y volvió donde él empezaba a quitarse el equipo de maniobras 3D. Llevaba el cabello recogido detrás... ¿tanto le había crecido ya? Se lo acarició.
—¿Quieres llevarlo más largo que yo? —bromeó ella—. Esto podría ofenderme mucho, ¿sabes?
—Pues tendrás que ordenarme que me lo corte —replicó él con fingida malicia.
—En serio, Eren —añadió ella, suplicante—, ¿por qué te has arriesgado a venir aquí? ¡La policía te está buscando !
Parecía que él iba a ignorar sus preguntas otra vez, porque tomó su cabeza con dulzura y la besó. A continuación, sus labios descendieron hacia los de ella y hubo otro beso, más prolongado esta vez. Momentáneamente, ella olvidó sus temores.
Eren hizo una pausa, separando sus cabezas lo justo para poder hablar.
—No temas nada. El escuadrón de Floch conoce los movimientos de los policías que te guardan y me avisarán de cualquier anormalidad. Floch me hará una señal antes del amanecer para que me marche.
Inmediatamente trató de volver a la boca de su amada, pero tuvo que hacer un par de intentos antes de acertar con un ángulo que no oprimiera su muy hinchado vientre.
—El equipo de Floch cuidará de que no te pase nada —prosiguió después, con tranquilidad— porque si no lo hace yo mismo le volaré la cabeza—. E hizo descender sus labios hacia el cuello de ella.
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Abandona tu humanidad
FanfictionTras escaparse del calabozo, Eren se acerca clandestinamente a ver a la reina Historia, su amante, antes de acometer el último tramo de su peligrosa misión. Pero la Coordenada les tiene reservada una sorpresa. Los derechos de este relato, un fanfict...