- Somos Mai.
- ¿"Mai"?
- Descendientes de una antigua y sagrada raza. No completamente humanos, no completamente dioses... los hijos de Bastet. La más poderosa raza de los dioses -Dice Hanna sacando de debajo de su camisa una pequeña cadena dorada con una figura en ella. Era un gato... un gato, sí.- Hubo un momento en el que se les veneraba, como a los faraones... Los Mai y los humanos tenemos una relación especial. Eramos sus protectores, lo que ellos decían nosotros lo hacíamos...
- Pero luego tuvimos una pequeña pelea. Supongo que se podría decir que nos cansamos de obedecer órdenes.
- Así que rompimos el vínculo sagrado...
- Esa es una interpretación. Pero no nos han cazado en generaciones...
- Está siendo ligeramente dramático, llevamos vidas bastante normales. Completamente normales, como la de los humanos -Finaliza Hanna de una vez por todas. Digamos que me encontraba en una situación incómoda, digo, no entendía nada de lo que decían.
- Eso no tiene ningún sentido -Exclamo mirándolos a ambos de manera confusa.
- En el fondo sabes que es verdad. Siempre has sabido que eras diferente -Dice Martín mirándome fijamente. En parte eso es verdad, siempre sentí la necesidad de saber porque era tan diferente. Y supongo que eso tiene que ver con mis padres biológicos.
- ¿Van a haber más... cambios? -Digo un poco nerviosa. Con mis garras ya sobra y basta, no necesito más cambios.
- No, sólo una cola -Dice Martín seriamente sentándose en una de las sillas de ahí. Lo miro totalmente aterrada y luego a Hanna, buscando una explicación.
- Ignorálo, se cree gracioso. Mira, sé que es difícil de aceptar, pero es quien eres.
- ¿Ahora te arrepientes de ser tan mala conmigo? -Dice Martín sonriendome. Sonriendome con esa hermosa sonrisa de ensueño. ¿Qué pasa?
- No -Digo firmemente rodando los ojos.
Él, como siempre, ignora mi comentario y responde a su manera.
- ¿Quién era ese tipo con el que estabas tomando café? ¿Era tu novio? -Genial, ahora me espiaran en todas partes, solo espero que por lo menos en el baño no se encuentren.
- No es de tu incunvencia -Le digo cruzandome de brazos.
- Por un segundo pensé que ibas a besarlo -Dice Hanna sentándose al lado de Martín, con una sonrisa.- Juro que casi en daba un ataque.
- Los Mai y los humanos no se relacionan demasiado bien. Supongo que lo llamarías "maldición".
- No podemos...
- Intimar -Termina la frase Martín. Es como si llegaran un libreto, es gracioso ver como uno comienza y otro termina.- A veces incluso algo tan pequeño como un beso...
- ¿Qué pasa si nos besamos? -Pregunto rápidamente.
- Depende del beso. Parálisis, muerte...
- A veces solo parálisis y muerte. Pero no te preocupes, no para los Mai, solo para los humanos...
- Martín. Lo juro, no besaste al chico, esta bien -Dice Hanna sonriendome. Pero no puedo estar bien.
- No es por él por quien me preocupo -Digo rápidamente al ver su foto en mi celular.
**
- No es culpa tuya. No podías saberlo...
Xavier. Me encontraba en la casa de Xavier. Lloraba, lloraba al ver lo montaban en una camilla y lo subían a una ambulancia. Su madre, supongo yo, una señora de mas o menos 45 años, lloraba desconsoladamente en una esquina. Me volteo rápidamente para volver a mi casa, pero Martín me toma del brazo.

ESTÁS LEYENDO
The nine lives of Chloe King.
Teen FictionMe encontraba corriendo, sí, corriendo por mi vida en lo mas adentrado del bosque, pensaba en llegar alguna vez a la cuidad. Me perseguían, querían matarme, pero no les daré el gusto. Al fin, al fin llegue a la cuidad, tenía que correr, o si no, m...