011. Carencia / Johnlock

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Sherlock se preguntó, unas cinco veces si realmente estaba pensando con la cabeza. Llegar tan bajo porque se había acabado el dinero para sus gustos... Si Mycroft se enterara lo mataría.

Entonces se encontraba así, en un programa de televisión, esperando conocer a un chico. Al parecer, si aguantaba unos 20 minutos podía elegir irse con el chico o quedarse con el dinero. Se percató en ir con la camisa que más le favorecía. Esa morada que había atraído más de una mirada, Sherlock no era tonto. Lo sabía perfectamente bien.

No leyó si era un chico o una chica antes de inscribirse, de igual manera, estaba yendo por el dinero. Estaba limpio hace unas semanas y su ansiedad lo estaba carcomiendo.
Algunos chicos y chicas pasaban, algunos se veían afectados, otros no. Sherlock supuso que no era un chico muy atractivo, que tal vez tenía un rasgo en particular.
Cruzó los dedos para que aquellas personas que iban delante de él no se quedaran por los 20 minutos.
Se preocupó bastante cuando la participante anterior a él, una chica rubia, duró más de 10 minutos.

Dijeron su nombre y se acercó hacia aquella mesa donde su "cita a ciegas" estaba. Puso su sonrisa más falsa y trató de mostrar más sus ojos. Según las cartas que recibió de pequeño, esas eran sus facciones más atractivas.

Aquel rubio le sonrió.
No era atractivo, no era algo del otro mundo, la rápida mirada que dio a su cuerpo dejaba en claro que era mucho más bajo que él y que tenía una cojera. Y al parecer... Fue un militar.
Sherlock se sentó y sostuvo su mano.
Las pupilas del desconocido crecieron un poco. Sherlock se sonrió así mismo.

-Soy John.

-Sherlock-respondió con una voz suave, evitando que se mostrara el toque ácido que casi siempre tenían sus palabras. No recibió otra mirada como la de antes. Se preocupó.

John se acomodó en la silla.
-Bien, um, cuéntame, ¿qué haces?

-Soy un doctor-mentira. No importaba, no lo volvería a ver jamás. Su profesión no importaba ahora-¿Y tú?

-Oh, ¡yo también!-el tono de voz... Sherlock lo sabía. Ya había perdido el interés. Ahora tocaría el botón de su costado y no se llevaría nada a casa.

Sherlock entonces rió un poco, disimulando. Los ojos de John se agradaron- No... No soy un doctor, soy un detective consultor.

El rubio soltó una carcajada. Sherlock subió su mirada un poco molesto.
-Lo lamento, es que era obvio. Tus manos están llenas de heridas de quemaduras, imposible que seas un doctor-esta vez el ruloso abrió sus ojos-¿Detective consultor, eh? ¿Qué es eso? No es necesario que mientas, dime la verdad.

-Es un trabajo. Creado por mí-soltó casi sin pensarlo-Cuando la policía falla, que es casi siempre, me llaman para darles una mano.

-La policía no contrata amateurs.

Sherlock sonrió de costado.
-Las marcas de tu mano implican un trabajo duro, hay algunas que son bastante visibles y que tratas de ocultar, sin embargo, también son bastante suaves. Diría que eres un Doctor, y por las marcas de bronceado, uno que viene de la guerra-John miró hacia el suelo. Sherlock continuó hablando-Tienes una cojera inexistente, se supone que debería dolerte la pierna, pero no te he visto incómodo. Quieres estar con alguien esta noche es por eso que estás aquí. Pediste una silla para pasar desapercibida. Entonces, sí. La policía no contrata amateurs.

John tomó un poco de agua en silencio. Sherlock esperaba el toque del botón, porque había hablado más de lo que debería. Dentro suyo nació un sentimiento de enfando hacia sí mismo.

-Eso fue... Increíble.

Sherlock lo miró a los ojos.

-¿En serio lo crees?

-Sí. Bastante extraordinario.

-Eso no es lo que la gente suele decir.

-¿Qué suele decir la gente?

-¡Vete!

John rio, y el ruloso sintió una calidez crecer en su pecho, parecía un hormigueo. Algo sentía. Sherlock se sintió en un buen lugar por un momento, le agradó aquel joven nuevo; que hasta se olvidó la razón por la que estaba ahí.
John era increíble. Simpático. Cada que Sherlock hablaba podía observar todos los sentidos atentos de John. Nunca se había sentido escuchado verdaderamente.

Pasaron los minutos y John hizo la pregunta. Su voz despertó a Sherlock del sueño profundo en el que estaba.

-... Entonces, Sherlock, ¿te gustaría tener otra salida o irte con el dinero?

El detective se quedó callado. Si no aceptaba la salida, ¿podían al menos intercambiar números? Pasaron minutos. No, no, no estaba pensando bien.

-Me iré con el dinero.
Sintió la mirada de John en su rostro pero estaba bastante decidido para retractarse.
John le extendió la mano como el principio, la tomó.

-Supongo que podemos ser amigos.

-No lo sé.

El rubio miró las dos manos enlazadas, sin embargo, su mirada se dirigió a las mangas de Sherlock. Puntos. Había visto eso antes.
Drogadiccion.

-¿Para qué vas a utilizar el dinero?-preguntó John. Su voz no era suave, al contrario, sonaba enojado. Sherlock pensó que era porque lo había "rechazado" asi que dijo lo primero que le vino a su cabeza.

-Tengo que pagar una parte de mi renta. Me faltaba dinero para eso.

-Entonces, ¿no te vas a drogar?-no fue una pregunta que tenía duda en su tono. John era un doctor, uno bueno, y podía diferenciar entre marcas antiguas y marcas actuales.

Sherlock se quedó estático. John con un movimiento rápido tomó su antebrazo, mostrando esos puntos negros. El castaño miró fijamente a John, sin saber exactamente cómo sentirse. ¿Avergonzado? ¿Triste? ¿Despreocupado? No lo sabía. Pero podía observar la molestia ardiente en los azules ojos del otro.
Quitó su brazo de los dedos de John. Se tapó otra vez, dando media vuelta para marcharse.

-No, no te vas a ir-exclamó John-¡Sherlock no puedes seguir haciéndote esto!

Sherlock paró por unos segundos. Para seguir caminando.
Lo que no supo John es que Sherlock tenía más ganas de estar con él que con jeringas. Le dio el dinero a alguien de la calle y avanzó con grandes pasos para encontrarse con John, quien tenía un bastón en su mano, listo para irse.

-Quiero otra salida contigo.

John lo miró.

-¿El dinero? ¿Ya te lo gastaste y estás drogado?

-¡No! John, John-decía Sherlock para parar la caminada del rubio-Estoy limpio. Pero no sé si podré estarlo más tiempo... Solo.

El rubio paró sus pasos.
Al parecer era el destino.
Y es que John tampoco sabía cuanto tiempo le quedaba si pasaba la noche estando solo.

...
Me agarró la locura y me imaginé a un Sherlock en Next JSJDJAJ.
O

h, y gracias por los 1K graciAS.

; 12  M e s e sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora