Capítulo 1. Luisita

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Luisita

Corro, solo corro, de un lado a otro sin descanso...

.

Estoy sentada sobre una gran mesa y tengo puesta en mí todas las miradas. Todas con el ceño fruncido, seguramente pensando en mis acciones, tal vez juzgando, tal vez molestos, tal vez conformes

En el lugar empieza a sentirse una neblina áspera y los empresarios empiezan a crecer frente a mí.

No.

No están creciendo; nuevamente siento que soy yo la que empieza a volverse muy pequeña.

Me encogí tanto que piensan que no estoy en la sala. Hablan a mis espaldas, susurran entre ellos.

De nuevo aparece en mí las inseguridades y mi necesidad de irme porque no soporto ser el centro de atención.

¿Por qué estoy a cargo de esta empresa?

– Luisita cree en ti –

Escucho la voz de Amelia sonar entre las paredes

.


Suavizo un poco el trote de mis pasos. Los malos sueños con los que desperté esta mañana siguen estando en mi mente. Mi respiración agitada y el corazón latiéndome rápido me hace recordar las mismas sensaciones que tuve en la pesadilla. Por un momento quiero detenerme...

.

Me levanto de la gran mesa, pero sigo estando pequeña.

No me atrevo a decir palabra alguna. Pienso en salir del lugar...

¿Por qué me dejaste a cargo de esto Amelia?

Y entre las paredes del lugar escucho su voz nuevamente

– Luisita cree en ti –

.


Pero no me detengo. Levanto la cabeza y reanimo el trote de mis pasos, sin parar, sin descansar y aumentando la velocidad cada vez más. Corro, solo corro...

.

El sonido de la voz de Amelia, me hace querer buscarla con la mirada entre la neblina. Quiero decirle que me lleve, que no puedo estar sola, necesito que me dé su mano. Quiero salir desesperadamente a su búsqueda y escucho nuevamente esa frase.

– Luisita cree en ti –

Pero esta vez no es el sonido de la voz de Amelia. Es la voz de mi madre diciéndolo, se escucha nuevamente, es la voz de mi padre, luego la voz de María...

¿Por qué estoy a cargo de esta empresa?

Porque nadie mejor que yo entiende este proyecto.

Y porque Amelia creyó en mí...

No avanzo ningún paso, me quedó frente a la gran mesa y me coloco en una postura firme.

Creo en mí.

Me doy cuenta que los empresarios vuelven a darse cuenta de mi presencia y giran sus cuerpos para volver a ver por debajo de ellos

.


Sigo corriendo, ahora estoy bajado escaleras

Sin descansar y mirando al frente.

𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐓𝐈 - 𝐈𝐈 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora