Empezaré desde el principio, mi nombre es Aria, y soy de Nueva York. Me mudé hace unas semanas a Manhattan, con mi madre y mi hermanita pequeña, de 5 años. Después de la muerte de mi padre nada fue lo mismo y de la noche a la mañana mi madre decidió mudarnos, mi madre siempre dice que no puede estar ahí, que todo le recuerda a él.
*Flash back*
Me despierto en una cama con un dolor horrible en la pierna derecha, no se donde estoy, al girarme veo a mi padre tumbado en una cama a mi lado, inconsciente. Con los ojos cerrados, me levanto como puedo haciendo muecas de dolor y voy hacia su cama para despertarlo pero no se despierta
- ¡Papá, papá!
De pronto entra en la habitación del hospital un médico. Cuando ve lo que estoy haciendo me aparta de mi padre.
- Señorita Wilson, no debería moverse, los puntos todavía son muy recientes, Su madre está fuera, en unos minutos pasará. Han tenido un accidente de coche.
No puede ser... De repente caigo en lo último que recuerdo, y es ir en el coche con mi padre, sentado en el asiento del copiloto y que de repente un camión se dirija hacía nosotros.
El médico vuelve ha hablar sacándome de mis pensamientos.
- Como le decía su padre ha tenido un golpe fuerte en la cabeza y le hemos tenido que inducir un coma, porque sus heridas eran muy graves. Usted señorita Wilson ha tenido mucha más suerte, solo ha sido una pequeña fractura de la pierna, ha perdido mucha sangre y cuando la han traído al hospital le hemos operado de urgencias. Le quedará una pequeña cicatriz debajo de la rodilla pero por suerte solo se ha quedado en eso.
Después de hablar con el doctor unos minutos aparece mi madre. Me mira para después centrar su mirada hacia el cuerpo inmóvil de su marido.
Empieza a llorar descontroladamente, nunca la había visto tan mal, está destrozada, sentada a su lado con la cabeza apoyada en su pecho. No para de llorar, ni siquiera me ve, en fin soy su hija y acabo de tener un accidente y me han operado, pero ella parece solo pensar en mi padre, solo me ha mirado un segundo y ni se a molestado en saber cómo estoy.
*Fin del flash back*
Ya ha pasado 1 año desde el accidente en el cual mi padre murió, en ese momento perdí a la única persona que se preocupaba por mi. Cuando mi padre murió, una parte de mi murió con él.
Bueno ahora tendría que decir cosas sobre mi, pero esque no se que decir, no soy la típica chica, alta, guapa que se lleva a todos los chicos, en realidad más bien soy una chica normal, sencilla. Tampoco me considero fea, más bien me gusta mi cuerpo. Soy un poco baja, mido 1 '65, mi cuerpo no es ni gordo ni delgado, mi físico es normal, aunque siempre va camuflado con mis camisetas y pantalones anchos.
No me gusta destacar entre los demás y casi siempre, por no decir siempre me confunden con un chico, la razón es que visto como uno, me gusta la ropa ancha y cómoda, mi pelo rojo me llega por la cintura pero siempre lo llevo en una alta coleta o en un moño, el cual va tapado con mis gorras. Normalmente no hablo mucho y solo me rodeo de mi grupo de amigos, que es bastante reducido, desde el primer día de clase me llevo bien con dos chicas.
El primer día de clase me sentí fuera de lugar, todos me miraban, no me gusta ser el centro de atención.
Me dirigí a donde estaba la secretaria, para recoger mi horario, me fui a clase y me senté en la mesa que estaba más lejos, al final del todo se encontraban tres mesas juntas por lo que decidí sentarme en la mesa de la izquierda, que era la que estaba más pegada de la pared, junto a ella había un gran ventanal con los bordes de madera, se veían desgastados y casi no quedaba el color verdoso que cubría las ventanas.
Poco a poco empezaron a entrar los demás chicos a clase, cuando entro un chico me lo quede mirando mas de lo normal, es alto, de tez morena y pelo negro. Se nota perfectamente su cuerpo musculoso, lleva una camiseta negra de manga corta acompañada de una chaqueta de cuero negra, unos tejanos desgastados y sus ojos de un tono verdoso, cuando me quiero dar cuenta ya se han sentado dos gemelas a mi lado.
Las miro y veo a dos morenas, pero su piel es blanca, unos ojos café me llaman la atención, son iguales completamente iguales.
- ¡Hola! -Exclama una de ellas-.
- Hola -Digo yo un poco tímida-.
- ¿Cómo te llamas? Yo soy Sara y está de mi lado es mi hermana Mia.
- Yo soy Aria -Digo casi en un susurró-.
Empiezan a contarme cosas, entre ellas que el chico que se sienta dos filas delante nuestro se llama Nick (si el chico del cual me he quedado mirando embobada hace apenas unos minutos), tiene 19 años, un año más que yo.
Me comienzan a explicar de todo, pero yo ya no soy capaz de escucharlas, el chico que dicen que se llama Nick está mirando hacía atrás, si en mi dirección.
No seas tonta no te está mirando a ti. Callate estúpida conciencia, siempre te tienes que meter donde no te llaman.
Otra cosa que destacaría de mi es que casi siempre por no decir siempre estoy discutiendo con mi conciencia, a veces lo hago hasta en voz alta pero ni me doy cuenta, muchas personas se me quedan mirando cuando me ven, pensaran que estoy loca, y por una parte no les puedo contradecir, siempre estoy en la luna pensando en mis cosas.
Prefiero estar sola con mis pensamientos que tener que aguantar que me cuenten cosas que no me interesan.
Cuando me quiero dar cuenta ya es la hora de irme a mi casa, he estado todo el día pensando en mis cosas.
¿Por 'mis cosas' te refieres en Nick, no? ¿Te vas a callar de una puta vez? ¿Quién te ha pedido tu opinión? Mi opinión es la que estás pensando, ¿te tengo que recordar que soy TU consciencia, estúpida?!
Llego a casa después de haber estado discutiendo con mi propia conciencia, tu crees, soy la única persona de este mundo a la que su conciencia le lleva la contraria siempre y cuando digo siempre es siempre.
Entro por la puerta sumergida en mis pensamientos cuando mi madre me saluda, o eso creo que es lo que intenta hacer, no estoy acostumbrada a que me hable, será porque está su amigo delante, y por su amigo me refiero a su ligue de esta semana.
- Hola cariño, cómo te ha ido la escuela? -Dice con su voz de 'no me importa una mierda' aunque tratando de disimular-.
- Hola -Digo seca- bien he conocido a dos gemelas y nos hemos caído bien, hemos quedado esta tarde así que no me esperes despierta, llegaré tarde.
- Vale cariño.
La verdad es que nunca le ha importado la hora a la que llegase, con quien me ajuntaba, o mi vida en general, tengo 18 años y desde los 14 me cuido sola, hago lo que quiero cuando quiero pero nunca he tenido una sola mala nota en la escuela y tampoco un mal comportamiento.
En fin he sido la chica educada, estudiosa, responsable al menos delante de todo el mundo, pero cuando paso por la puerta de mi habitación es cuando puedo ser yo misma, el único lugar seguro para mi, pero ya no puedo decir eso, esta habitación no es la mía, es un lugar extraño para mi, he colocado todo para que me recordara a mi antigua habitación pero no es lo mismo.
A los pocos minutos llaman a la puerta, es mi madre. Desde cuando esta mujer llama a la puerta, y desde cuando sube a mi habitación?
- -Hija me voy con Cristian al centro comercial, necesitas algo? -Me pregunta mirándome de arriba abajo.-
Llevo puesta una camiseta por lo menos 3 tallas más grande que la mía que pone 'Los Ángeles' y un pantalón corto deportivo de mi mejor amigo, Connor, un moño que recoge mi melena y una gorra de Los Ángeles, que es de uno de los pocos regalos que conservo de mi padre, me la regalo cuando fuimos a un partido de fútbol, cuando tan solo era una niña.
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LAS REGLAS DE LA TENTACIÓN
Teen FictionBueno ahora tendría que decir cosas sobre mi, pero esque no se que decir, no soy la típica chica, alta, guapa que se lleva a todos los chicos, en realidad más bien soy una chica normal, sencilla. Tampoco me considero fea mas bien me gusta mi cuerpo...