Desde ya aviso que hay smut.
A sus diecinueve años debía ser consciente de que apostar con sus amigos era uno de los errores más estúpidos que iba a cometer en su corta existencia.
«Son unos malditos desgraciados, los odio» maldecía una y otra vez en su cabeza a los seis muchachos involucrados en ese pequeño problema, no lo llamaría como tal, quizás un contratiempo.
Sus manos acomodaban la bata de color blanco sobre su delgado cuerpo, sus dos preciosos zafiros recorrían la habitación en la que se encontraba, una cama matrimonial con sábanas de color azul marino, almohadas blancas bien apiladas y ordenadas contra el cabezal de madera negra, las paredes estaban pintadas de blanco teniendo algunas fotos de una familia o de un bebé de cabellos claros y ojos verdes, había una mesa de noche al lado izquierdo de la misma, en la pared del lado derecho había un armario del mismo tipo de madera que la cabecera de la cama.
Sus piernas de se movían temblorosas, las columpiaba, tomaba asiento estilo indio para luego volver a bajarlas por los mismos nervios incontrolables dentro de él.
¿Por qué tardaba tanto? No creía que estuviera nervioso, era imposible, ¿Se daría por vencido? Ojalá.
¿Para qué hablaba? Luego de decir aquello la puerta se abrió dejando ver la figura bien trabajada del pelirrojo, llevaba un pantalón ajustado de cuero negro, una camisa negra de botones arremangada y sus botas del mismo material que el pantalón.
—. Creí que darías vuelta atrás. — Bromeó en cuanto le vió aparecer.
—. ¿Y dejar que Love me gané? Mmh, no.
Claro, también había que recordar que Kurt Cobain tenía novia, una que lo amaba con todo su corazón mientras él andaba apostando con sus amigos sobre hacerle sexo oral a su crush platónico de toda la vida.
Porque para esos seis imbéciles no era un secreto que el rubio tenía sentimientos por el ojiesmeralda, solo que tanto él como su mayor tenían pareja. Rose estaba saliendo con una muchacha de su carrera ennla universidad, compañera de Cobain, pero tampoco pensaba desperdiciar su oportunidad de un encuentro con el ojizafiro que robó su corazón en secundaria.
La puerta se cerró tras el mayor colocando el seguro por si alguno de los idiotas se le ocurría intentar entrar por alguna extraña razón del universo.
Se acercó a paso lento al de cabellos dorados, al estar frente a él ladeó su rostro con una sonrisa socarrona, quería grabar el momento en su cabeza las veces que fuera necesario.
—. ¿Quieres tomarte tu tiempo o quieres acabar con esto ya? — Por el tono utilizado parecía que el menor estaba hasta cierto punto exasperado.
No en verdad, vil falacia sería decir que quería acabar con aquello rápido, sus dedos ayudaron a quitar la bata, que por el ambiente y las miradas del pelirrojo empezaba a parecer un horno humano, la dejó sobre la cama en cuanto su torso y piernas estuvieron al desnudo siendo cubierto solo por la ropa interior.
La pálida piel de Cobain era digna de estar llena de marcas, decorarse deliciosamente por besos y chupones, mordidas y caminos transparentes.
Llevó su mano a los mechones rubios para acariciar estos con delicadeza antes de enredar sus falanges entre les hebras doradas, tiró de estos con fuerza para que alzara su rostro.
De los labios del menor escapó un jadeo entre sorprendido y placentero, era consciente de que Axl no era la persona más amable del mundo, tenía problemas de ira y solía ser muy explosivo pero con él no era taaaan así.
Ahora, la situación era totalmente distinta y no sabría cómo le gustaría actuar ante eso, esperaba que al menor no lo dejara tan destrozado.
—. Hazlo si no quieres perder. — A pesar de decirlo por la apuesta, el tono del pelirrojo fue demandante, como si de verdad lo deseara tanto como él.
