Otros tiempos peores.

Capítulo 2 - "No vuelvo".

Mi tía me llevaba a la escuela como todos los días acompañada de mi primo mayor, Alonso, pues en esos tiempos, estaba muy mal visto que una mujer caminara sola por la calle. Me parecía totalmente estúpido que una mujer no pudiera ir sola a comprar ropa o cosas de la casa ya que era una misma persona al igual que un hombre pero por ese entonces, la sociedad era muy machista. 

Ella estaba soltera y no le gustaba salir a ningún sitio por miedo a que la violaran. Además, ella también me prohibía salir de casa por las noches e ir al baile con mis amigas, pues tenía miedo de que algún hombre me hiciera daño. Por una parte era totalmente lógico que tuviera ese temor, sin embargo yo sabía cuidarme por mi sola y no tenía ningún miedo a que un hombre me pusiera la mano encima ya que perfectamente sabía cómo reaccionar después de lo mal que lo paso mi madre. Aún así, cuando mi tía no me dejaba salir con mis amigas, solía escaparme de casa por las noches porque era la única manera de la que podía salir. Sé que suena un poco rebelde y que era peligroso pero yo quería ser una chica normal como todas mis amigas, y quería salir con ellas para integrarme más a ellas.

- Señora Jacinta, ¿Claudia puede salir hoy por la noche? Prometemos llevarla sana y salvo a casa. - Le preguntó Paqui, mi mejor amiga.

- No. Hoy no va a salir porque tiene muchas cosas que hacer. Lo siento. - Respondió mi tía, con tono cabreado. - Y no volváis a venir más porque ya sabéis la respuesta.

Era inútil convencer a mi tía: su vida eran constantes problemas y eso hacía que se amargara más. Y me amargara a mi. Para mi tia, yo tenía que ser y comportarme igual que ella. No podía hacer lo que las otras chicas hacían porque yo no era igual y nuestra situación en casa es peligrosa. Las únicas cosas que hacía en casa era hacer las tareas, estudiar y, sobre todo, ayudar a mi tía en la compra, en hacer de comer, en limpiar..., pues muchas veces se solía ir a trabajar y me ordenada que, después de que saliera del colegio, hiciera todas las cosas de casa y quedara la comida preparada. No me parecía justo como me trataba pero no podía hacer nada ya que era la única persona que se hizo cargo mía. Y no quería irme con ese hombre que supuestamente hace pasarse por mi padre. Y hablando de él... Muchas veces lo veía en los bares, como siempre, bebiendo. Me resultaba inevitable no expresar un gesto de desprecio hacia él, pues cada vez que pasaba por el mismo bar y lo miraba, notaba que tenía la mirada perdida. No sabía ni quién era, ni dónde estaba. Y me daba asco.

Esa noche salí gracias a mi primo Alonso, que me fue a buscar e intento convencer a mi tía. Y lo consiguió. 

- Que sepas que vas a salir... pero no quiero que vayas con esa vestimenta. - Me gritó Jacinta. 

- Todas las chicas salen con vestidos y faldas... Esta falda está por las rodillas. Y me llevaré un pañuelo para que no pase frío. Déjame ponermela, por favor.

- No, no quiero que vayas con eso. Pareces una prostituta. - Respondió mi tía. - Esa falda es muy ajustada. Ponte esta.

Decidí ponerme la que me dijo ella para no cabrearla más de lo que estaba, puesto que iba a salir y eso estaba en contra de sus principios. Me lo conjunté bien a pesar de que la falda fuera fea y muy ancha: me vestí con una camisa blanca abrochada hasta el cuello y acompañada de un pañuelo. Para que pareciera más bonito aquel conjunto, me metí la camisa por dentro de la falda y me puse unos zapatos de tacón muy bajitos. Me dejé el pelo rizado y sólo me pinté las pestañas, pues estaba muy mal visto que la mujer se pintara con sombras, es decir, querían ver a la mujer de forma natural ya que las prostitutas o las "frescas" solían pintarse mucho y se ponían mucho colorete. Así es como las solían identificar cuando las veían por la calle. 

- Cuando quieras salir por la noche, avísame porque yo suelo salir siempre. - Contestó Alonso nada más cerrar la puerta de la casa.

- Gracias, Alonso. De verdad que si me vuelvo a quedar otro día más encerrada en esa casa tan grande, me vuelvo loca.