Capítulo 1.

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Capitulo I.

  Desperté sobresaltada. Me senté, al mismo tiempo que adaptaba mis ojos a la oscuridad de la habitación.  Por unos minutos hice un esfuerzo por recordar  ese sueño tan perturbador, pero fue en vano. Mire hacia mi izquierda, es mi mesa de luz reposaba un vaso medio vacío, mi nueva adquisición, ‘’El canto del cuco’’ por J.K. Rowling que me tenía bastante hechizada entre sus páginas, la lámpara y mi reloj. Eran las seis y media de la mañana. Todavía era de noche, ya que estábamos en mediados de julio. Primer día de las vacaciones de invierno.

 Intenté volver dormir. Pasé media hora dando vueltas en la cama, así que me levante y bajé a hacerme el desayuno. Agarré el diario, lo leí mientras tomaba mi café con leche y esperaba que las tostadas estén listas.

-¿Qué haces despierta a esta hora? Son vacaciones hija.- Juan Pedro Barroso, mi padre. El no estaba de vacaciones, así que se iba a trabajar como lo hacía normalmente.

-Sabes que no duermo mucho. Tomá-  le alcancé una taza con café, sin leche- como a vos te gusta.- Sonreí. Tengo una excelente relación con mi papá, a diferencia de la que tengo con María Inés Landino de Barroso. Mi madre es, digamos, muy histérica.

Recogí las tostadas y lentamente las unté con manteca y mermelada de durazno.

-¿Qué planes tenés para estos días?- Papá me observó mientras le daba una mordida a una galleta de arroz. Me encogí de hombros. No lo había pensado.

-Josefina y Micaela se fueron de viaje, así que la verdad no sé. Tengo una buena cantidad de libros, ya voy por la mitad de ‘’El canto del cuco’’ y tengo muchas ganas de leer…- Me detuve cuando me di cuenta que movía la cabeza y chasqueaba la lengua en señal de reprobación.- ¿Qué pasa?

-Quiero que hagas algo diferente.- Se acomodó y me miró fijamente.- Ya sé que te encanta leer, lo heredaste de mi. Pero tenes dieciséis años Rosario. Quiero que salgas a andar en bici, al cine, porque no a bailar…- Hice una mueca. Pensar en ir a un boliche me revolvía el estomago.

-Mis amigas no están papá.

-Hace otras amigas entonces.- Otra mueca. Me es muy difícil relacionarme con la gente.- O llama a Guillermina, hace mucho que no se ven, solían llevarse muy bien. Trata de hacer cosas normales durante las próximas dos semanas por favor, ¿sí?- Asentí- Así me gusta, chau amor.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando salió por la puerta. Afuera estaba helando. Pensé en lo que había dicho mi papá. Guillermina es mi prima, un año mayor que yo. De niñas, éramos inseparables. Pero cuando cumplió los quince años cambió mucho. Me acuerdo que en su fiesta prácticamente me ignoró, estuvo toda la noche con el que era su novio en ese momento, y su ‘’mejor amiga’’, una chica llamada Carolina, que tenía un algo que no me gustaba. A partir de entonces nos vemos solo en las reuniones familiares y ni siquiera se nota que ella está ahí ya que se la pasa enviando mensajes con su celular.

Levanté la taza y el plato, tiré las migas en el tacho, guardé la mermelada y la manteca en su lugar y lavé. Cuando terminé, fui a la computadora. La encendí y entré a Facebook. Quería dejarles un mensaje a Josefina y Micaela.

Jose y Mica son mis mejores amigas desde los diez años. Nos conocimos en el colegio cuando me vine a vivir nuevamente a Azul, una ciudad a trescientos kilómetros de la provincia de Buenos Aires. Yo nací acá, pero cuando cumplí un año un amigo de mi papá le ofreció ser socios y pusieron un hotel en Buenos Aires Capital, así que nos fuimos a vivir allá.  Tuvieron una pelea muy fuerte cuando tenía nueve, por lo que Juan Pedro decidió hacerse un lado y volvimos a Azul, el empezó a trabajar con mi abuelo en su negocio de comestibles y mi mamá como maestra jardinera. Comencé en el colegio Sagrada Familia en quinto grado, ahí fue cuando conocí a mis amigas inseparables.

Malas compañías.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora