Un gran hombre.

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Hyuga Hinata es mi nombre, contaré un poco de lo que he vivido, hoy, hablar de ello ya no me duele, pero en su momento, sentí que no valía nada, se que no soy la única que pasó por ésto, pero si parte de la pequeña fracción de sobrevivientes.

Hoy las nubes se pintaron de gris, el cielo ahora está llorando, en un suave susurro que abate mi alma, las cosas hoy cambiaron, al igual que el cielo, mi corazón también llora, trato inútilmente de ordenar los fragmentos que tengo de lo un día fue un gran y cálido sentimiento, que dejo mis ojos llorosos, mi alma rota, mi mente cansada y mi cuerpo sin ganas de nada.

No puedo darme por vencida, no soy una mujer fuerte pero tampoco soy débil, no desde que mi vida tiene un motivó para seguir.

Recuerdo el día en que nuestra relación cambió, comenzaste a ser indiferente, las supuestas bromas que hacías a mi persona, creí que eran parte de...pero hoy, entiendo que las cosas nunca fueron así, ese día me dijiste que nada de lo tuyo era mío, después sonreiste, así que lo tome como una broma. Hay un dicho urbano que dice "entre broma y broma la verdad asoma" pero eran tan joven que no quise ver la verdad.

Dieciséis años era la edad que tenía cuando me enamoré de ti, eras el más maravilloso hombre ante mis ojos, tan varonil, tan guapo, tan... perfecto, claro que solo a mis ojos, si tú me decías que la luna era de queso yo lo creía, cuando decidí aceptar tu propuesta de irme contigo, me aleje de mi familia por que ellos me decían que no me conveniás, me aleje de ellos al grado que  mi hijo hoy no conoce a sus abuelos. Hoy a mis 29 años y con la experiencia que me otorgó la vida tras algunos golpes, y no solo golpes a mi madurez, tu te encargaste que mi cuerpo sintiera los golpes carnales, recuerdo y siento aún la primer golpiza que me otorgaste, era de noche y llegaste con aliento alcohólico, me acerque a ayudarte por qué tus pasos eran torpes, lo último que yo quería era que te golpearás, me diste un empujón y me gritaste que no necesitabas la ayuda de una gorda inútil como yo, tus palabras fueron un pinchazo a mi corazón, pregunté ¿por qué?, la única respuesta que obtuve fue una bofetada a mi rostro, jalaste de mi brazo me tiraste y comenzaste a patear mi estómago, gritabas que odiabas la grasa en mi cuerpo, a la mañana siguiente mi cuerpo estaba dolorido, saliste de la casa antes de que yo despertará, cuando la tarde comenzó caer llegaste a casa con un enorme arreglo de flores, me sentí tan viva después de eso, dijiste que me amabas, que perdonará lo que me habías echo, yo no dude y te bese en una muestra de que perdonaba lo sucedido, recuerdo que ese día  me prometiste que no lo volverías a hacer, eras mayor que yo, un hombre echo y derecho, así que te creí.

Para entonces tenía tan solo 18, un mes después de eso te di la noticia que estaba embarazada, sonreiste y me dijiste que ahora me amabas más, pero la desgracia visito nuestro hogar, en el primer trimestre de embarazo algo salió mal y tuve un embarazo anembrionico, tuvieron que practicarme un legrado, después de recuperarme las cosas eran como antes del embarazo, claro que no para mí, había perdido a mi bebé, a ti pareció no importarte, pero algo dentro de mi murió ese día, sonreía para ti para que siguieras viendo a aquella mujer de la que te enamóraste.

Seis meses más tarde volvías echo una furia de tu trabajo, mascullabas cosas que yo no comprendía, y remataste diciendo "y ahora tu maldita sea no sirves ni para darme un hijo".

No recuerdo mucho después de tu puño estrellandose en mi cara, supongo que la pared golpeó mi cabeza con fuerza, por qué al despertar, estaba tirada con un charco de sangre bajo mi cráneo. Tu no estabas te importo poco dejarme en ese estado, como pude tome un taxi para trasladarme a un hospital.

Y la historia fue la misma, llegaste con flores, un peluche, chocolates, y volví a perdonar tu actuar cobarde.

Los siguientes dos años, ese ciclo se repitió con más frecuencia, hasta que otra vez por milagro de Dios me volví a embarazar, cuando te lo dije parecías emocionado, creí que sería un nuevo comienzo.
Tenía  dos meses de embarazo cuando fui víctima de uno de tus constantes arranques de ira. Me golpeaste tan fuerte en el abdomen que tuve un abortó, tus patadas fueron el arma que acabo con la vida de un pequeño ser, pero no te culpo, la culpa fue mia por no haber echo lo que debí desde el inició.

Después de eso, mataste lo que sentía por ti, no se cómo lo hiciste, pero volví a creer en ti, en tus mentiras, en tu falsedad.

Las golpizas continuaron, hasta que a mis 24 años, Dios quiso darme un motivo para sonreír una tregua para mí abatido corazón...estaba embarazada.
Esta vez cuidaría de la vida en mi interior, pelearía como una fiera y defendería lo era mío...mi hijo.

Cuando intentabas golpearme, aún cuando sabías que estaba gestando, corría a esconderme a la habitación, solo de esa manera mi embarazo pudo llegar a culminar, durante la labor de parto estuve sola, pero poco me importo, traería a mi hijo al mundo y jamás volvería a estar sola.

Escuchar el llanto de mi pequeño tras 6 horas de trabajo de parto, aquel llanto fue un ungüento a mi alma herida, fue como si todas mis heridas sanarán en un santiamén.

Cuando llegaste y conociste al hermoso hijo que pude darte me besaste y volviste a prometer que cambiarías, al ver qué tú expresión cambio al conocer a tu hijo, y la chispa de esperanza que simbolizaba mi pequeño decidí volverte a creer.

Mi bebe tenía cuatro meses de edad cuando otra vez golpeaste mi cuerpo, te ensañaste conmigo de tal forma que termine en una sala de urgencias, con una costilla rota, la retina del ojo dañada, el fémur fracturado y una grieta en el cráneo.

Desde mi punto de vista...casi me matas.

Eso me puso a pensar ¿Que sería de mi hijo si yo llegara a faltar?

Puse una denuncia, pero las autoridades se mueven con dinero, y de eso tú tenías mucho.

Volví a casa por qué mi bebe estaba ahí, cuando lo ví, sentí que el alma volvía a mi cuerpo que mi corazón volvía a latir, entonces comprendí lo que tenía que hacer, no esperaría tocar fondo y terminar muerta como muchas mujeres lo hacían por las manos de sus parejas.

Fuiste a trabajar después de que mi recuperación me permitía moverme con muletas, no esperaría más, había echo lo propio al sacar dinero de la tarjeta que me diste, tome a mi hijo, la única amiga que tengo me saco de aquella jaula que fue testigo de todas las golpizas.

Mire con melancolía el lugar que alguna vez llame hogar, no tenía a dónde ir, mi familia no quería verme y tampoco tenía cara en para  pedir de su ayuda, no después de ser terca y hacer lo que ellos no aprobaban.

Me aleje de aquella ciudad, con un propósito en mente,...vivir, vivir con mi hijo, el era mi motivo para seguir.

............

Hoy mi pequeño hombre tiene cinco años, se mejor que nadie que no le doy lujos, pero sin duda alguna le doy todo lo que tengo, yo soy feliz y se que mi hijo también lo es, quizá un día su padre comprenda todo, que haya cambiado y pueda convivir con su hijo, tener una relación sana, quizá yo podría ser su amiga, pero creo que eso es pedir demasiado, por ahora solo disfrutare a mi hijo, seré feliz el día en el que el se convierta en un hombre bueno, buen esposo, buen padre...buen hijo.

Se que si me esfuerzo lo suficiente mi hijo llegará a ser un profesionista, será difícil, no lo dudo, pero no imposible, un día saldré a comer tomada de la mano del amor de mi vida...mi hijo.

Kakashi, algún día, el día que decidas cambiar, ven y conoce a tu hijo, que crece y eso no es gracias a ti, pero tranquilo, agradezco que me hallas echo madre.
No te odio jamás lo haría, jamás le enseñaría a mi hijo un sentimiento tan impuro.

Criare a un gran hombre.

Notas de la autora

No se que decir, hoy muchas cosas pasaron por mi cabeza, estoy ahogada en una vaso de tristeza, en fin, dejen sus comentarios.

¡ANIMO MADRES SOLTERAS, SI SE PUEDE!


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