Al quedarme dormido esta tarde, yo soñé con un pálido cadáver, yaciendo inerte en medio de una bellísima pradera de prístino verdor, la cual casi parecía sacada de una pintura o una película animada.
El cadáver era todo blanco, casi fosforescente, con excepción de las manchas de sangre que le salpicaban y también los ojos, de color negro en los cuales se veía una expresión de descreimiento, como si la muerte le hubiese sorprendido en un instante de absoluta traición, la misma que acaso podría ser la naturaleza de su propia historia, un cuento de hadas convertido en una tragedia de crimen.
Como los flashbacks en una película, algunas de las escenas del pasado de este personaje desfilaban entre mis ojos: A veces era un niño de cabellos y vestidura blancas, que irradiaba luz en medio de paisajes fantásticos en los que aparecían seres de fantasía, mientras que en otras parecía la víctima de un crimen cometido en una habitación de reducidas dimensiones, un pequeño departamento en muy mal estado donde la suciedad y la sangre manchaban las paredes,
Y yo sentía que ambas historias pasaban de ser una sola a dos historias distintas, una más cínica y trágica, mientras que la otra también era trágica pero dejaba lugar a cierto grado de un optimismo casi ingenuo, como tiñendo de cierta ternura y melancolía a la muerte de ese hombre en la pradera: Eran dos películas distintas, una de Ghibli, y la otra dirigida por Bong Joon-ho, quien había adoptado la estética de la ensoñación para hacer más amarga el tipo de historia que había elegido narrar.
"Para mayores de 13 años, aunque parezca una historia para niños", me decía una voz, como de un anunciador que leía en voz alta una crítica de cine publicada en internet.
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Diario de Sueños y Pesadillas
No FicciónPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.