11-CABALLO Y MUÑECO

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La reunión termino no fue nada interesante mas que buscar soluciones para mejorar pero como siempre a Zeno sama no le importaba el único que ponía atención era Dai pues el sacerdote pensaba que podía aplicar y mejorar alguna de esas sugerencias.

Terminada la reunión Zeno sama llevó a Dai a la habitación y cerro la puerta para evitar interrupciones, también intentaba de que no hubiera fisgones aunque sabia que esos reyes eran capaces de todo solo para ver un simple espectáculo.

Los demás reyes y ángeles los observaban desde una cámara de seguridad instalada en el cuarto de Zeno sama pues tenia la fama de destruir todo aquello que le molestaba por lo que habían colocado cámaras para vigilar que nada de la habitación molestara a ese rey, los ángel también observaban esperando a que comenzara ese juego.

Zeno sama se acerco a Dai sonriendo de forma casi inocente

- jugaremos primero al caballo -aviso sacando un látigo para caballos- ya sabes que hacer -agito el látigo emocionado por jugar

Dai solo se puso es cuatro, le era incómoda esa posición pero debía aguantar si no quería molestar a su señor, Zeno sama se monto en el como si de un verdadero caballo se tratase, se acomodo y se sujeto de Dai con su mano libre

- avanza -ordeno golpeando uno de los glúteos de Dai con el látigo

Dai se quejo un poco pero comenzó a avanzar de forma lenta para no tirar a su señor, el golpe del látigo le había dejado un punzante dolor que podía soportar al menos por un tiempo

- mas rápido -ordeno golpeándolo mas fuerte soltando algunas risas por como se estaba divirtiendo

-si señor -contestó tratando de no soltar algún ruido por el dolor que le provocaba al sentir como Zeno sama no dejaba de golpearlo en la misma zona

Dai fue mas rápido pero sus ropas comenzaron a quemarle la piel y sus manos eran lastimadas por algunas grietas que había en el suelo, aunque le dolía era soportable dentro de lo que cabía, en ese momento el pensamiento de hacer feliz a Zeno sama se volvió constante al punto que ya no pensaba en nada mas

- siempre eres un buen caballo Dai - golpeo mas fuerte sin alguna malicia real solo el sentimiento de querer fastidiar al sacerdote

Dai no gritaba y sus quejidos trataba de ahogarlos en su garganta, Zeno sama parecía disfrutar de eso pero realmente lo que disfrutaba era la paciencia que su ángel le tenia a comparación de otros sacerdotes que tuvo antes de el. Después de un largo tiempo Zeno sama se canso de ese juego como cualquier niño

- detente -ordeno satisfecho

Dai paro sin decir nada mientras Zeno sama se bajaba de el para después tomar el báculo de Dai que estaba en una de las muchas esquinas de la habitación

- levántate y luego siéntate, te convertirás en mi muñeco -ordeno sonriendo

Dai solo se sentó dejando ver sus rodillas sangrando y sus manos sucias por el suelo, el ángel miraba hacia la nada cuando noto un brillo en la pared, aclaro su vista dándose cuenta de los espiando, disimuladamente le señalo a su señor aquel objeto en la pared pero Zeno sama no parecía sorprendido o interesado, no se tomo la molestia de ver lo que era, Zeno sama saco del báculo muchas prendas, vestidos, trajes, túnicas hasta ropa interior del báculo del sacerdote

-  ¿que debería ponerte primero?-se pregunto así mismo mirando cada prenda- mientras yo escojo tu as crecer tus cabello -ordeno sin dejar de ver las prendas tratando de seleccionar la adecuada

- si señor -de un chasquido su cabello creció asta las cadera dándole un aspecto un tanto afeminado

- como siempre usas celeste siempre me e preguntado como te verías de rosa  -hablo mostrando unas prendas interiores rosas y un vestido rosa mas fuerte con encaje blanco digno de una muñeca de porcelana-  ya lo elegí ahora la parte divertida -sonrió mas feliz

Dai solo sonreía pero su entrecejo demostraba lo incomodo que estaba por darse cuenta de que lo estaban mirando, Zeno sama se acerco y comenzó a desvestir a Dai sin siquiera preocuparse si su ángel estaba cómodo con que alguien lo vira sin ropa

- aun recuerdo la primera ves que jugamos a esto tenias solo 6 años -hablo recordando ese día quitando el cinturón de la estrecha cintura del sacerdote

- si era muy pequeño -comento de igual manera recordando

- eras muy tierno, lindo e imperfecto-quito la túnica de Dai dejando a la vista el bien desarrollado cuerpo del ángel- pero ahora eres perfecto, un muñequito mucho mas lindo -recorriendo con una de sus mano el cuerpo del sacerdote que se estremeció un poco

- gracias por el cumplido Zeno sama -sintió la cálida mano del rey del todo desvistiéndolo y recorriendo su cuerpo

Zeno sama quito el resto de ropa dejando desnudo el cuerpo del ángel que se esforzaba por ocultar sus partes privadas avergonzado por saber que alguien mas lo miraba, Zeno sama tomo la ropa interior

- comenzare a vestirte -le aviso tocando la pierna del ángel para comenzar a vestirlo

Los demás reyes tenían un derrame nasal al ver el cuerpo perfecto del ángel, un perfecto sin impurezas, un cuerpo que pronto desearon poseer, tenerlo a su merced como Zeno lo tenia ahora. Era cierto  lo que dijo Zeno sama aunque ese ángel no gritaba su silencio era placentero, pensaron los ángeles mirando como un acto tan infantil e inocente podía ser algo tortuoso, imaginarse la incomodidad del ángel parecía algo imposible.

Zeno sama termino de poner aquella ropa interior notando un ligero sonrojo por parte de su sacerdote que lo miraba atentamente como si vigilará sus movimientos

- párate es difícil ponerte el vestido acostado -le ordeno ignorando la mirada de su sacerdote

Dai se levanto soltando un suspiro, después de mucho tiempo vistió a Dai dejándolo como si fuera una muñeca, maquillada, peinada y vestida. Incluso le coloco algunos accesorios como un gorro como los que suelen llevar las muñecas antiguas

- eres hermosa -opino con la mirada iluminada por ver tal belleza que su ángel desprendía- ahora te vestirse de muñeco

Zeno sama repitió lo mismo, Dai solo obedecía y se dejaba modificar esos eran los juegos que disfrutaba pero a la ves odiaba por lo humillantes que eran aunque eso era lo de menos.

SIEMPRE A SU LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora