Capítulo 18: Llamas violáceas

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Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.


Rebindranath Tagore


 † † †


No habían poesías nuevas. El blog que solía frecuentar desde hacía unos meses no se actualizaba, y en parte me preocupaba. En la última entrada de dicho blog, la autora escribió una poesía algo extraña. Sus poesías solían ser melancólicas y deprimentes, idolatrando a la muerte e incluso dando señales de querer reunirse pronto con ella. Leía sus poesías porqué las encontraba muy bellas, con ese punto de "qué está diciendo esta loca" y "cuanta belleza en un solo verso". La poesía es el tipo de literatura menos leído del mundo. Dicen que por la complejidad de sus palabras. De su significado.


La gente debería amar más la poesía. La poesía te hace pensar. Te hace meditar y saber interpretar las palabras. Palabras en las que hay escondidas miles de emociones y sentimientos del autor.


La última entrada decía así:


                No temo a la muerte 

                Solo temo a seguir con vida 

                Solo temo al sufrimiento sin fin 

                Al sufrimiento que me deja su alma al huir 

                Un rostro angelical se me muestra 


                Lucifer ya me reclama 

                a recibirme se apresura 

                Lo seguiré allí donde me guíe

                Él es mi única esperanza, 

                Mi ángel caído será feliz


                Y cuando esté en el infierno, 

                Y las llamas me abrasen, 

                Y las yagas en mi piel se acentúen, 

                Habré encontrado mi auténtico paraíso.



Decidí dejar el ordenador en suspensión, y bajé a la cocina para ver si conseguía algo para comer. Mi sorpresa fue al verla. Mi madre, esa mujer dejada, sin una muestra de autoestima y vestida con lo primero que se encontraba en el armario, llevaba en ese momento un traje de dos piezas dignos de una presidenta de una empresa de alto stand, con un collar fino de plata y un maquillaje suave y natural. Me quedé de piedra.


- ¿Mamá..?


Mi madre se rió al ver mi cara, que seguramente tenía que ser épica.


- ¿Qué sucede, cielo?


- Vamos, ¡no me hagas esa estúpida pregunta mamá! ¡Mírate!

Retrum 3: Labios de Ébano [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora