Capítulo 40
Estaba dolida, sumamente dolida. A pesar de tantos años seguía el dolor en su pecho como si no hubiera pasado un segundo. Recordaba con mucho dolor como su vida aparentemente resuelta se destruía en cuestión de minutos a causa de una mentira. Una mentira que Dimitri creyó sin titubear.
Quería entender la situación, quería ponerse en su lugar y comprender que él también había sido engañado por su padre, sin embargo le era imposible. Ya que solo las personas que realmente sufrieron recuerdan todo muy bien y Maya lo hacía cada día.
Le dolía verlo así, era cierto. Pero era inevitable quitar ese sentimiento de la noche a la mañana, porque ella si lo había amado con toda la fuerza de su alma.«¿Que sintió él al verla llorar ese día hacia ya cinco años atrás? » pensó con nostalgia.
—Viendo el hecho de que no tienes televisor no me dejas más que pensar inadecuadamente, Maya. —Steve arrimó la silla un poco más a la cama.
Maya reaccionó asintiendo sin escuchar del todo sus palabras. Lo había olvidado por completo y se reprendió internamente por ello.
—Lo siento. —dijo a la vez que se sentaba y escondía su rostro entre sus manos suspirando pesadamente.
Todo se le hacía tan difícil de procesar.
No sabía muy bien si era el estrés, los recuerdos o los sentimientos, pero se sentía tan agotada que el respirar con normalidad le aprecia una tortura.Steve reaccionó inmediatamente al escuchar sus palabras.
—¿Qué tienes, preciosa? —le dijo tomando sus manos delicadamente y retirandolas de su rostro. —¿Qué ocurre? —tiernamente, como un suspiro sintió sus palabras.
Tenía frente a ella un hombre maduro que le estaba teniendo toda la paciencia del mundo y en lo único que podía pensar era en unos ojos celeste que lloraban por su perdón.
—Yo…
A Maya le tembló la voz, las manos, los labios; todo de ella. No estaba bien, no parecía ella. Estaba destrozada y tristemente necesitada, de alguien que no debía, ni quería ver de nuevo en su vida. Era tan deprimente darse cuenta como a pesar de todo él seguía teniendo control en ella, sin siquiera quererlo.
Steve pudo ver el dolor, y su corazón se calentó de rabia al imaginar quién sería capaz de hacerle daño a un ángel como lo era Maya. Porque sí, ella por más corazas que tratara de ponerse irradiaba bondad, una que había ofrecido a quien no debía.
—¿Qué te hizo? —dijo de manera lenta y con expresión preocupada, y eso fue lo que había faltado para que la joven se echara a llorar de manera desgarradora.
Steve la envolvió entre sus brazos con fuerza y ella se aferró a él de una manera desesperada, eso le había partido el corazón. Y también le había hecho entender con más claridad los sentimientos que tenía por esa joven.
Sin embargo, Maya no pudo. No pudo verlo de la manera que deseaba. No pudo siquiera imaginarlo, no podía. No, cuando se moría por un beso, una palabra y una caricia de Dimitri. No, cuando lo único que recordaba era los momentos felices junto a ese hombre que la volvía loca en todos los sentidos. No podía, no mientras extrañara cada parte de él, no cuando se sintiera incompleta. En los sentimientos nadie manda, en ellos nadie opina, solo están para salvarte y en el peor de los casos matarte sin compasión.
Tal y como lo estaba sintiendo en ese momento.—No debí molestarte. De verdad lo siento. —se alejó de él como si su toque estuviera prohibido. El hombre frente a ella negó con rapidez ocultando el dolor del breve rechazo.
—Tú jamás serás una molestia. Tenlo en cuenta siempre.
—Lamento haberte hecho venir. —dijo limpiando una lágrima pesada. —Necesito descansar.
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Punto débil © (Versión Corta)
Romance-No te entiendo. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Él soltó una fuerte carcajada. Rompió su corazón lo sabía, pero daba igual, eso era lo que ella había conseguido con sus acciones. -¿Enserio no lo notaste? -preguntó con burla. -¿Eres...