La puerta se abrió de golpe dando paso a una esbelta mujer enfundada en un chaleco antibalas perteneciente a su uniforme. Cerró la puerta cortando así la poca luz del amanecer. Camina a paso fuerte hasta la silla, segura de sí misma, se sienta y finalmente levanta sus ojos verdes de mi expediente.
Me remuevo, incomodo, en mi lugar ante su calculadora mirada.
—Axel Luis Ferrara Gómez; paciente de categoría morada internado desde hace cuatro años— recita cada una de las palabras como si estuviese leyéndolas.
—Soy yo— aseguro— ¿Quién es usted?
Me recuesto en el espaldar de mi silla apartando mi vista de ella solo un segundo para fijarme en el guardia atrás de mí.
—Laura Díaz, agente de operaciones especiales y psiquiatra. Estoy aquí para diagnosticar los pacientes de este centro— suspira—. Tengo entendido que tu salud es inestable y tus piernas delicadas, por tu situación desarrollaste depresión hace unos años ¿Podrías darme tu punto de vista sobre ti mismo? Por favor.
Restregué mis ojos con ambas manos en un intento de alejar el cansancio.
—Todo es cierto. Si, los huesos de mis piernas son delicados. Sí, mi salud es inestable. Sí, tengo depresión— afirmo.
Ella alza las cejas de manera expectante incitándome a seguir.
—¿No hay nada más? — asiento y me apoyo en la mesa para poder descansar la cabeza sobre las manos —. Tus dosis de medicamentos son ridículamente altos y algunos de ellos innecesarios así que lo cambiare después de que tenga tus exámenes— cierra mi expediente solo para observarme atentamente— ¿Fuiste tú a quien sacaron de emergencia al hospital hace unos días?
Frunzo el ceño.
—Sí. Tuvieron que operarme y me dieron el alta ayer.
Laura sonríe, satisfecha. Es una mujer audaz capaz de meterse en tu cabeza y hacer estragos para conseguir la información que le concierne.
—Informaste a las personas sobre la situación de este lugar, ¿cierto?
Estupefacto, así me encuentro en todo el sentido de la palabra. Lo ha deducido en cuestión de minutos, o al menos pienso que es así. Por el rabillo del ojo puedo ver como el guardia tras de mí se acerca. Un topo.
—No fui yo. Además, no tenía como comunicarme de ninguna forma ¿Es todo? — cuestione con brusquedad.
—Sí, puedes irte.
Me levanto de la silla e inmediatamente el guardia afirma su mano en mi hombro para escoltarme a no sé dónde.
—Recomiendo que investigues a este guardia y no a mí— susurro al oído de la agente cuando paso por su lado
El guardia me empuja con tanta brusquedad que estoy a punto de caer al suelo. Subimos en ascensor al tercer piso y en cuanto salimos nos topamos de frente con dos pacientes escoltados por un policía, este último se disculpa y le hace una seña a los chicos para que avancen. Observo mi entorno mientras nos dirigimos a unos de los consultorios. Los pacientes vienen y van al igual que los policías, agentes, psiquiatras, doctores y guardias. Y por primera vez puedo ver el verdadero interés por nosotros; en sus conversaciones, en sus sonrisas tranquilizadoras y en sus gestos. Allí supe que había valido la pena jugarnos el pellejo.
Pensé en porque no lo habíamos hecho antes. Pero frente a mi estaba a la respuesta sin ningún esfuerzo; no importaba si en tiempos anteriores planes como el de nosotros habrían estado marcha porque no me habría dado cuenta nunca. Lo años pasados era un simple borrón en mi mente con pequeños momentos en el que salía de mi miseria unos segundos para observar a mi alrededor, y cuando notaba que todo seguía normal volvía a bajar la cabeza. La diferencia de este año a los anteriores tenia nombre y apellido y un vasto expediente psicológico; Thalia Cambar. La mujer de la cual estoy enamorado y quien hizo que levantara la vista solo para observarla en acción, no importa cual fuese esta.
ESTÁS LEYENDO
Hurt
Novela JuvenilLa salud de Axel es inestable, por esto es enviado a los diecisiete a un internado de salud. El mismo al que ha asistido por cuatros extenuantes años. Este último año es decisivo para él pero siquiera ha puesto un pie dentro de la helada edificación...