El niño que me amaba, ya no está

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La cama de Konohamaru, no era su cama; sencillamente, era un bloque de hielo. Nisiquiera se había tumbado. Estaba sentado en ella, quitándose el calzado y desabrochándose el chaleco para ponerse el pijama. Estaba muy cansado, pero, sobre todo, triste. Triste porque no había logrado nada con Naruto, ni su amistad. Esa amistad que forjaron con el tiempo y esa relación de admiración mutua, desapareció desde aquel día en que decidieron tener relaciones. Pese a que los dos fingían engañarse y sorprenderse por todo lo que estaba ocurriendo, sabían mejor que nadie que jamás volvería a ser lo de antes.

Lo mejor que podía hacer era seguir adelante, pese a que Naruto ya no pudiera estar en su vida de la forma que él anhelaba. No se puede tener todo en la vida, por desgracia. Aún así, debería seguir viéndolo debido a que era su superior. La máxima autoridad, para más inquina. Ésa sería su penitencia; una penitencia que tendría que llevar en silencio e intentando disimular para que nadie viera lo triste que se hallaba. A diferencia de Naruto, él no creía en los sueños como él. Para él, los sueños eran metas; algo tangible. Eso que tocas con las manos y sientes que nunca se desprenderá de ti. Hasta el momento, logró lo que se propuso, excepto Naruto. Eso era algo inalcanzable, incluso para Hinata, que dio la vida por él. Pero bien sabe Konohamaru que él también habría hecho lo mismo por él, y es por ese motivo, por el cual haría lo que fuera por Boruto.

Entonces, el Sarutobi se sorprendió, pues llamaron a su puerta. A esas horas... Se extrañó. Se incorporó y fue con cautela hacia la puerta, no vaya a ser que fuese un enemigo, aunque era lo menos que le preocupaba en ese instante. Nuevamente, el azar y las causalidades se reían de él. No podía ser.

-¿Qué pasa, Konohamaru? Como veo que velas por mí, he pensado que, a lo mejor, podría dormir en tu casa. Tengo la espalda destrozada de dormir en esa maldita silla de mi despacho. Espero que no te moleste. -Era la inconfundible voz de Naruto.

-Sí, claro. Pasa. -Konohamaru se encontraba atónito.

-Tú no te preocupes: Con dormir en el sofá, es más que suficiente. Es muy tarde, así que ve a dormir. Estaré bien. -Aún así, aunque Naruto sabía que se había dirigido a la boca del lobo, quería librarse de él para evitar tentaciones.

-Pero... -Konohamaru era incapaz de pensar con claridad.

-¿Pero qué? ¿Ves? Estás tan cansado que no sabes ni qué decir. Por favor, ve a descansar. No sé si estás cansado, pero yo, sí. Déjame dormir, por lo menos, un par de horas. Mi cuerpo te lo agradecerá. -El Uzumaki insistía.

Al ver que Konohamaru no se marchaba a su dormitorio, Naruto lo agarró del brazo y se lo llevó a la cama. Lo sentó y se quedó observándolo, pues parecía que se había quedado de piedra. En cierto modo, se preocupó; nunca había visto de esa manera a Konohamaru. Normalmente, era mucho más avispado. Lo sentó en la cama y él se sentó junto a él. Lo rodeó con su brazo, como si se tratara de una manta que le da el calor que necesita en esas frías noches. Konohamaru exhaló toda la tensión que llevaba dentro.

-Sé que es complicado, Konohamaru. Algún día, cuando seas Hokage como yo, comprenderás que no todo puede ser posible, que debes hacer sacrificios. Ponte en mi lugar por un momento. ¿Tú qué harías? -Konohamaru sólo lo miraba a los ojos, pero no emitía sonido alguna-. No lo sabes. Tranquilo, porque yo tampoco. Para mí, tú eres la serenidad, lo que no hallo por mi naturaleza y afán por complicarme las cosas.

-Si soy tu "serenidad", ¿por qué no te quedas conmigo? -Al fin respondió.

-No quiero hundirte la vida, ni hundir la mía. -Sentenció.

-Eres un imbécil, Naruto. -Era increíble que esas palabras surgieran de la boca de Konohamaru.

Naruto no dijo nada, mas que mirar al suelo con ojos tristes. Por supuesto: Sabía que era un imbécil redomado. Poco podía hacer al respecto. Se tumbó en la cama y volvió a agarrar a Konohamaru para que se tumbara también; lo apretó fuerte contra él. A lo mejor, de tanto pensarlo, ese instante se convertiría en una ficción posible en una realidad, que superaba a la ficción.

Impensable (Konohamaru x Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora