Parte única

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Ya no podia mas, por mas que intentara concentrarse en el proyecto en el que estaba trabajando no lo lograba, el agotamiento estaba haciendo estragos en su cabeza —Lo mejor será tomar un descanso— Ordenó todos sus papeles en el maletín, dejando al fin esa oficina que lo estaba atosigando, la misma oficina reconocida por tener en la puerta el nombre de "Presidente Choi Minho".

Sin perder ni un segundo su sentido de responsabilidad, antes de salir reviso que todo estuviera en orden, observando minuciosamente las oficinas.

Sin hallar algún fallo decidió que ya definitivamente, era hora de irse. Al salir encontró un silencio sepulcral, ya que como siempre fue el último en dejar el puerto. Miró a su alrededor mientras caminaba dándose cuenta que su vida social daba asco. Pensaba que debería estar en alguna fiesta con amigos, que debería tener planes como cualquier persona normal, que a sus 24 años debería estar disfrutando de su vida como seguramente lo hacen la mayoría de sus empleados. Sin embargo, ahí estaba el, recién finalizando las horas extras que había tomado. Su mundo era su trabajo, siempre fue "Esfuérzate y tendrás todo lo que deseas", por eso puso todo su empeño. Excluyendo a todo lo que no le ayudara a cumplir sus sueños.

Suspiro y sin pensar demasiado, presiono el botón del ascensor para bajar al subterráneo, en busca de su auto.

***

Al llegar a su casa, se ducho y se coloco su pijama de colores sombríos, dispuesto a quedarse dormido apenas tocara el colchón. No quería más guerra y cuando estuvo apunto de acostarse en su suave almohadilla el teléfono sonó, pensó en dejar que siguieran llamando pero el sonido se le estaba haciendo realmente irritante por lo que optó por tocar el botoncito verde y ponerselo en el oído.

—Sí ¿Qué quieres?— Respondió malhumorado, dando a entender que la llamada no le era nada grata y menos a esa hora de la noche.

—¡Que salgamos hombre! No quiero que te quedes solo a tu corta edad— Le dijo el único amigo que siempre insistía en ayudarlo a salir de esa carga pesada que tenía al ser el presidente de una de las más grandes corporaciones automovilísticas de todas Asia.

—No quiero, mañana tengo que trabajar y tu lo sabes. Vienes haciéndome la misma invitación desde hace un año— El chico al otro lado de la línea ni se inmuto, solo pego una pequeña risita que Minho comprendió como que "no le importaba una mierda".

—¡Solo por esta vez! Vamos Minho. Te necesito para mi conquista. No insistiré en que te folles a alguien solo quiero que vengas y la pasemos bien, así de paso, me ayudas.

—¿Porque yo?

—Ven y te cuento. Por favor solo por esta vez. Si no te diviertes nunca más te llamo para invitarte a salir y dejo que te quedes en tu vida gris y monótona.

—Esta...— Suspiró —Esta bien— Se golpeó la cabeza con el teléfono, en realidad no quería aceptar pero la idea de que lo dejara de molestar con invitaciones baratas le dejaron un buen sabor de boca.

—Eres el mejor— Grito su amigo —¡Te espero en una hora! ¡No te arrepentiras!— Cortó. Minho solo se quedó escuchando el constante pitido mientras pensaba en que colocarse.

Al mirarse en el espejo se revolvió el cabello, aun no encontraba la respuesta del porque se dejó convencer esta vez. Pero una idea se le vino a la cabeza; se respondió a sí mismo que tal vez desde el fondo de su ser hay un "algo" juvenil, jovial y juguetón que quiere salir. Quizás ahora ya estaba en su límite, necesitaba un poco de diversión y algo de vida loca.

Termino de vestirse.

Si algo salía mal definitivamente culparía a Jonghyun. Regaño una vez más y se dirigió a la sala buscando las llaves de su auto, las tomó y estuvo listo para ver que le esperaba en ese bar del cual Jonghyun siempre hablaba y procuraba invitarlo, sin tener suerte, hasta ahora.

Travesura ¿Solo una noche? (2Min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora