Cuando llegaron a casa, la luz del vestíbulo ya estaba encendida, proyectando un cálido resplandor dorado que se extendía por todo el pasillo. Esa luz suave y acogedora daba la impresión de que, tras el tumultuoso día, habían vuelto a un lugar seguro, un refugio donde las preocupaciones del mundo exterior quedaban relegadas. El sonido de las llaves al girar en la cerradura rompió el silencio tranquilo de la casa, resonando con una familiaridad reconfortante, como si todo el espacio los hubiese estado esperando. Mary, quien había pasado el día entero en la cocina en un estado de ansiosa espera, emergió con una energía arrolladora. Su cabello, ligeramente desordenado por el ajetreo de la tarde, saltaba con cada uno de sus pasos. Aún llevaba el delantal firmemente atado a su cintura, y su presencia llenaba el ambiente con el aroma cálido y dulzón de galletas recién horneadas, una fragancia que evocaba recuerdos de infancia y confort.
Con una mezcla de nerviosismo y anticipación, Mary corrió hacia ellos, sus ojos llenos de preguntas no formuladas, todas ellas centradas en el juicio que había marcado el tono de la jornada. Su corazón latía con fuerza, resonando en sus oídos mientras esperaba, desesperada, una respuesta. Cuando finalmente escuchó el suave clic de la puerta al abrirse, su mirada se iluminó, sus labios entreabiertos, ansiosa por cualquier señal. Al recibir la noticia que tanto anhelaba, fue como si todo el aire se liberara de sus pulmones al mismo tiempo, una oleada de alivio que la recorrió de pies a cabeza. La alegría la invadió por completo, y sin pensarlo dos veces, se lanzó a los brazos de la rubia, abrazándola con fuerza , sus labios llenándola de besos en las mejillas en una expresión sincera de amor.
—Eres increíblemente valiente —dijo Mary, apretando suavemente las mejillas de la rubia entre sus manos, sus ojos brillando de admiración y orgullo—. No tienes idea de lo mucho que te mereces todo lo bueno que el mundo tiene para ofrecerte.
Betty, conmovida por la emoción de Mary, apenas podía hablar. Las palabras se le atoraban en la garganta, pero la calidez de esos gestos y el cariño que sentía en cada abrazo la hicieron sentir que, por primera vez en mucho tiempo, todo iba a estar bien.
Jughead, quien había estado observando la escena desde el marco de la puerta, no pudo evitar sonreír con ternura. Su mirada estaba llena de orgullo, no solo por lo que habían logrado ese día, sino por la conexión genuina y profunda que veía entre las dos mujeres. Se apoyó con desenfado contra el marco, cruzando los brazos sobre el pecho y dejando escapar una risa suave antes de intervenir.
—Sin duda lo es —dijo, con una sonrisa que se extendió lentamente por su rostro—. La persona más valiente que he conocido jamás.
Las palabras de Jughead flotaron en el aire, llenas de sinceridad, mientras el ambiente se inundaba de una sensación de unión y complicidad. Era un momento que quedaría grabado en sus corazones, una instancia en la que, sin necesidad de muchas palabras, se sentía el amor, el respeto y la admiración mutua.
En ese preciso instante, una cabellera pelirroja apareció desde el umbral de una de las habitaciones. Cheryl, quien había permanecido en silencio hasta entonces, emergió como si hubiera estado esperando pacientemente el momento perfecto para unirse a la celebración. Su sonrisa se ensanchó cuando sus ojos se encontraron con los de Jughead, y en un abrir y cerrar de ojos, corrió hacia él con la misma energía que había visto en Mary. Los brazos de Jughead se abrieron para recibirla, y el abrazo que compartieron fue cálido y reconfortante, como si en ese momento, el mundo alrededor se hubiese detenido, permitiéndoles disfrutar de la alegría del reencuentro.
—¡Cher! —exclamó Jughead, dejando escapar una risa profunda mientras la giraba en un círculo, como si sus emociones desbordaran por completo—. ¡Te extrañé demasiado! está totalmente prohibido que te vuelvas a ir por tanto tiempo.
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❈Daddy❈ |EN EDICIÓN|
RomanceA veces, el destino nos juega cartas que no podemos ignorar. Jughead trató de reprimir lo que sentía por aquella chica, convencido de que era un error dejarse llevar. Pero en el momento menos esperado, una broma inocente -ella llamándolo "Daddy" en...