Ep. 17

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     Era un día soleado y se notaba por las pequeñas líneas que lograban cruzar por las cortinas oscuras de la habitación y chocaban suavemente en la cara del chico profundamente dormido sobre su cama.
   —¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Ya amaneció!
   —¿Qué carajo?—Refunfuñó, aun adormecido, dándose la vuelta en la almohada—Cállate.
   —¡Pero ya amaneció! ¡Es hora de trabajar!
   —Son vacaciones, déjame dormir—Rezongó, tapándose los oídos con la almohada.
   —¿Los mortífagos tienen vacaciones?—Y se soltó a risotadas.
   —¡¡Aisht, en serio!!—Gritó enderezándose en la cama, con los ojos aun cerrados.
   Peverell rió al otro lado.
   —Bueno, si no quieres levantarte, quédate bien dormidito de nuevo, yo iré a visitar a otra familia, sigue descansado bien.
   —Que graciosa—Dijo, fingiendo una seca risa, tallando sus ojos—¿Dónde te veo?
   —En la entrada de la mansión de los Parkinson.
   —¿Qué? No, no podemos ir ahí.
   —¿Ah, no? ¿Por qué?
   —Tienen lazos con mortifagos, si te descubren, nuestra muerte es segura.
   —Pero necesito ver su casa, ¿Y si tienen la pintura?
   Draco se tiró en la cama, soltando un suspiró mientras miraba el techo.
   —Cielos, tu y tu pintura… ¿Sabes transformarte en otro animal?
   —Ehhh—Dudó la chica—¿Un gatito?
   —Eso esta bien—Se levantó de la cama, bostezando, y caminó a la bañera—Te veo allí.

    Ambos se levantaron a bañarse y arreglarse para la visita de ese día, y aunque no parecían pensarlo, estaban nerviosos y contentos de verse una vez más.
   Peverell no sabía si irse con pantalones o vestidos, si fingir ser un gato o gata, o si incluso debía llevar moño para fingir ser mascota de Draco.
   Por otro lado este chico, no sabía si irse de lo más casual o como normalmente se vestía, un playera con cuello de tortuga color negra y una chaqueta, o irse en traje negro. Tenía la sensación y la necesidad de querer irse algo diferente y atractivo. Se miraba en el espejo y pensaba si sería una mejor idea despeinarse un poco o recogerse todo el cabello con gel hacia atrás.
   Al final tomó la segunda opción y se colocó perfume alrededor suyo.
   Al poco tiempo escuchó a alguien tocar la puerta y entrar lentamente.
   —Que guapo te ves, ¿Iras a una cita?—Preguntó su madre, mirando a su hijo bien vestido a través del espejo.
   —Iré a visitar a los Parkinson.
   —¿De verdad? Vamos juntos.
   —No—Terminó de ajustarse la corbata—Iré solo.
   Narcissa no podía seguir permitiendo que Draco se comportara tan indiferente con ella.
   —Iré contigo, quieras o no.
   —Esta bien, como tu quieras, madre—Respondió sin siquiera voltear a verla.
   Su madre notó que el chico había agarrado un objeto de su cama desatendida. Era color azul brillante.
   Una gema de voz. ¡Lo sabía! Draco ha estado hablando con alguien por la gema de voz, pero la pregunta es, ¿Quién?
   Lo acompañó hasta la salida y en ningún momento se le vio tener interés en mirar atrás para despedirse o anunciar a dónde iba. Espero a que ella tomara su brazo y salieron volando desde la puerta de la mansión.

    Ella maullaba y maullaba, mientras esperaba a Malfoy. Caminando de un lado a otro, por la vereda en la que comenzaba el camino a la Mansión Parkinson.
   Al cabo de un rato, el silencio desapareció cuando se escucharon los ruidos de las hojas secas ser aplastadas.
   Se escondió tras un árbol y miró con atención. Era Draco y su madre, ¡Demonios!
   Ahora sólo le quedaba improvisar de una buena vez, así que cuando ellos estuvieron a punto de cruzarse por donde estaba ella, maulló. Llamando la atención inmediata del rubio.
   Malfoy observó el moño rosa que llevaba a su alrededor. La gatita blanca era Peverell, y no podía evitar sonreír, se veía muy limpia y tierna. Se separó de su madre y fue a tomar a la felina en sus manos.
   —¿Qué es eso?—Preguntó Narcissa, acercándose a su hijo. Al ver a la gatita entumida en el pecho cálido de Draco, se enterneció y se acercó para acariciarla—Puede que sea de la hija de los Parkinson, ¿No crees? Esta casa está muy lejos de cualquier otro lugar.
   —No estaría muy seguro.
   El chico cobijó a la gatita en su chaqueta y siguió caminando al lado de su madre, hasta llegar a la contrapuerta del jardín de la mansión.
   Le dio ternura que __________ empezara a ronronear en su pecho, la mocosa estaba muy cómoda y calentita mientras él se mantenía sereno al frío y con una propósito que cumplir allí.
   —Señora Malfoy, Joven Malfoy—Saludó la empleada de la casa, invitándolos a entrar a ella—Bienvenidos.
   Caminaron al interior de la casa, admirando la sombría soledad que habitaba en ella. Se empezaron a escuchar el eco de unas zapatillas por el pasillo de arriba.
   —¡Narcissa! ¡Draco!—Gritó una mujer—Que gusto volverles a ver—¿Por qué están aquí?
   —Draco quería venir, yo solo vengo acompañándole—Tocó el hombro de su hijo, con una tierna sonrisa.
   —Ya veo, ya veo—Sonrió la Señora Parkinson—Hoy teníamos visita de una mocosa, ________ Peverell… Pero parece que no vendrá—Agitó la manos como si no importara un comino—Por favor, pasen a nuestra sala.
   Les enseñó el camino y los guió hasta un lugar lleno de luz, donde Pansy parecía leer entretenida un libro con la pasta oscura. Al presenciar a Malfoy en su sala, inmediatamente lanzó a volar el libro y agitó su cabello.
   —Draco—Saludó, acercándose a él—Hola.
   Él no quiso emitir ningún gesto, sólo asintió con la cabeza.
   —¿Sabes? En el camino Draco se encontró con esta gatita, ¿Es tuya? Parece tan limpia y con ese moño—Dijo Narcissa, abriendo la chaqueta de su hijo mostrando a la gata blanca y ojos marrones.
   —¡No puede ser! ¡Mini!—Gritó la chica, fingiendo emoción—¡Es mi gatita, la perdí hace unos días!
   Draco y _________ no podían creer lo que oían.
   ¡Que mentirosa!
   Pansy se acercó a su amigo y lo besó intencionalmente en la mejilla.
   —¡Muchas gracias!—Dijo y acercó la manos.
   Pero Peverell no se dejó y le gruñó, aferrándose a la suave camisa de Draco. No dejaría que esa mocosa la tocase.
   —Parece que alguien ya se acostumbró al calor de otra persona—Bromeó la señora Parkinson—Puedes dejarla en el suelo, Draco, para que explore y se adapté de nuevo a la casa.
   El rubio asintió.
   —Si, tal vez a la gatita le interese ver las pinturas que hay en esta casa—Mencionó el chico, en voz alta—Iré a dejarla junto a la chimenea.
   Se dio la media vuelta y desapareció de la escena.
   —No puedo creer que me haya mentido—Susurró, con tal de que solo Peverell escuchara.
   Caminó por los pasillos, repletos de pinturas congeladas y fotografías enormes, y admitía que hacía más frío adentro que afuera.
   Peverell se alejó de Draco y se transformó nuevamente en humana, chocándose la frente por accidente con un perchero.
   —Cuidado—Rió, acercándose a ella para sobar su frente—Intentaré mantener ocupadas a las chicas, observa lo más rápido que puedas y cuando termines—Sonrió—Me maúllas.
   _________ sonrió tímida y asintió con la cabeza. Se apresuró a salir de allí a los pasillos vacíos. Mientras el pelirrubio observaba el lindo vestido que llevaba puesto.
   Ajustó su traje y se regresó a la sala con las mujeres, pensando en que temas atraparlas para que no se fueran.

Hechizo ~ Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora