6 horas después.
El sutil aroma de las sábanas es lo primero que Harry siente. Olían a lavanda y un poco a champú, eran suaves y parecía que controlaban la temperatura para que estuviese perfecta. Si fuese por él, se quedaría ahí todo el día. ¿Tenía razones para levantarse? Claro que no. Era sábado, así que no trabajaba y no tenía otras obligaciones.
Con ello en mente, se acurruca todavía más bajo las mantas. Eran tan cómodas, que se sorprende un poco de no haberlo notado antes. Incluso le parecen más suaves y delicadas, casi como si no fuesen suyas. Como si no fuesen... Frunce el ceño, confundido y parpadea poco a poco.
Lo primero que ve es una enorme ventana que abarca gran parte de la pared. Junto a ella un sofá de dos cuerpos y una pequeña mesita de centro con un par de libros sobre ella. Ni la vista, ni el sofá ni la mesita eran de él.
Esa definitivamente no era su casa,
Se incorpora rápido, pero en cuanto lo hace se arrepiente. La cabeza le martillea dolorosamente que tiene que cerrar los ojos con fuerza. Eso y la sequedad de su garganta le recuerda que anoche estuvo de fiesta.
Vuelve a abrir los ojos. El techo era altísimo y en medio de éste había un hermoso candelabro con piedras preciosas que caían en espiral.
¿Dónde rayos estaba?
Un repentino bostezo lo sobresalta. Mira hacia su izquierda, y en la enorme cama en la que se encontraba había un chico rubio con el torso desnudo dándole la espalda. Estaba despertando, pero a pesar de que ya había levantado la cabeza de la almohada aún no se giraba. A Harry el corazón comienza a bombearle con fuerzas. No sabe de quién se trata, pero todo se le hace tan familiar como imposible. La única persona que pasa por su mente era...
Finalmente, el chico se gira con la mirada somnolienta e igual de confundido que él, y cuando sus ojos se encuentran quedan congelados, petrificados.
Se miran lo que podría ser una eternidad. Ninguno se mueve porque si lo hacen, todo se volvía real y eso definitivamente no lo era. Era una locura.
Debía estar bajo los efectos de alguna droga. Si. Eso tenía que ser.
—¿Malfoy?
—¡Potter! -suelta el rubio, incorporándose de golpe, como si un dementor se le hubiese plantado en frente. Las sábanas se deslizan por su cuerpo, pero antes de que cayesen por completo, el antiguo Slytherin se percata de que no vestía nada. Palidece por completo antes de agregar —¿Q-qué haces en mi casa?
Harry se da cuenta de que, si el rubio estaba desnudo, entonces él también podría estarlo. Mira rápidamente bajo las sábanas y ahoga un grito de sorpresa.
—¿Qué hicimos? -pregunta tan perplejo como el otro.
—¿Qué te parece que hicimos, Potter? ¿Jugar ajedrez? -suelta, pasándose una mano por su cabello, despeinándolo.
—Pero ¿cómo? -pregunta Harry, sin saber realmente que decir.
Malfoy le dedica una mirada de exasperación, y lo que sea que fuese a replicar queda interrumpido por el picoteo de un ave en el cristal de la ventana que, a juzgar por su insistencia, parecía que llevaba bastante tiempo intentando entregar la correspondencia.
—¡Pig! -dice Harry, reconociéndola de inmediato.
El rubio le mira aturdido, pero antes de que él pudiese explicarse, Malfoy parece entender que se refiere a la lechuza. Harry se incorpora. Antes de que las sábanas revelaran demasiado recuerda que está desnudo porque al parecer, FOLLÓ CON MALFOY, por más sorprendente que eso le pareciera, así que conjura un accio sin varita para atraer hasta él sus pantalones.
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Fictober | Drarry y otros ships.
FanfictionUna historia diferente para cada día de octubre, según reto del grupo de facebook Wizarding Shippers. El reto consiste en escribir distintas historias en base a palabras diarias.