Tras varios cruces llenos de suma velocidad e intensidad por parte del desesperado Aaron en el vecindario Arts District, por fin logra dar con el enorme almacén en una esquina de la calle.
«Al fin, ahí estás» piensa ansioso, girando el volante en dirección al lugar.
A medida que se va acercando, puede notar dos coches aparcados frente al establecimiento. Sin ninguna duda, él puede reconocer a la perfección esos dos vehículos, siendo los de James y Janet.
Con una velocidad bastante reducida, el detective lleva su coche hasta posicionarlo detrás del de Harrison. Ya detenido, prosigue a bajar del vehículo, y apenas pone ambos pies en tierra, de inmediato desenfunda su pistola y recorre con desconfianza su mirada por los alrededores; no obstante, lo único que halla es una gigantesca soledad abundando, puesto que no ve ni un solo individuo en toda la zona; ni siquiera algún indigente. Sin embargo, Aaron sabe muy bien que dentro del abandonado almacén a su espalda sí que hay gente esperando por él, por lo que inhalando lo más profundo posible, desvía de forma lenta su mirada a la entrada del establecimiento y comienza a avanzar con precaución.
Llegando a la puerta, coloca desconfiado su mano sobre la perilla y la gira, pero sin cometer el mismo que error que en el apartamento de Broker, esta vez empuja de una patada la puerta. Para su alivio, parece que Puzzler esta vez no colocó ninguna trampa en la entrada, así que sin más demora, el detective Ramírez ingresa al almacén apuntando a todos lados.
El lugar es bastante amplio, con telarañas y polvo en su haber. En cuanto a la iluminación, pues si no fuera por las luces exteriores que entran por las enormes ventanas, el lugar sería pura oscuridad.
En medio de la inspección, Ramírez logra divisar a unos metros de sí algo en el suelo. Por lo que con cautelosos pasos adelante, el curioso detective avanza hacia el objeto, que a simple vista parece cilíndrico.
Ya al tenerlo frente a sus pies, se agacha con tal de observar mejor; pero para su desagradable sorpresa, lo que yace en el frío suelo es un dedo amputado.
«¿Qué demonios?» se pregunta asqueado en su mente. Pero antes de pensar en lo peor, él recuerda una víctima a la que le faltaban las pequeñas extremidades de una mano. «Perkins» se incorpora para continuar.
Más temprano que tarde, a unos cuatro metros a su derecha divisa lo que puede ser otro dedo, así que sin ignorarlo, va en su dirección.
Al llegar, se da cuenta que efectivamente es otro dedo cortado. Y con levantar un poco la vista, ve que a otros cuatro metros yace un tercer dedo sobre el piso.
«¿Me estará guiando?» deduce, yendo a la carnosa porción.
Detiene su paso al lado del tercer dedo, pero alzando la vista al frente, divisa uno más delante de una reja que aparenta dar a un pasillo.
«Que manera de guiar tienes, enfermo» prosigue avanzando.
Ya teniendo la reja delante suyo, la empuja con levedad, obteniendo como resultado un bullicioso rechinar de por medio; para ahora sí, darle paso libre al pasadizo, el cual está compuesto por tres puertas: una más o menos cerca a la derecha, y otras dos un poco más alejadas a la izquierda. Por lo que sin pensarlo demasiado, Aaron decide movilizarse despacio y precavido hacia la puerta que tiene a casi tres metros de su diestra mano, acompañado de un eco por cada pisada que da en ese estrecho e incómodo sitio.
Luego de varios pasos de tortuga, por fin llega a la puerta. Con una mano sujeta firme su arma mientras que con la otra gira la perilla para, con un rápido movimiento, jalar hacia a sí la puerta, dando frente al hombre una habitación en la que hay dos enormes sabanas blancas cubriendo lo que parecen ser dos personas sobre sillas.
ESTÁS LEYENDO
El Caso Puzzler
Mystery / ThrillerJames Hamill es un detective de homicidios que tras el asesinato de su esposa se ve envuelto junto a otros miembros de la policía para resolver el caso de un enigmático asesino, el cual tiene como objetivo hacer "justicia" por mano propia, sin impor...